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EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Palabra del Señor.
La llave de la Vida.
Seguir a Jesús nos compromete. Muchas dificultades encontraremos en el camino del Señor, pero ya lo dice Él: El que persevere, se salvará. La clave está en la perseverancia. De ello vamos a hablar.
Perseverar es mantenerme constante en mi Proyecto de Amor, aun cuando las circunstancias sean adversas o los objetivos no se estén cumpliendo. En el amor, la perseverancia se llama fidelidad, y es la llave de la Vida.
Soy responsable de perseverar en el amor, y de eso seré juzgado, porque eso sí depende de mí. El que persevere, salvará su matrimonio y se salvará a sí mismo. Por tanto, para este año que empieza, sólo una clave: La perseverancia. ¡Ánimo esposos!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Antonio: Mira Teresa, sé que no lo estoy haciendo bien del todo y que sigo metiendo la pata. Cada dos por tres te veo afectada por mi falta de delicadeza, pero te puedo asegurar que te quiero.
Teresa: Es que, no entiendo por qué no te lo tomas más en serio. Te digo muchas veces las mismas cosas y no me haces caso.
Antonio: Lo sé Teresa, y lo siento. Pero quiero seguir luchando por amarte mejor. Sólo me importa eso en la vida, porque además, es el único legado verdadero que le podré dejar a nuestros hijos: Ser testimonio del amor de Dios entre nosotros. Eso te puedo garantizar: Que voy a seguir luchando por amarte mejor, porque te amo.
Teresa: Lo sé, Antonio, pero muchas veces no sé valorártelo yo tampoco. Sólo espero que en esas circunstancias lo reconozcas y me pidas perdón.
Antonio: Así lo haré.
Madre,
Ayúdanos a perseverar, aunque creamos que nuestro Proyecto de Amor es imposible, que no tiremos la toalla, que sigamos luchando por lo que Dios nos pide: Que nos amemos como Él nos ama. Esa es la misión, y Él no deja de amarnos nunca, hagamos lo que hagamos. Ayúdanos Madre, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.