Archivo por meses: julio 2015

¿Dónde están mis llagas? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 20, 24-29

EVANGELIO
¡Señor mío y Dios mío!

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
-«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó:
-«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. »
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
-«Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás:
-«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás:
-«¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo:
-«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Palabra del Señor.

¿Dónde están mis llagas?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Tomás creía estar solo con los demás apóstoles cuando pronuncia sus palabras de incredulidad. De repente aparece Cristo y repite las mismas palabras de Tomás. El apóstol no era consciente de que tenía un Espectador de excepción. Los santos tienen en común que siempre consideran que tienen a Dios como espectador. Si nos esforzáramos en la sinfonía de la vida por “tocar” sólo para Él, daríamos un enorme paso en nuestra vida espiritual.

Señor, ya no te reconocen por el aspecto de tu rostro, sino por tus llagas. A Cristo se le reconoce por la cruz y al cristiano también. Santa Teresa decía que a cada “morada” en el camino hacia la 7ª, que es la unión plena con Dios, le correspondía su cruz, cada vez mayor. Una cruz que sólo se puede soportar en la medida en que se ama a Cristo. De ahí que cuando los hijos del Zebedeo le plantean a Jesús que quieren sentarse en su reino uno a su derecha y otro a su izquierda, Jesús les pregunta ¿Estáis dispuestos a beber el cáliz que yo he de beber?.

Si queremos vivir en el matrimonio una comunión como la que vive Cristo, tenemos que estar dispuestos a beber el cáliz que Él bebió. Esa es la melodía que el Señor espera escuchar en nuestros corazones. El desgarro de un amor profundo, intenso y sincero, sólo para ti, Señor mío y Dios mío.

Si soy un esposo cristiano ¿Dónde están las llagas de Cristo en mí?. Esas que dan Su paz.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Ganar desde el banquillo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 1-8

EVANGELIO
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: -«¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados.» Algunos de los escribas se dijeron: -«Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
-«¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados están perdonados», o decir: «Levántate – y anda»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados – dijo dirigiéndose al paralítico -: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.» »
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor.

Ganar desde el banquillo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este Evangelio nos enseña que lo importante no es nuestra debilidad, sino la confianza en Dios. El único que salió curado de aquella reunión, fue el paralítico. Bendita parálisis que mereció tal Sanador ¿No os parece?.

Normalmente nos preocupa nuestra debilidad. No soportamos vernos imperfectos, impedidos, siervos inútiles. No soportamos meter la pata y que otros nos vean, porque nos parece que no estamos siendo testigos del Señor. Pero hay dos maneras de ser testigos: Una, la que a todos nos gustaría: actuando heroicamente porque es Dios quien actúa en nosotros. La otra es que, a pesar de todo nuestro pecado: Envidias, egoísmos, orgullo, vanidad, pereza… Dios nos perdona. El paralítico fue un medio para dar testimonio de Cristo, porque todo el mundo vio cómo Cristo le perdonaba sus pecados. Lo presentaron ante todos como pecador (en aquella época las enfermedades se consideraban provocadas por el pecado) y salió justificado, y todo el mundo alababa a Dios y no a él.

En una ocasión, Mons. Munilla contaba que, a un chaval le preguntó delante de sus compañeros: ¿Qué prefieres, perder un partido por tres a uno, pero habiendo metido tú ese gol, o ganarlo por tres a uno y haber estado todo el partido en el banquillo? El chaval, honestamente respondió: Perderlo y haber sido yo el autor del gol. A veces, tristemente, prefiero ganar yo, aunque sea a costa de que pierda nuestro matrimonio.

Dios es el autor de nuestro matrimonio. Todo es Suyo. Estamos en sus manos, y a veces, como a Abraham con su hijo Isaac, nos pide que entreguemos lo que más queremos. Muchas veces, en nuestra relación, nos tocará ganar el partido por haber estado en el banquillo. Que no nos preocupe tanto nuestra debilidad, sino nuestra fe.

Si tenemos la confianza puesta en Él, recibiremos el ánimo del Señor: ¡Ánimo hijo/a!.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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La hucha de los demonios. Comentario del Evangelio para Matrimonios Mateo 8, 28-34

EVANGELIO
¿Has venido a atormentar a los demonios antes de tiempo?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.
Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos:
-«¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?»
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron:
-«Si nos echas, mándanos a la piara.»
Jesús les dijo:
-«Id.»
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

Palabra del Señor.

La hucha de los demonios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cómo nos gustaría tener un cerdito tipo hucha, donde meter demonios cada vez que se entrometiesen en nuestro matrimonio ¿Es o no es?.

La autoridad en el matrimonio la describe Benedicto XVI: “El hombre tiende a identificar autoridad con posesión, poder, dominio, éxito. Para Dios, en cambio, la autoridad significa servicio, humildad, amor; significa entrar en la lógica de Jesús que se inclina para lavar los pies de los discípulos, que busca el verdadero bien del hombre, que cura las heridas, que es capaz de un amor tan grande como para dar la vida, porque es Amor”. Benedicto XVI, 29 de enero de 2012.

Si soy la ayuda adecuada de mi esposo ¿Qué debo hacer cuando esté furioso? Nuestras respuestas suelen ser: 1. Evitarle (“nadie se atrevía a transitar por aquel camino”) o 2. Enfrentarnos imponiendo una autoridad “humana”: dominar la situación y pararle los pies… Y como dice Cristo, nadie expulsaría un demonio con otro, porque el Demonio no se hace la guerra a sí mismo. Si no expulsamos demonios sino que los “azuzamos”, no actuamos en nombre de Cristo. Si no ayudamos a que el mal vaya saliendo de nuestro esposo para que entre el bien, no actuamos con la autoridad del Señor. Cristo no va contra las personas, sino contra el demonio que las tienta y las domina. Decide salvar una vida, las de aquellos que le fueron entregados por el Padre, como nuestro esposo nos ha sido entregado por el Padre.

También nosotros tenemos la responsabilidad-misión de la salvación de nuestro esposo, ese maravilloso don que nos ha entregado Dios. Nuestra misión no es huir cuando más necesita de Dios, de su Amor, sino que debemos actuar en el nombre de Cristo, como un auxilio de Dios para él/ella que necesita una ayuda adecuada para su salvación. Hay que prestarle esa ayuda, (somos ministros de la gracia de Dios para nuestro esposo) que nos preguntará qué hicimos en Su nombre, cómo fuimos representantes de Su amor. Tenemos la autoridad que Dios nos da, y no otra.

Nuestra propuesta de hoy: Coloca un cerdito-hucha en la cocina. Cuando el demonio se cruce en la vida de tu esposo, plantéate qué haría Cristo para librarlo y meter ese demonio en aquella hucha. Cuando esté llena, la rompes y te compras otra. 

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/