Archivo por meses: marzo 2016

Ver más adentro. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 7, 1-2. 10. 25-30

EVANGELIO
Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora

Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30
En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.

Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

Ver más adentro.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy Jesús nos invita a profundizar, a no quedarnos en la superficie: Los Judíos sabían de dónde venía (hasta donde llegaban a conocer), pero no sabían toda la verdad de Él, no sabían quién era realmente.
Entre los esposos también podemos creer conocernos, pero la realidad es que San Juan Pablo II nos hace ver que, por el pecado, no somos capaces de vernos en toda la plenitud de la verdad. Igual que los fariseos, sé de dónde viene mi esposo: Dónde nació, quiénes son sus padres… Pero ¿y su intimidad? Quizás no tenga acceso a ella porque me no me la muestra, por miedo o vergüenza.

Ante la hostilidad de los que se quedan en la superficialidad y le tienen miedo a la verdad, o no les importa mucho la verdad, Cristo se da a conocer, revela su origen y su más profunda identidad independientemente de las consecuencias que aquello le acarreara: Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz a ese vosotros no lo conocéis. Se refiere al Padre, al que Él es el único que conoce.

El Hijo comparte Su intimidad con el Padre y nos la da a conocer. También conoce la intimidad de mi esposo y me la da a conocer. Por eso es tan importante rezar juntos y esforzarnos para construir una intimidad común. Un sitio donde sólo estemos tú y yo, tus intimidades y las mías. Dios nos da a conocer la verdad de nuestro esposo. A mí me ha dado el don de conocerle a través de Dios, y es ¡¡Impresionante!!

Madre:
Muéstrame al que es Veraz. Muéstrame también la verdad de mi esposo, para que aprenda a mirarle en toda su profundidad y encontrarte en su interior.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

La alianza, mucho más que un anillo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 8, 51-59

EVANGELIO
Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 51-59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
-«Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.»
Los judíos le dijeron:
-«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: «Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre»; ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?»
Jesús contestó:
-«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: «Es nuestro Dios». aunque no lo conocéis. Yo si lo conozco, y si dijera: «No lo conozco» sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.»
Los judíos le dijeron:
– «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»
Jesús les dijo:
«Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.»
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra del Señor.

La alianza, mucho más que un anillo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cristo, a medida que se acerca Su hora, se va revelando más abiertamente, pero los hombres no están abiertos a escucharle. Y lo que Cristo viene a proponernos es el nuevo pacto. Todo amor tiene que estar basado en un pacto, en una alianza y Jesucristo es la nueva alianza de Dios con nosotros. Es por ello que dice “quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”. ¿Dónde guardamos su Palabra? No es llevar el Evangelio en el bolsillo, no la mesita de noche… Es en esa relación íntima con el esposo y con Dios, donde se nos revela el espíritu de Su Palabra y es en los sacramentos donde recibimos la fuerza para guardarla.

Dice San Juan Pablo (cat enero de 1980) que en el principio, el hombre acoge a la mujer, tal como Dios la ha querido por sí misma, y de igual manera, la mujer al hombre. Somos el uno para el otro “elegidos por el Amor eterno”. ¿Qué más necesitamos saber?. Dice también JPII ‘La «afirmación de la persona» no es otra cosa que la acogida del don, la cual, mediante la reciprocidad, crea la comunión de las personas’. Es decir, nos reafirmamos como personas cuando nos acogemos el uno al otro como un don de Dios, tal como somos.

Seamos fieles a nuestra alianza indisoluble de esposos, que es mucho más que un anillo y que se alimenta de la Alianza eterna de Dios con nosotros: Cristo. Acojámonos mutuamente como don de Dios, guardando Su Palabra y no moriremos jamás.

Madre:
Como los fariseos, hay veces que me cuesta abandonar mis criterios y ver la voluntad de Dios en mi esposo y en las circunstancias que concurren en nuestro matrimonio. Como decía San Agustín: «Dios es de tal modo el Sumo Bien que ningún mal permitiría en sus obras si no fuese tan omnipotente y bueno como para sacar bien del mismo mal». Que sepamos ver Su mano en todo momento. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Ser uno. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 5, 17-30

EVANGELIO
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere

Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: – «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: – «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor.

Ser uno.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es impresionante como el Padre y el Hijo son uno. Los que queramos aprender de su modelo de comunión, no tenemos más que leer este Evangelio – “el Hijo no puede hacer nada por su cuenta”: Resulta que el Hijo es Dios y no puede hacer nada por su cuenta, sino que todo lo hace de acuerdo con el Padre.
– “el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace”: Entre ellos no hay secretos. Porque se aman, se entregan toda su intimidad.
– “el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio”: El Padre confía en el Hijo completamente.
– “El que no honra al Hijo, no honra al Padre”: Ellos sí que son conscientes de que al ser una unidad, y por eso, lo que le digan a uno se lo dicen a ambos. Una intuición de San Pablo que venía a decir que quien insulta a su esposo, se insulta a sí mismo. En este caso, comparten la misma honra.
– “mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”: Jesús no se equivoca porque no juzga por Él, sino buscando la voluntad del Padre. Qué importante es sacar de la ecuación nuestros intereses a la hora de juzgar rectamente, y buscar los intereses del esposo.

Impresiona cuando Jesús habla de que el Padre le mostrará obras mayores. La verdad se muestra con obras. Muchas veces nos intentamos enseñar mutuamente con palabras, pero es mucho más fructífero dar testimonio. El hecho de haber cumplido este objetivo de comunión de comunicarnos la santidad de Dios el uno al otro, nos llevará a una resurrección de vida.

Madre:
Admirable cómo el Padre y el Hijo son una unidad con el Espíritu Santo. Qué ejemplo, cómo comparten su intimidad, su confianza… Danos esa capacidad de abrirnos y comunicarnos el uno al otro por entero. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Esposos paralíticos del amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 5, 1-3. 5-16

EVANGELIO
Al momento aquel hombre quedó sano

Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
-«¿Quieres quedar sano?»
El enfermo le contestó:
– «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me adelantado.»
Jesús le dice:
– «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.»
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
-«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.»
El les contestó:
– «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.»
Ellos le preguntaron:
– «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
– Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.»
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor.

Esposos paralíticos del amor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El paralítico es imagen de toda persona al que el pecado impide moverse libremente, caminar por la senda del bien, dar lo mejor de sí. Son los paralíticos del amor. Veamos varios tipos de parálisis:

Hay esposos que se han quedado bloqueados por una “faena” que les hizo su cónyuge. Sienten rencor o llamémosle dolor. Se ven incapaces de perdonar y/o olvidar, y a veces ni siquiera están dispuestos a ello. Se dice que, como lo malo no lo pone Dios sino que lo ponemos nosotros, no queremos quitarlo de en medio para seguir siendo protagonistas. Estos esposos recuerdan una y mil veces aquel dolor que recibieron… Son los paralíticos de “las heridas del pasado”.

Hay otros esposos que se han quedado bloqueados en un tiempo anterior y no hacen más que de recordar “aquellos buenos tiempos” cuando las cosas eran mejores, cuando se sentían más felices, cuando me traías flores después de discutir… cuando me sorprendías con un fantástico plan… cuando íbamos a… Tienen el corazón paralizado en el recuerdo, probablemente de una etapa del enamoramiento llamada a crecer y madurar en el amor verdadero. Son los paralíticos “del sentimentalismo”.

Hay otros muchos tipos de enfermedades del amor entre los esposos: cegueras, cojeras, esposos “autistas” que no saben expresar sus sentimientos, “hipocondriacos” del amor que siempre exageran lo peor, amores “anoréxicos” que no engordan porque no se alimentan…
Puede que llevemos arrastrando muchos años esa parálisis, pero hoy Jesús, el médico del amor, nos pregunta ¿Quieres quedar sano?.

La respuesta parece obvia, pero el misterio del mal nos revela que la mayoría de las veces, ni siquiera somos conscientes de nuestra parálisis, por ceguera, por soberbia o por orgullo. Otras veces, como Adán, nos excusamos culpando al otro… Tendemos a pensar que, si el otro cambiase, yo también sería mejor. Si me apoyara, o me comprendiera…

¡Levántate, toma tu camilla y echa a andar! Tu camilla, no la del otro. Qué importante es coger «el toro por los cuernos», coger mi camilla, en la que estoy paralizado y echar a andar. Iniciar un camino hacia el Padre, hacia el Amor, cogiendo de la mano a mi esposo, mi ayuda adecuada, la persona que Dios me dio para ayudarme. No le culpes, acude al sacramento de la confesión para ver la luz y después, ¡Pídele ayuda!

Queridos esposos, hemos dicho sí al Señor y hemos quedado sanos, no pequemos más no sea que nos pase algo peor.

Madre:
Tú guardabas todas estas cosas en tu corazón. A nosotros nos cuesta que nos entren en la cabeza y cuánto más en un corazón duro como el nuestro. Queremos dejar de ser protagonistas del mal que nos separa, para dejarnos ayudar por nuestro esposo y dejarnos empapar por el espíritu del bien que nos une. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Cuestión de fe. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 4, 43-54

EVANGELIO
Anda, tu hijo vive

Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.» Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: – «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: – «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: – «Anda, tu hijo vive» El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: – «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre.» El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor.

Cuestión de fe.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy Jesús nos habla de los signos: “Si no veis signos… no creéis”.

El funcionario real (y por lo tanto pagano) tiene fe. A veces nos cuesta tener fe en nuestra relación, en que podemos cambiar, etc. A veces esperamos milagros muy llamativos porque no somos reflexivos y necesitamos mucho ruido para darnos cuenta de que algo está pasando. Pero Dios actúa en la brisa, en la perseverancia.

Comentábamos con un matrimonio que la relación con el Señor en la oración produce efectos como los de esas casillas de la oca: “De dado a dado y tiro porque me ha tocado” o “de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente”. De un día para otro, te encuentras con que aquella dificultad que tenías aquel pecado tuyo que se repetía una y otra vez y era como un chicle pegajoso que no hay manera de deshacerse de él, el Señor te lo quita de un plumazo. Ves tan claro que ha sido Él, que te aumenta la fe, como al funcionario real cuando confirma la autoría del Señor en aquel milagro.

En nuestro camino de esposos, tenemos algunas debilidades que hieren especialmente y dificultan la comunión. En nuestra relación de intimidad con el Señor, Él puede cambiarme. Vemos claramente por ejemplo esa paz interior que da el Señor en la oración y en la Eucaristía, que calma esa agresividad de estar a la que salta. Es uno de esos signos que claramente proceden de Él. De Su mano podemos saborear en nuestro matrimonio cualquiera de los 12 frutos del Espíritu Santo: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Mansedumbre, Bondad, Benignidad, Longanimidad, Fe, Modestia, Templanza y Castidad. ¿A que apetecen todos?.

Madre:
Mira a tus hijos, queremos a nuestros esposos, pero les hacemos daño muchas veces sin poder evitarlo. Como aquel funcionario real, a ti suspiramos, gimiendo y llorando. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y muéstranos a Jesús. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que con nuestro esposo, seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.