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EVANGELIO
El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les responde:
«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre como entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él».
Y les decía:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
Palabra del Señor.
Más que al amor propio.
El entendimiento es la facultad del conocimiento intelectual. Es decir, el que nos permite discernir, nos permite elegir lo nuclear, lo esencial. El entendimiento también está afectado por la concupiscencia, de manera que nos cuesta discernir lo mejor, algo que debería ser automático, pero nosotros estamos condicionados por experiencias educativas, sensuales y de otros tipos que hacen que miremos y no veamos, oigamos y no entendamos del todo.
Por eso, el entendimiento hay que purificarlo, y esto se hace con la luz del Espíritu Santo en la oración y con la formación de nuestras conciencias apoyándonos en la doctrina de la Iglesia, donde ya ha venido iluminando el Espíritu Santo durante muchos siglos a muchos santos que son los más clarividentes. Sabiendo todo esto ¿me voy a fiar de mis criterios? Eso hacían los Fariseos que le querían enmendar la plana al Hijo de Dios, ni más ni menos. No seamos nosotros como ellos, seamos más humildes.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Jaime: Todo lo que hago en el día, debería estar sometido a la ley del amor. Si yo opino que no se debería comprar algo o no es momento para hacer una reforma en la casa o si la prioridad es comer (porque es la hora de la comida) en lugar de poner una lavadora, pero tú opinas distinto que yo ¿no debería estar encantado de poder darte gusto por amor aun en contra de mis criterios?
Almudena: Bueno, es cierto que si amamos, deberíamos hacerlo así siempre que suponga un bien común. Eso es lo que hay que discernir.
Jaime: Tengo que reconocer que la mayoría de las veces es pura cabezonería mía la que me impide ceder, así que, si mi cabezonería es más fuerte que mi amor por ti, voy por mal camino. Por eso, quiero enmendarme. Te amo demasiado para dejar que prevalezca mi amor propio. Quiero llegar a decirte: ¡Te amo más que a mi amor propio!
Almudena: Hombre, dicho así, suena fuerte, pero es verdad que nos ocurre. A mí también, y tampoco estoy dispuesta a consentir que ame mi amor propio más que a ti y por tanto, más que al Señor.
Madre,
Que el amor a Dios y a nuestro esposo, sea realmente lo primero en nuestra vida. Alabado sea el Señor a quien tanto amamos.
Madre, en este día, la litúrgica de la Iglesia, me hace discernir lo que ocurre constantemente entre mi cónyuge y yo: «el amor propio». Discutimos continuamente por esta causa: ‘tu razón contra la mía y viceversa’. ¡Cuánto lo siento!
Te pido que vea siempre con la claridad del Espíritu Santo, dónde, cuándo y cómo debo ceder para que no prevalezca nuestro amor propio sino el amor que nuestro sacramento nos ha unido durante más de 50 años contigo en medio. No somos tú y yo, sino CRISTO Y NOSOTROS DOS. ES DECIR : SOMOS LOS TRES UNIDOS POR EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO. ¡GRACIAS, MADRE!