Archivo por meses: abril 2015

Por aquellos que me diste. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 10, 11-18

EVANGELIO
El buen pastor da la vida por las ovejas

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-18
En aquel tiempo, dijo Jesús:
– «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.

Por aquellos que me diste.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Y ¿Qué es el matrimonio sino esto?. El buen pastor en una familia, no es el que más manda, sino el que entrega su vida por aquellos que Dios le ha entregado.

Jesús es el buen Pastor, porque da su vida por ti y por mí, cuando estamos dispersos o descarriados. ¡Qué difícil es para el corazón del hombre amar al descarriado! Porque hiere a quienes conoce. Jesús asume sobre sí esa herida porque nos ama más, porque da su vida voluntariamente por ti y por mí, para que la podamos recuperar.

De igual modo en el matrimonio, estamos llamados a ser pastores con Jesús. El matrimonio es un compromiso de los tres: Jesús, tu esposo y tú. Si tu esposo se dispersa, mantente unido al buen Pastor Él hará salvará tu matrimonio si haces lo que te diga. La pareja asalariada en la que uno no es dueño del otro, porque Dios no se lo ha entregado, cuando ven venir una dificultad abandonan y huyen, para protegerse. Las dificultades, hacen estragos en ellos y los dispersa. Y es que a un asalariado no le importa la verdadera salvación del otro. No han querido comprometerse. Buscan más bien que el otro no les dañe. Se importan más a sí mismos que el otro.

Por eso nos ama el Padre, porque entregamos nuestra vida libremente por el esposo que nos entregó y ni es por resignación, ni por aguantar, sino por salvarle. Cristo tiene poder para recuperarlo. No se trata de confiar en nuestro poder, ni valorar el grado de dificultad que tiene la situación, sino mantenernos fieles a Cristo y a nuestra alianza hasta que Él lo sane todo.

Con el testimonio de vida en Cristo, tenemos que llevarle a nuestros hijos para que le escuchen, lo conozcan, y se conviertan en ovejas del Buen Pastor.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Tres a elegir. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 16, 15-20

EVANGELIO
Proclamad el Evangelio a toda la creación

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor.

Tres a elegir.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Salieron tres, a hablarle al pueblo. Uno era político, otro comerciante y el tercero un discípulo del Señor. El primero, llevaba una carrera política impecable. Era un gran orador, seguro de sí mismo, con una imagen intachable y con unas cualidades de comunicación fuera de lo común. El segundo llevaba toda la vida vendiendo, conocía todas las artes de la venta. Era persuasivo y sabía cómo crear la necesidad en la gente. Además era agradable en el trato y de conversación animosa y divertida. El tercero era un pobre pescador, rudo, que vestía muy desaliñado. No sabía expresarse con claridad, era parco en palabras y desde luego, su imagen no era como para seguirle. Sólo por éste último, la gente era capaz de dejarlo todo. ¿Por qué?.

El político buscaba el poder y decía lo que le convenía oír a la gente. El comerciante buscaba sus intereses económicos por encima de los de sus compradores, esto era evidente, y por tanto, no acababa de convencer más que para una transacción comercial rápida. Pero el pescador, estaba allí porque Dios se lo había ordenado. No perseguía nada para él. Demostraba así su fidelidad y su nobleza. Además, se dedicaba a los más desfavorecidos, esos que de todo lo que les des nunca recibirás nada a cambio, porque no tienen nada que darte más que a ellos mismos. Era una persona auténtica y autenticidad significa donación en totalidad. Si te guardas algo, ya no es auténtica tu entrega. Decía san Justino que «aquellos ignorantes e incapaces de elocuencia, persuadieron por la virtud a todo el género humano».

Había tres esposos. A uno le importaba destacar y, en consecuencia, tenía un físico bien cuidado, siembre iba impecable, era culto, estaba bien reconocido, respetado, tenía influencias y poder. A otro le importaba su trabajo y tenía un buen puesto, una casa impresionante, dinero, viajes… y al tercer esposo, le importa la voluntad de Dios y por tanto, su prioridad eres tú. ¿A cuál de ellos le entregarías tu vida?. Pues haz tú lo mismo y persuade a tu esposo por la virtud del amor auténtico.

“A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.”

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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La Fuente. Comentario del Evangelio para Matrimonios Juan 6, 52-59

EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
– «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
– «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Palabra del Señor.

La Fuente.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.”

Hay un manantial, una fuente de la que emana todo. Emana el Amor, origen y destino de todo.

San Juan Pablo II, en sus poemas del Tríptico Romano, dice:
Si quieres encontrar la fuente/ tienes que ir arriba contra la corriente/ Empéñate, busca, no cedas./ Sabes que tiene que estar aquí/ ¿Dónde estás fuente? ¿Dónde estás fuente?

Así es, si queremos encontrar la fuente, tenemos que “ir arriba contra corriente”. Es verdad que es cansado. La corriente desgasta. Ser fiel a nuestra promesa matrimonial y defender con la vida la verdad del matrimonio, desgasta.

La tentación es fuerte… Pero no. El matrimonio tiene que estar abierto a la realidad, expuesto a todas estas dificultades. La manera de conocernos no es encerrándonos para investigar nuestro interior, sino abriéndonos el uno al otro, aceptando nuestras diferencias. Teniendo experiencia de relación descubrimos nuestra dignidad, porque hemos sido creados para la comunión (aunque ésta parezca imposible), no para la soledad.

Pero nosotros, miramos a la fuente. Permanecemos en Él y Él permanecerá en nosotros. A nosotros nos has llamado a una vocación. Podemos responder como la Virgen María: ¿Cómo hacerlo? Convertirse en “imagen del Amor Trinitario” por Jesús. ¡Es una cosa tan grande, y nosotros somos tan pequeños! ¡Ser una sola carne, un solo corazón, una sola alma, siendo tan distintos! Podemos pensar que es imposible y dudar o como la Virgen, sólo preguntar ¿Y qué tengo que hacer?

Porque en realidad no es obra nuestra, es obra del Espíritu Santo, con nuestra colaboración (en la entrega diaria) para experimentar lo que dice san Pablo: ‘ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí’. Entonces el Espíritu Santo, el Hijo y el Padre habrán realizado su obra sobre nosotros: ser uno como ellos son uno. Ya no será el pensamiento, ni el acto de mi cónyuge, ni el mío, sino el de Cristo.

Tenemos hambre de Ti Señor, devoraríamos cada acto en Tu presencia, para impregnar nuestros hogares de Tu Perfume. Cada despertar, el desayuno, asearte para dar gloria a Dios, ordenar tu habitación, la alegría de un día por delante para salvar, sanar… Bendito lunes o bendito viernes. Todos los días son para amar, se han hecho para que el hombre vaya a Ti, mi Dios, amando.

El matrimonio es comer Tu Carne y beber Tu Sangre, para hacernos Eucaristía contigo en la entrega mutua hasta el extremo y la entrega al mundo como miembros de la Iglesia.

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Ceniglesia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 44-51

EVANGELIO
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios.»
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí.
No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Palabra del Señor.

Ceniglesia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado”
El Rey organiza una ceremonia para buscar una esposa para su Hijo. Pero nadie tiene la oportunidad de desposarse con Él si no ha sido invitado, así que, a petición del Hijo que se siente especialmente atraído por una de las más humildes y necesitadas doncellas, ordena enviar una invitación a todas las mujeres del pueblo: Ricas, pobres, justas e injustas…

Ceniglesia es una hermosa moza, a la que han creado mala fama. Digamos que no la consideran digna de asistir al baile. Tuvo un encuentro con el Rey hace tiempo, pero cometió varios errores en con Él que el Hijo debería enmendar, para restaurar su imagen ante el Rey y que éste aceptara su relación con ella.

Al lado del Hijo del Rey, Ceniglesia era pobre y miserable. No merecía tal Esposo. No tenía un traje digno para acudir al baile. Pero había alguien, la Madrina que intervendría para pedirle al Principe lo que Ceniglesia necesitara para engalanarla. Así que el amor del Príncipe transformó los sucios y rotos ropajes de Ceniglesia en el más hermoso y reluciente vestido jamás visto. Una hermosa carroza guiada por Santos, Ángeles… y la propia Madrina, guiaron aquel carruaje hasta el lugar donde se celebraba el baile.

Allí bailaron el Hijo del Rey y la doncella Ceniglesia y encandilaron al Rey que decidió acceder al casamiento y hacer a Ceniglesia heredera del trono real, junto con su Hijo.
Y vivieron felices y comieron…

Perdonad el cuento hoy, por darle un enfoque diferente al comentario.

Nuestra fe es una relación de amor. Dios nos atrae. Sí, como cuando nos enamoramos. Una fuerza superior a nosotros nos atrajo hacia aquel chico o aquella chica. Esa fuerza superior, nos atrae hacia Él. Y nos envía a ser parte del cuerpo del Señor, a través del Pan de su Cuerpo. Ya no actuamos como queramos, somos la Esposa que se deja llevar en el baile con el Esposo. Tenemos que actuar según Él, que es la cabeza de todos nosotros. Su Pan va transformando nuestros sucios ropajes y nos va engalanando para el día en que bailemos con Él ante el Rey y nos desposemos para toda la eternidad.

¿Y qué hay del zapato de cristal?. Es nuestro esposo, aquel con quien contrajimos matrimonio en la tierra. Gracias a él, el Hijo nos encontrará, porque sólo él está hecho para mí. Sólo él encaja conmigo.
Esta vez, cuídalo mejor y no lo pierdas.

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Un viaje por la voluntad de Dios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 35-40

EVANGELIO
Ésta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 35-40
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Palabra del Señor.

Un viaje por la voluntad de Dios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Qué bien que la voluntad de Dios sea que no nos perdamos ninguno de los que le ha dado a Su Hijo. Qué bien que Jesús haya venido a hacer la voluntad del Padre. Pero nosotros tenemos también que colaborar con la voluntad del Padre. Él nos ha encomendado una misión, y es que no se pierda ninguno de los que nos ha dado: Mi esposo primero (para toda la vida) y mis hijos (temporalmente hasta que maduran e inician su propia misión).

Vamos a realizar un viaje imaginario, introduciéndonos en una voluntad de Dios y viajar por todo el recorrido que debe realizar para alcanzar su gloria. Se trata de un servicio que debes realizar a tu esposo. Nace de las manos de Dios, como un bien perfecto construido por amor y cuya esencia es el amor. Esta voluntad de Dios a la que nos hemos subido, viaja inmediatamente a su Hijo, Jesús, quien inmediatamente la ejecuta y la promueve hacia ti, el implicado. ¿Cómo llega a ti? a través del Espíritu Santo que reside en tu interior y te guía.

Tú estás a punto de recibirla. Contiene toda la pureza con la que fue creada, pero cuando llegue a tu corazón, comienza el combate espiritual. Contemplaremos cómo lucha en tu conciencia la voluntad de Dios con la tuya. Es la batalla de la triple concupiscencia. La pereza pone su escudo para que no le llegue, el orgullo la coge e intenta adaptarla según la forma que cree que le conviene, el egoísmo aparece cargado de armamento para intentar destruirla y que no quede ni rastro de ella, la vanidad la esconde porque no le parece justo tanto servir al esposo…

Y he ahí que la voluntad de Dios es “torturada” por todo un ejército de enemigos que la ensucian y la manipulan. Un escuadrón con tres cabezas: El demonio, el mundo y la carne.

Pero hay alguien más. Uno capaz de provocar un tsunami y arrasar a todos los enemigos de la voluntad de Dios, y por tanto, tus enemigos. Es el Espíritu Santo, que te pregunta si quieres que intervenga. Te lo pregunta en la oración. Entonces ¿qué tengo que hacer?. Tenemos que ir a Él ¿Dónde? En la Eucaristía. Él lo hace todo nuevo.

Él puede limpiar y recomponer la voluntad de Dios, para dejarla como estaba. De ti depende que Su voluntad llegue hasta sus últimas consecuencias, porque no solo te afecta a ti, sino a muchos más a tu alrededor. Si actúas según Sus instrucciones, otros la recibirán también de tu mano y la voluntad de Dios continuará sembrando amor y la alegría.

Tu servicio transmitirá el Amor de Dios a tu esposo primero, pero llegará también a tus hijos a través de tu ejemplo y vuestro amor ¿No es cierto?. Tus hijos a sus compañeros de clase, vosotros a familiares y amigos… y probablemente acabe afectando a toda la Iglesia de generación en generación. Es la onda expansiva del Amor de Dios, que genera amor.

Te hacemos llegar la voluntad de Dios. ¡Pásala!

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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