Archivo por meses: julio 2015

De la boda a la poda. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 15, 1-8

EVANGELIO
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor.

De la boda a la poda.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

«Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí» dice San Pablo. «permaneced en mí, y yo en vosotros» nos dice hoy el Señor.

¡Qué importante es acoger el Evangelio en mi vida! Llegar a tener los mismos sentimientos de Cristo. ¿Esto no quieres? Yo tampoco. ¿Esto quieres? Yo también. Todo se hizo por Cristo que es la Palabra de Dios. Esa Palabra nos limpia y nos permite permanecer en su amor. El Señor nos habla de unos frutos abundantes que por nosotros mismos no podemos alcanzar.

Dice San Agustín (Comentarios al evangelio de San Juan 81):
“Considerad una y mil veces las siguientes palabras de la Verdad: Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos. El que está en mí y yo en él, ése dará mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada (Jn 15,5). Y para evitar que alguno pudiera pensar que el sarmiento puede producir algún fruto, aunque escaso, después de haber dicho que quien permanece en él dará mucho fruto, no dice: «porque sin mi podéis hacer poco», sino: sin mí no podéis hacer nada.”

Si nosotros damos esos frutos, hablamos de Cristo sin hablar: Caridad, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, mansedumbre, fidelidad, modestia, autocontrol, castidad y generosidad.

Un esposo que no da fruto, es un falso profeta, porque su unión no refleja a Cristo. ¿Lo vamos a permitir?.

Sigue San Agustín: “… Y si el sarmiento da poco fruto, el agricultor lo poda para que lo dé más abundante”

Son las dificultades que encontramos en nuestro matrimonio, son la poda que Dios permite para que demos más fruto, y así tengo que acoger estas dificultades, como oportunidades para dar más fruto, porque sigo conectado al Señor y Él lo hará. Por ejemplo: Aceptar mi falta de paciencia o la de mi esposo, es una poda para llegar a alcanzar el fruto de la paciencia ¿no te anima esto?. Y así ocurre con todas las cruces de cada día. Esto sólo funciona unidos a Cristo. Dios corta la rama seca para que nazca una nueva, verde y vigorosa.

Sigue San Agustín: “Los sarmientos son tanto más despreciables fuera de la vid cuanto más gloriosos unidos a ella. … El sarmiento ha de estar en uno de esos dos lugares: o en la vid o en el fuego; si no está en la vid estará en el fuego. Permanezca, pues, en la vid para librarse del fuego.”

Señor, damos poco fruto como esposos, nos falta autocontrol, caridad, paciencia… y entendemos que sigue siendo tiempo de poda. Pero ayúdanos a vivirla con esperanza y alegría, con confianza en Ti, porque sabemos que quieres lo mejor para nuestra familia y que crezcamos y demos más fruto. Sin ti, Señor, nuestra familia sería un fracaso personal, familiar y social. Sin Ti, no podemos hacer nada, no podemos vivir un amor de comunión. Nuestro matrimonio tiene todavía mucho que hablar de ti, tenemos muchos frutos por los que alabarte y darte gracias. Señor, pódame, haz conmigo lo que quieras. En ti confío.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Cuando no sientes al lado a tu esposo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1. 11-18

EVANGELIO
Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1. 11-18
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: -«Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: – «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. »
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: -«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: – «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: -«¡María!»
Ella se vuelve y le dice: -«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: -«Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.»»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: -«He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor.

Cuando no sientes al lado a tu esposo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy en día hay muchos esposos, que lloran (más o menos en silencio) la muerte de su relación matrimonial. Su esposo sigue vivo, pero para ellos está como enterrado en un sepulcro que se mantiene medio abierto con la esperanza, ya casi perdida, de que algún día resucite su amor.

Si estás en esta situación, vive este Evangelio. Hoy se oye una voz, de un ángel enviado por Dios, que me dice: ¿Por qué lloras?. Y respondo: Se han llevado a aquella persona de la que me enamoré: Que me seducía, tenía detalles conmigo, yo era el centro de su vida, me contaba sus cosas… se lo ha llevado el pecado: sus negocios, sus egoísmos, la rutina, sus tentaciones… y no sé dónde lo han puesto.

Entonces oigo otra voz: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?. Me doy la vuelta y no veo a nadie, pero ahí, de pie junto a mí, está el mismísimo Señor. No lo reconozco, pero está. Nunca se ha apartado de mi lado.

Quizás tu esposo no ha sabido ser fiel a vuestro matrimonio, y se ha alejado de aquella promesa de “te quiero a ti y me entrego a ti…”. Pero tú sí te has mantenido fiel a esa promesa y has mantenido tu alianza matrimonial con tu esposo y … con CRISTO. Porque no olvidemos, que esa promesa se la hicimos los esposos también a Cristo. Y Él no se ha apartado de nosotros, Él tampoco ha fallado a su promesa de permanecer para siempre junto a ti, en tu relación conyugal.

A ti, que vives una de estas situaciones; a ti ¡valiente! ¡enamorado del Señor! que has decidido entregarte aunque no te veas compensado por el otro, seas hombre esposo o mujer esposa, Jesús te dice hoy: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro” para interceder por ti. Él puede hacer el milagro de hacerte feliz en tu situación, la que sea, porque le has sido fiel y nunca romperás aquella promesa que hiciste ante el altar. No te quejes, acéptala. Seguirás unido a tu esposo, hasta que la muerte te separe.

Ofrécele al Señor tu entrega en la Eucaristía, como María Magdalena día tras día, y el milagro se producirá. Díselo a todos: “Hoy (a través de su Palabra), el Señor me ha dicho esto”. Y aunque como Santo Tomás no te crean, Jesús te cambiará la vida. ¡Jesús está vivo! Es real. No lo dudes.

Pero tienes que entregarte como María Magdalena: Ella estuvo presente a los pies de la cruz, en el descendimiento, en el entierro. Era una mujer enamorada buscando el amor desesperadamente, a pesar de su agotamiento. A ella Jesús le llama por su nombre: “María”. Es el consuelo del amado ¿por qué lloras y sufres? Esto tenía que pasar para que venciera el amor. No hay alma que se resista ante el verdadero amor. Santa Rita, Santa Mónica o Santa Madre Carmen son un testimonio de esto. Algunas hicieron santos a sus esposos. Ante una entrega como la de María Magdalena Dios no se puede resistir, y tu esposo… tampoco.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Una relación nueva. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 12, 46-50

EVANGELIO
Señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos»

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:
-«Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo. »
Pero él contestó al que le avisaba:
-«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo:
-«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

Palabra del Señor.

Una relación nueva.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nos imaginamos por un instante que llegamos al trabajo de nuestro esposo porque queremos hablar con él y se lo comunican: tu marido/mujer esta fuera porque quiere hablar contigo ¿Qué pasaría si le oímos decir desde lejos: Quién es mi marido/mujer?

Tu esposo no es tal como lo miras con los ojos sensibles. Hay un nuevo esposo que tienes que aprender a ver con los ojos de Dios y amarle con el Espíritu de Dios. Ahí encontrarás a tu mejor amigo, tu relación más íntima, el que te conoce y a quien conoces. Ya no te sorprenderás a ti mismo contándole a otro cosas que deberías contarle a tu esposo y no te atreves a hacerlo.

Vivir en Cristo establece un nuevo tipo de relación. El que cumple Sus mandamientos, permanece en Él. No es lo mismo ser hermanos, que ser hermanos en Él. No es lo mismo ser padres que ser padres en Él. No es lo mismo ser esposos que ser esposos en Él.

Los esposos que cumplen la voluntad del Padre para el matrimonio, permanecen en Él, y entre ellos hay una nueva relación, porque Él lo hace todo nuevo. El matrimonio pasa a ser otra cosa. Deja de ser una relación de pactos en la que el respeto es un mínimo exigible, para convertirse en un misterio sagrado de Dios, por el que hombre y mujer se hacen un sólo corazón y una sola alma.

Es voluntad del Padre que vivamos el uno para el otro, que seamos ayuda adecuada el uno del otro, que nos conozcamos, que generemos vida a nuestro alrededor. No se trata de dar respuesta al otro según su entrega, sino de cumplir la voluntad del Padre. Yo me entrego a ti, porque Dios quiere que te ame como Él me ha amado, porque es Su voluntad. Así descubriré realmente quién soy, quién eres y qué quiere Dios de nuestra unión.

Jesús aquí apunta a lo importante, la verdadera familia nace del Padre. Si quiero ser uno con mi esposo, no lo conseguiré si no es naciendo del Espíritu. Tenemos que llegar a ver todo desde la mirada de Dios. Tenemos que aprender a ver al esposo y nuestro matrimonio desde la mirada de Dios.

Pongamos nuestra confianza en Él, como María, que a pesar de la dureza de las palabras de Cristo, guardaba todas estas cosas en su corazón.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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El signo está en tu mano. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 12, 38-42

EVANGELIO
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús:
-«Maestro, queremos ver un signo tuyo.»
Él les contestó:
-«Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.
Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»

Palabra del Señor.

El signo está en tu mano.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¿Qué pasará cuando se juzgue a esta generación de esposos? ¿Somos una generación infiel a nuestra vocación de entrega matrimonial en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas? ¿Somos una generación perversa? Esa perversión que consiste en saber que no lo estamos haciendo bien y no hacemos nada para remediarlo.

Esta generación necesita esposos que, como Jonás, estuvieron un tiempo hundidos en las entrañas del mundo y Dios los ha sacado para que anuncien la verdad del Evangelio de Matrimonios. Pero ¡ay de los que no se conviertan! con su testimonio. ¡Ay de los que no emprendan el camino hacia la sabiduría de Dios sobre el matrimonio! Un camino largo, pero necesario.

A los esposos no se nos dará otra señal que la alianza que nos entregamos el día de nuestra boda. Cada alianza permanece en el dedo anular del esposo, allí donde fue puesta amorosamente por el otro «en señal de amor y fidelidad». Cada uno tiene en la propia mano la señal del milagro de la entrega del otro. El signo de que somos fieles al amor por el que Dios nos ha unido y por medio del Espíritu Santo nos ha convertido en un Misterio viviente que refleja el Amor divino y participa de Él. En nuestro Sacramento es Cristo mismo quien nos dice a los esposos cristianos estas palabras: «así como el Padre me amó, así os he amado yo: permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). La Alianza, Su Alianza, está significada por la alianza conyugal. Ahora los esposos podemos también «permanecer en el amor» que nos entregamos el día de nuestra boda y manifestar la verdad del signo de los anillos nupciales.

Mira ese signo, la alianza en tu dedo. ¿Te acuerdas? Acaríciala y bésala. Besa la verdad que representa.

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La serenidad que buscas. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 30-34

EVANGELIO
Andaban como ovejas sin pastor

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
-«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. »
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Palabra del Señor.

La serenidad que buscas.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Si pudiésemos elegir qué es lo que más falta en la sociedad en que vivimos, en la gente de nuestro alrededor, diríamos que falta “serenidad Interior”. En nuestro mundo, todos se presionan unos a otros. La gente vive nerviosa, a la que salta por cualquier tontería.

San Juan Pablo II explica que el hombre se deja arrastrar por la pasión buscando su satisfacción, pero no la alcanza la fuente de la paz interior. Tiene experiencias superficilaes, pero no interiores. Es como que la satisfacción sólo llega “por fuera” y no “por dentro”, en lo más profundo y sincero de nosotros mismos. ¿No habéis tenido esta experiencia? ¿Diversión y vacío interior?.

Hoy el Señor nos habla sobre el descanso. Observemos qué hace, y aprendamos de Él: Selecciona al grupo de los apóstoles más íntimos, y les invita a ir con Él a un sitio tranquilo y apartado. Sencillo ¿no?. Nos jugamos mucho por falta de algo que se consigue con estos dos pasos que nos enseña hoy Jesús: Coge a tu esposo y dile que se vaya contigo a un sitio apartado a descansar, con el Señor. Tiene que ser con Dios, como dice San Juan Pablo II: “Incluso desde la intimidad del encuentro con el otro, se abre la urgencia de una intervención de lo Alto, que salve al hombre de un dramático, y por otra parte, inevitable, fracaso”. Todos tenemos experiencia de haber fracasado en nuestra relación, porque nuestro diálogo no es suficiente ni es la solución. Necesitamos coger el Evangelio, la Palabra con que Él nos enseña con calma. Hablad de lo que habéis experimentado, en presencia del Señor. Poco a poco, el descanso interior irá creciendo en nosotros. ¡Garantizado!.

Muchos esposos no dedican tiempo a orar juntos, porque dicen que llegan cansados al final del día. ¡Hay tantas cosas que hacer! Que no nos dejan tiempo ni para comer. Precisamente, el Señor propone como solución al cansancio que nos vayamos juntos con Él a un lugar apartado. En esos ratos, Él nos enseña con calma, para que no vayamos por la vida como ovejas sin pastor. No podemos enseñar lo que no tenemos. No podemos enseñar a amar, si el Maestro del amor no nos ha enseñado primero.

Así lo expresaba la beata Teresa de Calcuta: “El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”.

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