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EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor.
Las 3 llaves.
Vosotros, queridos Esposos sois la luz del mundo, la luz de la Iglesia, de los jóvenes, de la sociedad. De nuestro testimonio depende la conversión de muchos. Si vivimos como una pareja del mundo, verán las obras de la carne, pero si vivimos nuestro Sacramento sujetos a Cristo, entonces y sólo entonces, daremos gloria a nuestro Padre que está en los cielos.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Marta: Buenos días.
Rafael: Muy buenos días.
Marta: Vale, pues los tuyos serán mejores.
Rafael: Seguramente que sí.
Marta: Mmm, me voy a callar. ¿Es aquí donde ofrecen matrimonios felices?
Rafael: Muy felices.
Marta: Y dale… Extra súper felices, vale. ¿Pero es aquí?
Rafael: Sí. Dime. ¿Qué querías?
Marta: Pues ¿No te lo estoy diciendo? Necesito un matrimonio feliz.
Rafael: Muy feliz.
Marta: Vale. Pues eso, muy feliz.
Rafael: Aquí tienes: Te doy las tres llaves.
Marta: Tú quién eres ¿El conserje?
Rafael: No. Soy el Arcángel.
Marta: Ya, y yo María Magdalena. ¿Qué tengo que hacer con estas 3 llaves?
Rafael: Lo primero creer en ellas. La primera es la potencia de los Sacramentos, en especial el del Matrimonio, que es el tuyo y alimentarlo con la oración. La segunda es aprender a amar en el matrimonio siguiendo las enseñanzas y el modelo de Cristo. Y la tercera es renunciar a ti «cada día» y donarte a tu esposo.
Marta: Pero yo venía a por algo para él.
Rafael: Son las mismas llaves. Pero vamos, con que las vayas utilizando tú es suficiente.
Marta: Pues vaya chasco. Esas llaves ya las tenía antes de llegar aquí.
Rafael: Ya. Pero como no las usabas, te las he vuelto a entregar.
Marta: Bueno. Te haré caso. Adiós, Buenos días… «Arcángel».
Rafael: Adiós, muy buenos días nos dé Dios, «María Magdalena».
Madre,
Que utilicemos las llaves que Cristo nos ha entregado, para ser luz para el mundo. Es nuestra responsabilidad.