Archivo por meses: junio 2016

Mirada para desear. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 27-32

EVANGELIO
Todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 27-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habéis oído que se dijo «No cometerás adulterio». Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: «El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio».
Pues yo os digo que si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – la induce a cometer adulterio, y el que se case con la repudiada comete adulterio».

Palabra del Señor.

Mirada para desear
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús nos habla hoy de la intencionalidad de la mirada. De la concupiscencia de la mirada, debida a nuestra naturaleza caída.
San Juan Pablo II analiza extensamente este Evangelio en varias catequesis, pero nos vamos a detener en la del 15-10-80.

Jesús dice textualmente: “todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”. La primera clave es la palabra “deseándola”: La mujer fue creada “para” el hombre y viceversa, pero ese “para” tiene una tarea concreta asociada, y es la comunión. Recordaréis que todo don tienen asociada una tarea según la voluntad de Dios. Ella fue creada para construir una comunión con el hombre y el hombre con la mujer. La dignidad que se le dio a uno y a otro fue la de “imagen de Dios”. Una dignidad inmensa.

Cuando ese “para” tiene como objetivo satisfacer su deseo, el hombre está siendo dominado por el instinto y por lo tanto se establece una relación que se circunscribe al ámbito típico del mundo animal, perdiendo su propia dignidad.

Lo segundo importante a remarcar, es que Jesús dice “todo el que mira a una mujer” y no añade “de otro”. De donde se concluye para sorpresa de muchos, que es posible cometer adulterio “en el corazón” dentro del propio matrimonio. Esto ocurre cuando entre la mujer y el hombre que han sido creados el uno para el otro por Dios para construir una comunión, existe una “mirada para desear” como la llama San Juan Pablo.

Sólo comprendiendo la dignidad del esposo, la dignidad de la persona, se avergonzaría uno de utilizarlos “para desear”. Imaginaros el dolor de Dios, cuando nos ve utilizándonos unos a otros con algo tan sagrado. En esta mirada se basa gran parte de la publicidad, en esa “mirada para desear” que se asocia con el deseo de un objeto, y pone a la persona y al objeto en el mismo nivel del deseo por pura satisfacción sexual. Se utiliza la atracción desde la diversidad, querida por Dios, que hace posible la unidad a su imagen, para fines mercantilistas.

Por último, dice el Señor que quien repudia a su esposo, lo incita al adulterio. No es verdad que no tengamos responsabilidad en la salvación o condena de nuestro esposo. Despreciándolo podemos incitarlo al mal. Especialmente entre los esposos, tenemos mucha fuerza el uno para con el otro. El pecado nos influye mutuamente y el amor también. Pero el amor es más fuerte.

Nosotros queremos seguir aprendiendo sobre una antropología adecuada. Descubriendo y entendiendo la belleza y la grandeza que Dios ha puesto en nosotros y en nuestra relación matrimonial. Son dones demasiado “flipantes” como para conformarse con minucias: Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo (Flp. 3, 8).

Madre:
Cuánta generosidad la de Dios y cuánta estupidez la nuestra, que no la acogemos. Nos entrega el enorme don de un esposo y lo tratamos como un simple animal o un objeto para mi propia complacencia. Perdóname Madre, y muéstrale a Dios mi arrepentimiento. Ayúdame a valorarle en toda su dignidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Volver a elegirnos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 20-26

EVANGELIO
Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será reo de juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «necio», merece la condena de la “gehenna” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

Palabra del Señor.

Volver a elegirnos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En el cielo se hila muy fino. Aquí no se está hablando de matar a nadie, sino de actitudes y reacciones a las que casi no damos importancia, las vemos ya normales por nuestra naturaleza caída. Sin embargo Jesús nos dice que no nos las debíamos consentir y nos habla de consecuencias muy graves. Son actos de desamor y hacen más daño de lo que nos pensamos.

Es interesante lo que nos comenta el Papa Francisco en Amoris Laetitia:
237 “…Hay situaciones propias de la inevitable fragilidad humana, a las cuales se otorga una carga emotiva demasiado grande. Por ejemplo, la sensación de no ser completamente correspondido, los celos, las diferencias que surjan entre los dos, el atractivo que despiertan otras personas, los nuevos intereses que tienden a apoderarse del corazón, los cambios físicos del cónyuge, y tantas otras cosas que, más que atentados contra el amor, son oportunidades que invitan a recrearlo una vez más.
238. En esas circunstancias, algunos tienen la madurez necesaria para volver a elegir al otro como compañero de camino, más allá de los límites de la relación, y aceptan con realismo que no pueda satisfacer todos los sueños acariciados. Evitan considerarse los únicos mártires, valoran las pequeñas o limitadas posibilidades que les da la vida en familia y apuestan por fortalecer el vínculo en una construcción que llevará tiempo y esfuerzo. Porque en el fondo reconocen que cada crisis es como un nuevo «sí» que hace posible que el amor renazca fortalecido, transfigurado, madurado, iluminado.”

Y es que, todo mal empieza por una cosa pequeña, y si somos sinceros, se agravan porque los engrandecemos como dice el Papa con una carga emotiva demasiado grande. Optemos mejor por ese volver a elegirnos evitando considerarnos los únicos mártires y sigamos construyendo nuestro amor con esfuerzo.

Madre:
Cuánto debe dolerte cuando dos de tus hijos nos decimos cosas duras o pensamos mal el uno del otro, o cuando vamos de mártires. A veces se nos olvida que estás mirándonos. Un poco avergonzados, te pedimos perdón, y prometemos seguir luchando para conseguir que sonrías. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Quitamiedos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 17-19

EVANGELIO
No he venido a abolir, sino a dar plenitud

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

Quitamiedos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

A nadie le gustan las normas, pero los mandamientos no debemos verlos como normas, sino como “quitamiedos”. Imaginamos los quitamiedos de una autovía, o las señales de tráfico que informan de los peligros o prevén accidentes. Así podríamos considerar los mandamientos, como esos límites que Dios nos pone para que no nos “la peguemos”. Que no nos salgamos del camino dando vueltas de campana por un terraplén que nos deje destrozados.

Así, el que no ame a Dios sobre todas las cosas, por ejemplo, que no se queje de que le falta amor en su matrimonio. O el que no santifica las fiestas, y no reza, que no se queje de falta de paz interior y tiene poca paciencia. O el que no honra a sus padres, que no se queje de si sus hijos le desprecian algún día. O el que anda criticando a los demás, que no se queje si se queda sin amigos verdaderos. O el que comete actos impuros, que no se queje si le cuesta valorar a su esposo o reconocer su dignidad y tiene tendencia a exigirle para su propio beneficio, o tiene tendencia a la ira. Y así un largo etcétera.

El Papa Francisco en Amoris Laetitia 222 nos dice:
“En la medida en que los esposos traten de escuchar más en su conciencia a Dios y sus mandamientos (cf. Rm 2,15), y se hagan acompañar espiritualmente, tanto más su decisión será íntimamente libre de un arbitrio subjetivo y del acomodamiento a los modos de comportarse en su ambiente”.

En definitiva, la verdad nos hará libres, específicamente en este caso, de interpretaciones sobre el ser humano y la relación conyugal, que pueden ser muy dañinas, que nos destruyen. Podemos decidir si seguir los mandamientos o no, pero las consecuencias vienen sí o sí. Si no respetamos esos límites, desde luego que no viviremos nunca la maravilla de un amor de comunión.

Cristo y da plenitud a todas esas normas. A esas leyes de amor, les añade espíritu y verdad, para convertir nuestro amor en caridad conyugal.

Madre:
Que no dejemos de anunciar la verdad, aunque parezca radical. Aunque nos critiquen por ello. Porque, si malo es no vivirla, peor es enseñar falsedades. Que vivamos y hablemos de la exigencia del amor, que implica pasar por la puerta estrecha. Por Jesucristo nuestro Señor.

Provocación del Espíritu. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 13-16

EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».

Palabra del Señor.

Provocación del Espíritu.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¿En qué somos los esposos luz para el mundo? Nos lo dice el Papa en Amoris Laetitia 72:
“El matrimonio es una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal como signo imperfecto del amor entre Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional.”

Somos, o debemos ser, signo imperfecto del amor entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa. El reto no es pequeño, y desde luego no se puede lograr si no es desde una llamada de Dios por una parte, y con muchas ganas y mucha ilusión, por otra.

Más adelante, en el 321 nos dice el Papa:
“La vida en pareja es una participación en la obra fecunda de Dios, y cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu. El amor de Dios se expresa «a través de las palabras vivas y concretas con que el hombre y la mujer se declaran su amor conyugal»[385]. Así, los dos son entre sí reflejos del amor divino que consuela con la palabra, la mirada, la ayuda, la caricia, el abrazo. Por eso, «querer formar una familia es animarse a ser parte del sueño de Dios, es animarse a soñar con él, es animarse a construir con él…”

Buenísima la primera frase: “Cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu” Qué grande vivir así el matrimonio: Considerando que el Espíritu me provoca con cada actuación del esposo, con cada situación que me plantea en mi relación con él/ella. Y también, no perder de vista que cada uno para el otro somos reflejo del amor divino…

La sal también tiene propiedades de conservación de los alimentos, pero si está adulterada no sirve. Mantengámonos fieles al plan de Dios. Vivamos nuestro matrimonio con la ilusión de formar parte del sueño de Dios. Si no ¿Cómo vamos a ser luz?.

Madre:
En cuanto nos apoderamos de las cosas de Dios, perdemos la ilusión, y nuestro matrimonio es un Proyecto de Dios. Tú lo dijiste en el Magníficat: Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. Que nuestro espíritu se alegre también, no por nuestras consolaciones, sino porque Dios nos está haciendo partícipes de un Proyecto Grande. Alabado sea por siempre.

Aparente locura, verdadera felicidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 1-12

EVANGELIO
Bienaventurados los pobres en el espíritu

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran , porque ellos serán consolados
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

Palabra del Señor.

Aparente locura, verdadera felicidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las Bienaventuranzas es un resumen del Evangelio, nos ayudan a vivir con coherencia el Evangelio desde nuestra vocación matrimonial. Y si eso lo hacemos encontramos la dicha.

Dichosos los pobres en el espíritu.
Sólo el esposo pobre reconoce que necesita de su ayuda adecuada, de su esposo y le pide ayuda, porque él es ministro de la gracia de Dios. Y se deja transformar por Dios a través de su esposo, priorizando satisfacer a Dios en su esposo por encima de sus propios intereses materiales o personales. Y así los matrimonios pobres de espíritu viven aquí, un anticipo del Cielo. ¡Gracias Dios mío!

Dichosos los esposos que lloran, lágrimas de amor y por amor, viendo en ese dolor una oportunidad para amar ofreciéndolo con y como Cristo.
Saben esperar los frutos, los designios… con paciencia porque confían en Dios que es Amor y todo lo puede. Este matrimonio es consolado en el Sagrado Corazón de Cristo.

Dichosos los que tienen hambre y sed, porque el matrimonio que domina sus pasiones con el apoyo mutuo, sus apetencias, sus criterios…. Por amor al esposo y Dios, heredan la tierra, son dueños del mundo y no el mundo de ellos.

Dichosos Los mansos porque ofrecen su servicio en lugar de responder con agresividad. Al mal responden con bien pues por encima del propio dolor, les importa el bien del otro.

Dichosos los esposos que tienen hambre y sed de justicia (de amor), que tienen deseos de santidad, de amarse como Cristo Esposo Ama a su Esposa la Iglesia. Quedarán saciados.

Dichosos los esposos misericordiosos que se vuelcan precisamente en las limitaciones del esposo. Como Cristo saben amar sin condiciones, en el pecado del esposo. Aman al otro precisamente por lo necesitado que está de amor. Éstos alcanzarán Misericordia en la Tierra, pues han sanado a sus esposos con el amor de Cristo.

Dichosos los esposos limpios de corazón, que se miran el uno al otro como un don de Dios: Dejan que Dios purifique su mirada y ven en el otro lo bello y lo bueno, participando de la mirada del Creador. Se comunican su intimidad el uno al otro, avanzando en ese camino de no sentir vergüenza. Se muestran tal como son y construyen una intimidad común.
Ellos ven a Dios en su esposo.

Dichosos los esposos que trabajan por la paz entre ellos, colaborando así con Dios. Son esos que, como Cristo, renuncian a sus propios derechos por defender los derechos del esposo.
Ellos se llamaran hijos de Dios porque una vez conseguida la paz de Dios, con las llagas de la cruz, reparten el amor de Dios, y esto les hace semejantes a Jesús.

Dichoso el esposo perseguido por causa de la justicia de Dios, pues este desgarro ofrecido y unido al de Cristo, es semilla fecunda para la fe de su esposo y de sus hijos.

Dichosos los esposos perseguidos de cualquier modo, por causa de su fidelidad al Evangelio. El Maligno siempre perseguirá al que viene en nombre de la Verdad. Conseguirán tesoros en el cielo por seguir los pasos de Cristo.

Gracias Señor, porque quieres compartir con nosotros Tu alegría. Purifica con tu Sangre nuestro corazón, nuestra mirada, nuestras intenciones, nuestros deseos… para que vivamos la felicidad de ser verdaderos esposos.

Alabado seas por siempre.