Archivo por días: 20 junio, 2017

A medio hacer. Comentario del evangelio para matrimonios: Mateo 5, 43-48

EVANGELIO
Amad a vuestros enemigos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

A medio hacer.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Sed perfectos, nos manda el Señor. ¿Cómo puede ser? Él conoce nuestras limitaciones y sabe que nunca en esta vida, llegaremos a serlo. Esto de cara a nuestro matrimonio nos resulta especialmente interesante. La palabra “perfecto” viene del latín: “perfectus”, que a su vez deriva de “factus”: Hecho, terminado. Es decir, que Jesús nos invita a construir nuestro amor hasta dejarlo terminado. Por ello nos apunta a la cima del amor, que es el Amor de Dios, que se complace con nuestro bien, no con lo que recibe.

Por tanto, tenemos que continuar trabajando nuestra manera de amar hasta que lo que nos satisfaga, sea el bien del otro.

Aterrizado a la vida conyugal:
Carmen: Lo cierto es que ya no estoy enamorada de Antonio. Estamos muy distanciados y ha habido mucho dolor entre nosotros. Tener relaciones con él, me repugna.
Teresa: Pero tú ¿Qué estás haciendo por evitar esa distancia con tu esposo?
Carmen: Alguna vez le hablaba intentando que comprendiese mi situación, pero él parece no enterarse. A veces me rehúye. Así que tiré la toalla hace tiempo. Estoy cansada.
Teresa: Carmen, los hombres no suelen vivir el mundo emocional que vivimos nosotras. Ellos necesitan otro tipo de cosas más sencillas. Una sonrisa, que estemos agradables, que no les recriminemos tanto las cosas…
Carmen: Ya, y yo ¿Qué? A darle todo lo que a él le gusta y a mí que me zurzan.
Teresa: Pero tú quieres amar o buscas nada más que tu consuelo. Eso no es amar. Es egoísmo. Lo siento, Carmen.
Carmen: Ya, pero él…
Teresa: (Le corta) Carmen, eso es una tentación, para que no te esfuerces. Ama tú y verás. Piensa que es un necesitado, un indigente del amor, y tú tienes que darle lo que no tiene para que sobreviva, y darle los medios para que ame por sí mismo. Eso sólo se consigue entregando amor. Ten en cuenta que tenéis un sacramento, y el Señor se hace presente cada vez que le amas o le acoges como es. Tú busca el bien de tu esposo y el Señor hará el milagro.
Carmen: Probaré a ver.
Teresa (2 meses más tarde): Hola Carmen. ¿Cómo te va?
Carmen: ¡Increíble! Empecé a esforzarme por buscar el bien de Antonio. Al principio me costaba muchísimo, pero vi que él se sorprendía un montón. De repente observé que me prestaba mucha más atención. Pero lo mejor de todo, es que esperaba que él se enamorase de mí y no sólo lo estoy consiguiendo, sino que yo también me estoy volviendo a enamorar de él, no por lo que él me demuestra, sino por lo que yo me entrego. Y no te cuento lo de anoche… que no es para menores 😉
Teresa: (unos días más tarde) Hola Antonio. ¿Cómo estáis?
Antonio: Pues muy bien, Teresa. Por cierto, quería darte las gracias. Me dijo que había hablado contigo, y desde entonces ha cambiado y está mucho mejor incluso que cuando éramos novios. Me está dejando alucinado. Ya me dirás cuál es esa pócima secreta, para bebérmela yo también.
Teresa: Se llama la pócima de la perfección en el amor. Consiste en…
Antonio: Uf! Qué difícil! Para eso hay que tener mucha fuerza de voluntad.
Teresa: La Eucaristía diaria te ayudará, como le está ayudando a ella. Es el alimento del amor de los esposos.

Madre,
Es tremendo como mi yo reaparece de vez en cuando exigiendo su parte del pastel, y dejo de construir. Ayúdame, Madre, tú sabes que “al atardecer nos examinarán de amor”. ¿Qué clase de amor voy a presentar?. Enséñame a mirar a mi esposo como un necesitado de amor, para que se conmueva mi corazón endurecido. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.