Archivo por meses: septiembre 2015

Una vocación incondicional. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 57-62

EVANGELIO
Te seguiré adonde vayas

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos e dijo uno: -«Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: -«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: -«Sígueme.»
Él respondió: -«Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: -«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: -«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: -«El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor.

Una vocación incondicional.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nuestra vocación al amor es incondicional. El que responde no pone condiciones, porque si no, ya no sería una respuesta de amor, sino por interés. Así es nuestra vocación como cristianos y como esposos. En tu matrimonio ¿Buscas tu comodidad? ¿Te quedas “enterrado” en el pasado? ¿Te relacionas por interés?. Son los tres motivos que nos impiden entrar en el Reino, encontrar un amor verdadero que es lo que todo el mundo querría.

El que sigue al Señor, encuentra muchas situaciones desconcertantes, de inestabilidad, de prueba… situaciones en las que solamente podemos agarrarnos a Él.

Deja que los muertos entierren a sus muertos, se trata de un dicho popular empleado para decir: deja las cosas del pasado. No pierdas tiempo con lo que ha ocurrido, mira adelante. ¡Qué importante! Cuántas veces nos quedamos dándole vueltas a heridas o historias del pasado y éstas nos impiden avanzar en el camino del Señor, nos pudren por dentro. Cuántos matrimonios que no consiguen recuperar su amor porque no son capaces de olvidar el pasado. Porque no creen que el Señor lo puede hacer todo nuevo. No hay nada peor que la desesperanza, porque todo lo demás se puede arreglar. El que ha saboreado el perdón del Señor, ese que lo regenera todo y lo hace todo nuevo, aprende a perdonar y a “purificar la memoria”. Al cristiano que ha saboreado esto, le manda Jesús: “Tú vete a anunciar el reino de Dios” porque has entendido el camino. El perdón es bello, es imprescindible para restaurar nuestra fidelidad. ¡Nosotros, por Su misericordia, estamos Vivos!

No nos miremos tanto, no miremos hacia el lado, no miremos hacia atrás, miremos hacia dentro donde encontramos el don de Dios. Él nos enseña a participar de la mirada del Creador. Él nos muestra la verdadera belleza de nuestro matrimonio y de nuestro esposo.
San Juan Pablo II:
Queridas familias, hoy tenemos una singular confirmación de que el camino de santidad realizado juntos, como pareja, es posible, es bello, es extraordinariamente fecundo y es fundamental para el bien de la familia, de la Iglesia y de la sociedad». (Juan Pablo II, discurso de beatificación de Luigi y Maria Beltrame)

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Para ver el cielo abierto. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 45-51

EVANGELIO
Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
-«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. »
Natanael le contesta:
-«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
-«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió:
-«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
-«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió:
-«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

Para ver el cielo abierto.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy, día de los arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel, el Evangelio hace referencia a ellos como “los ángeles de Dios” que veremos subir y bajar sobre el Hijo del Hombre. Especial mención merece para nosotros el arcángel San Rafael, por ser guía y ayuda para los esposos Tobías y Sara. Él protegió y guio a Tobías para encontrarse con Sara, y le dio las pautas para construir un matrimonio verdadero. Sería bueno encomendarnos a él como matrimonio, para que nos guíe y nos proteja también. Es un ángel de Dios.

En el Evangelio de hoy, la sinceridad y la coherencia de Natanael, le permitieron reconocer en Jesús al Hijo de Dios. Estar debajo de la higuera era lo mismo que ser fiel al proyecto de Dios de Israel. Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que éstas no concuerdan con el proyecto de Dios.

La coherencia es la clave de aquel en quien no hay falsedad. Es la que mueve a Jesús a señalar a Natanael como ejemplo. La coherencia de vivir el proyecto de Dios para nuestra vida matrimonial, hace que seamos sal de la tierra. Para ello es necesario superar la dureza de corazón: “La dureza de corazón consiste en aferrarse a las propias razones y no querer comprender al otro; esta dureza de corazón no nace de Dios, porque Dios también mora en el corazón de la otra persona. El Esposo está entre vosotros” (D. Juan José Pérez Soba).

También puede haber dureza de corazón por no querer comprender la verdad del matrimonio y vivirlo según nuestros ideales y criterios. Es necesario estar abiertos a lo que nos enseña el magisterio de la Iglesia y sobre todo, aplicarlo a nuestra vida para descubrir la verdad de nuestra vocación. Ese es el objetivo perseguimos en Proyecto Amor Conyugal impulsados por la Santísima Virgen: Vivir con coherencia nuestra vocación, tal como Dios la creó y Jesús la elevó a Sacramento.

«ven y verás» es la mejor forma de enfrentar las objeciones: llevar directamente a los esposos hasta Jesús, el Esposo por excelencia, estando seguros de que Él los convencerá. El que empieza a vivir el plan de Dios para el matrimonio, reconoce la verdad por propia experiencia. En él no puede haber engaño.

Esperamos que el Señor nos señale también diciendo “Ahí tenéis un verdadero matrimonio cristiano, en quienes no hay engaño”, porque nos haya visto orando en familia, como Iglesia Doméstica, bajo el amparo de la Iglesia universal. Él nos promete que, entonces, veremos cosas mayores que las que experimentaremos aquí en la tierra. Veremos el cielo abierto.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Imponer o acoger. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 46-50

EVANGELIO
El más pequeño de vosotros es el más importante.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
-«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado.
El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo:
-«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió:
-«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro. »

Palabra del Señor.

Imponer o acoger.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor exige libertad. Obviamente, si el que entrega algo no lo hace voluntariamente, eso no es amor.
En nombre del amor, se intentan imponer muchas cosas. De ahí la obsesión de corregirnos mutuamente. Al final las cosas tienen que ser como yo digo, y si no…
Cuando nos imponemos provocamos dolor. Cuando acogemos al esposo, hacemos que se sienta a gusto. Primero se tiene que sentir comprendido y después tiene que sentir que no busco nada para mí, sino que quiero ayudarle y ante todo busco su bien o un bien común.

Los apóstoles hablan de imponerse (por vanidad) y el Señor les responde con “acoger a los más débiles” (por amor). ¿Cuál de las dos actitudes quisiera que tuviera mi esposo conmigo?. Al imponernos nos perdemos mucho. Perdemos la confianza el uno en el otro, se levantan defensas que no nos permiten construir una intimidad, ni nos permiten crecer en comunión.

Desterremos esta actitud de la imposición, como si de la peste se tratara, porque realmente es una enfermedad grave del matrimonio. Sustituyámosla por la de acoger “en nombre del Señor”. El matiz es importante, acoger como querría acogerle el Señor.

Pidámosle a María que aprendamos a acoger en nombre del Señor. Así vino Cristo a su vientre, así acogió Su sacrificio en la Cruz. Así quiero aprender a acoger a mi esposo en su debilidad, con ternura, compartiendo su dolor y uniéndome en su misión.

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Cortar amarras. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

EVANGELIO
El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
– «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió:
-«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.»

Palabra del Señor.

Cortar amarras.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hay un amor que es humano y por tanto limitado, que está dividido. En unos momentos te amo, en otros no, a unos sí, a otros no… Mientras sea amor, es un don recibido de Dios y no es malo. Pero el que sigue a Cristo, va siendo transformado por su amor: La Caridad. Es un amor más exigente. Los que hemos recibido el don de la Caridad Conyugal, tenemos todo lo que necesitamos para vivirlo. Es un camino mejor, como dice San Pablo.

Porque tenemos ese don tan maravilloso, debemos ser muy exigentes con nosotros mismos y cortar con todo aquello que nos separe del camino hacia ese camino de Caridad Conyugal con mayúsculas. Si me separa mi lengua por la crítica, o mi mano por coger o tener, o mis pies por ir a sitios que no me ayudan, o mis ojos por mirar mal… Todas estas cosas me que quitan la libertad del don, de donarse. Saber contra qué tentaciones tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas para que el don de la Caridad se vaya desarrollando en nosotros y nos vaya transformando.

Los padres tenemos un riesgo mayor de escandalizar a los niños, puesto que para ellos, somos la imagen de Dios durante muchos años. Por tanto, nos toca tener un plus en esta auto exigencia, porque no sólo ponemos en juego nuestra fidelidad a Dios, sino también la de nuestros hijos.

Nuestro barco del amor tiene que partir y navegar lejos. Lo mismo se lo impide una soga gruesa que una fina. Cortemos amarras y hagamos lo que tengamos que hacer, pero no nos perdamos la oportunidad de vivir la experiencia del Reino de Dios.

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El santo anonimato. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 43b-45

EVANGELIO
Al Hijo del Hombre lo van a entregar. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 43b-45
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
-«Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Palabra del Señor.

El santo anonimato.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús se presenta a sí mismo como el Hijo del Hombre. Porque lo que viene es a humanizar al hombre. Nos invita a ser como Él, más humanos.

Los discípulos buscaban a un dios espectacular, admirablemente poderoso, y se encuentran con un Rey manso y humilde, plenamente hombre, que viene a servir y no a ser servido y que debe entregar su vida. No entendemos a Jesús. No entendemos sus caminos, y sin embargo, Él es el perfecto hombre. Él es el perfecto Esposo.

La reacción de Jesús frente a la admiración: “-«Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»” Haciendo referencia al momento más “bajo” de su vida en la tierra, cuando iba a ser tratado como un delincuente. Él no quiere perder de vista ese momento. Mientras los esposos olvidamos en seguida nuestra miseria y pequeñez y queremos dominarnos el uno al otro, Jesús se repite una y otra vez que su destino es que lo cojan y lo traten como un desperdicio de la sociedad del momento.

Metámonos bien en la cabeza que el único Santo, tres veces Santo, es Él, nuestro Señor. Él se educó en Nazaret, bajo la tutela de una Madre sencilla: “Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio… Una lección de silencio ante todo. Que nazca en nosotros la estima del silencio, esta condición del espíritu admirable e inestimable… Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que es la familia, su comunión de amor, su austera y sencilla belleza, su carácter sagrado e inviolable… Una lección de trabajo. Nazaret, oh casa del «Hijo del Carpintero»… (Pablo VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret).

Tomemos nota, aprovechemos nuestro Nazaret sencillo y bello, en nuestro hogar, con nuestro esposo e hijos y vivámoslo santamente, sin querer llamar la atención, sin buscar la protagonismos o admiraciones de nadie. Vivamos hermosamente el plan de Dios, eso es lo importante. Sólo Dios basta.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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