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EVANGELIO
Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1.7-11
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
«Cédele el puesto a éste».
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor.
Virtud natural y sobrenatural.
Para cada virtud natural, existe una virtud sobrenatural que procede de la Gracia. La cuestión interesante es que los actos que provienen de virtudes naturales no tienen ningún valor sobrenatural, no tienen valor para la vida eterna. Así que podemos creemos muy buenos, pero realmente no tenemos ningún mérito y además, seremos unos soberbios por vernos buenos por nuestros actos. La realidad es que sin el Señor, no puedo hacer nada. Ya podría yo… Si no tengo Caridad, no puedo hacer nada.
Para que actúe la gracia, primero tenemos que estar en gracias y después, acoger la gracia actual que Dios me da en cada situación. Los méritos que vienen de Su gracia estos sí que tienen valor para Dios y para la Vida eterna. De esta manera, cuando me humillo, puede actuar la gracia y es la gracia la que me eleva hasta Dios.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Marta: Siempre he tenido buenos sentimientos. De niña era buena. No deseaba mal a nadie. De adulta, siempre me he preocupado de los demás. He sentido mucha compasión.
Andrés: Sí, tu madre lo dice siempre, que eras una niña muy buena. Y ahora, es verdad que estás muy entregada a los demás.
Marta: Pero algo falla en mí, y es que, todo esto me ha vuelto soberbia: He exigido que los demás hagan conmigo lo que yo haría según mis dones naturales. El resultado es que me he vuelto muy exigente contigo y con otros. Y además, me he creído mejor.
Andrés: Bueno… Eso también es cierto. Es tu vicio dominante.
Marta: El drama está en que todo lo que hago de bueno no tiene ningún valor si no es la gracia de Dios quien lo hace a través de mí. Y para eso tengo que ser humilde, para que pueda ser Él quien actúe. ¿Me ayudas?
Andrés: Cuenta conmigo, esposa maravillosa. No te preocupes, que esta actitud que estás teniendo ahora es de humildad. Si la mantienes, el Señor te hará, no buena, sino Santa.
Madre,
Que entendamos que sin humildad no vamos a ningún sitio, porque todo es obra de la gracia. Ayúdame a ponerme siempre en el último puesto. Alabado sea Dios que quiere ensalzarme.