Archivo del Autor: Proyecto Amor Conyugal

¡También quiero! Comentario para Matrimonios: Lucas 1, 57-66. 80

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EVANGELIO

 

Juan es su nombre.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

Palabra del Señor.

¡También quiero!

Y la mano de Dios estaba con él. Qué hermosa expresión, qué sencilla y cuánto describe el gozo de una vida así, llevada por la mano de Dios. Nos sabemos tan amados por Él, que nos suena irresistible la invitación a estar en Sus manos y nos suena a desgarro la idea de rechazarla. Qué maravilla, Señor, estar en Tus manos. ¡Yo quiero! Sé que la vida de Juan no fue ni mucho menos fácil, en el desierto, alimentándose de saltamontes… y su desenlace… pero ¿qué más da? Estaba en Tus manos, Señor. ¡Yo también quiero!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucas: Hoy me he encontrado un clavo en el borde de la rueda de atrás del coche.
Teresa: Vaya, qué mala pata. ¿Y qué has hecho?
Lucas: Pues llevar el coche a un taller a que me la arreglaran.
Teresa: Vaya, con el calor que hace… menudo fastidio ¿no?
Lucas: No… Si Dios lo ha permitido, yo lo acojo con gusto. Resulta que el del taller me ha intentado meter una especie de gusano de goma y me ha acabado rajando la rueda. Así que he tenido que irme a otro taller y ponerla nueva.
Teresa: Ooohhh. Te habrá costado una pasta ¿no?
Lucas: Sí, porque como en ese taller no tenían la misma marca que tenía puesta en el otro lado, he tenido que poner las dos ruedas de atrás nuevas.
Teresa: Ufff, menudo fastidio ¿no?
Lucas: No… Si Dios lo ha permitido, yo lo acojo con gusto. La cosa es que, tenía una rueda casi nueva, la que había quitado del otro lado, y en cambio, las ruedas de delate estaban ya bastante gastadas. Así que me he tenido que ir a buscar una rueda igual que la que me habían quitado para ponerla delante, comprando otra igual.
Teresa: ¿Otra rueda más has tenido que comprar?
Luis: Ooootra más. Tres ruedas así, de repente.
Teresa: Conociéndote, estarías al borde de la desesperación ¿no?
Lucas: No… Si Dios lo ha permitido, yo lo acojo con gusto. La cosa es que, como es una rueda de la gama anterior, me la han tenido que pedir a fábrica, así que, tengo que volver mañana para cambiar las dos ruedas delanteras.
Teresa: ¿Con gusto dices? ¡Menudo disgusto!
Lucas: No… Si Dios lo ha permitido así, yo lo acojo con gusto. He puesto mi vida en Sus manos y hoy creo que ha querido fortalecer mi paciencia. Así que, he aprovechado Su gracia todo lo que he podido. Ha sido un día productivo. Doy muchas gracias a Dios por el día de hoy.

Madre,

Estando en Sus manos, nada más pedimos. Alabado sea Dios que tanto nos ama.

No hay rutina. Comentario para Matrimonios: Mateo 6, 19-23

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EVANGELIO

 

Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».

Palabra del Señor.

No hay rutina.

Aquí por luz entendemos la luz de Dios, y la lámpara es símbolo de la presencia divina. Si no hay presencia divina en mí, ¡cuánta oscuridad habrá en mi interior! Si mi corazón está abotargado con las cosas del mundo, con los éxitos y las seguridades terrenales, todos y todas ellas pasajeras, no habrá presencia de Dios en mí, no habrá luz y habrá oscuridad.
En el matrimonio, en mi relación con mi esposa ¿hay lámpara con luz que ilumine mi relación matrimonial o hay oscuridad? Si no ilumino a mi esposo con la lámpara de la presencia de Dios, le voy a ver oscuro. ¿Veo oscuridad cuando miro a mi esposo? Eso no es “culpa” de mi esposo, soy yo, que no tengo la lámpara encendida.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juanjo: Marta, te estoy contemplando, y me doy cuenta de que la mirada con la que te miro no es mía. Me doy cuenta de que sale de mí un amor que es más potente que yo, que es sobrenatural.
Marta: Me encantas. Admiro tu manera de mirarme, y me ayuda a enamorarme cada vez más de ti y a que cada vez me gustes más. Es muy sorprendente, porque lo natural se degrada y en cambio, lo sobrenatural cada día te eleva más.
Juanjo: Con esta mirada que Dios me regala, no hay rutina que vaya carcomiendo nuestra relación, al contrario, mi amor por ti crece cada día y cada día te admiro más y me gustas más, y te necesito más…

Madre,

El Señor ilumina nuestro matrimonio y le da un sentido y unas experiencias nuevas. Mi tesoro está en mi vocación, Madre, y por eso le he entregado mi corazón a mi esposo/a. Alabado sea el Señor.

Un Padrenuestro singular. Comentario para Matrimonios: Mateo 6, 7-15

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EVANGELIO

 

Vosotros orad así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos han ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

Palabra del Señor.

Un Padrenuestro singular.

Cómo nos conoce el Señor. Sabe que cuando utilizamos muchas palabras para hablar con Dios es porque le hablamos de nosotros y nuestras necesidades. Por eso, el Padrenuestro contiene 7 peticiones, todas dirigidas a nosotros. Cristo conoce el corazón humano y sabe que estamos muy necesitados. Como decía San Juan De la Cruz, en él se encierra todo lo que es voluntad de Dios y todo lo que nos conviene. El Señor no dice “os recomiendo que recéis así”, sino que nos exhorta diciendo: “Vosotros orad así”. Así que, cualquier oración que no tenga como referencia el Padrenuestro no apunta donde debe.
Puede parecer que es rezar siempre lo mismo, pero no es así. Es una oración actualizada a “hoy”. Cuando pido por el pan de cada día, es por mis necesidades de hoy. Cuando pido que venga Su reino, es Su reino actualizado a “hoy”. Cuando pido que me libre del mal, pido que me proteja de las tentaciones y los males que me afectan “hoy”. Luego cada Padrenuestro es distinto, porque siempre está actualizado a la persona que lo reza, al lugar y circunstancias en que se reza y al momento del tiempo en que lo reza. Es el Padrenuestro que yo rezo, como esposo de mi cónyuge, como padre-madre de familia, en mi hogar, en mi ciudad, en mi trabajo, entre mis amistades… Es un Padrenuestro único, singular, íntimo entre el Padre y yo y a la vez comunitario.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ignacio: Ángela, te propongo rezar hoy de una manera diferente.
Ángela: A ver…
Ignacio: Vamos a rezar el Padrenuestro de siempre, pero particularizándolo a nuestra situación de ahora en cada parte para tomar conciencia de lo que pedimos ¿vale? Por ejemplo, cuando digamos “venga a nosotros Tu reino”, detallamos cómo sería el día de hoy si Él reinase en nosotros y en nuestro hogar. Cuando pidamos el pan de cada día, pedimos por nuestras necesidades espirituales y materiales de hoy. Y así…
Ángela: Me parece bien. Así tomamos conciencia de la oración que nos enseñó Jesús, actualizada a nuestro día de «hoy».

Madre,

Es una maravilla que el Señor nos haya dejado escrito hasta cómo debemos orar al Padre. Es un honor poder seguir Su recomendación. Hoy rezamos el Padrenuestro tomando conciencia de lo que le decimos al Padre. Santificado sea Su nombre.

Si las almas oliesen. Comentario para Matrimonios: Mateo 6, 1-6.16-18

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EVANGELIO

 

Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor.

Si las almas oliesen.

Vivimos en un mundo tan sensual, que lo de fuera ha cobrado un valor exagerado y la verdad de lo de dentro no importa. Fruta preciosa, sana y de colores brillantes que no sabe a nada, perfumes y cremas con envases enormes que contienen 4 gotas… El “packaging” está de moda y a veces parece que vale más la envoltura que el objeto que adquiero. ¿Por qué invierte la industria tanto en el envoltorio? Porque sale rentable.
En nosotros pasa igual. Podemos vivir muy bien de cara a la galería y que en nuestro interior haya una podredumbre inmensa. Si las almas oliesen ¿A qué olería la mía? ¿Estaría reluciente, perfumada, arreglada y bien cuidada? U olería a podrido, a cerrado… En ella habría desorden (no ordenar mis deseos y pasiones), suciedad (pecados y vicios), dejadez (por haber puesto mi atención en lo exterior y olvidarme de ella), y raquitismo (porque no le doy el alimento que necesita). ¿Mi cuerpo tiene aspecto del 1er mundo pero mi alma vive por debajo del umbral de la pobreza?
Es hora de encerrarme en mi cuarto, con el Señor, y preguntarme si me gustaría que la gente pudiese ver mi alma o me daría una vergüenza que te mueres. Es engañarme, porque todo el cielo está viendo lo que pienso, lo que priorizo, los resentimientos que guardo en mi corazón, los deseos que albergo… El Padre los ve, el Hijo los ve, al EESS lo voy arrinconando, mi Madre de cielo lo ve, los ángeles, nuestros antepasados… La verdad de mí, está dentro, no fuera.
Es verdad que el Señor, a pesar de todo lo que ve, me ama y desea salvarme.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta siempre había valorado a su madre como una persona sencilla y muy normal. Una tarde que se encontraba Marta sola en casa de sus padres, encontró por casualidad una caja de zapatos llena de libretas. Eran de estos cuadernos azules de toda la vida. Se trataba de los diarios de su madre ya fallecida. Ni siquiera sabía que los escribía…
Así que comienza a leer uno de ellos abriéndolo aproximadamente por la mitad. Aquello la engancha y no puede parar de leer… ni de llorar. Descubrió que a su madre no le gustaba nada la remolacha, y siempre se comía la que su padre se dejaba porque a él, tampoco le gustaba. También le sorprendió muchísimo que odiaba veranear en la montaña, siempre le gustó la playa, pero siempre la recordaba contenta el día que salían de viaje hacia aquella casita que compró su padre en los Pirineos. También descubrió, y esto fue los más duro, que sus padres tuvieron una crisis matrimonial bastante fuerte. Fueron momentos durísimos para su madre, en los que lloró muchísimo, la tinta de esas hojas estaba medio emborronada por las lágrimas y las hojas deformadas por efecto de la humedad. Pero Marta, a pesar de ver las fechas, no consigue situar aquello en el tiempo. Marta descubrió que su madre tenía una belleza interior inmensa, que ella desconocía.
En aquellos cuadernos Marta encontró muchas pistas sobre cómo amar a su esposo, en silencio. Como su madre solía decir: Yo quiero lo que Dios quiera.

Madre,

Como en el Magníficat, el Señor hace obras grandes por nosotros. Que sean siempre para mayor gloria Suya. Alabado sea el Señor que nos hace partícipes de su poder. Amén.

Amables para empezar. Comentario para Matrimonios: Mateo 5, 43-48

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EVANGELIO

 

Amad a vuestros enemigos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

Amables para empezar.

Hoy profundiza Jesús en la Bienaventuranza de los Misericordiosos, que es contraria a las consecuencias que viven aquellos que tienden a mirar para los lados, y que son víctimas del vicio de la envidia o de sus hijas. Son esos esposos que tienen sed de Dignidad, porque Dios ha sembrado ese anhelo en su corazón, e intentan calmarlo haciéndose a sí mismos superiores a sus cónyuges a base de hundir su reputación.
Pero Jesús nos dice que ese no es el camino. El camino de la felicidad en el matrimonio está en amar a nuestro esposo cuando se hace mi enemigo quizás porque intenta hundirme a mí para hacerse él o ella más grande que yo.
El camino para avanzar hacia esta bienaventuranza y acoger la caridad misericordiosa que Dios quiere instalar en nuestro corazón es la amabilidad. Es por donde empezamos, hasta que lleguemos a comprenderle y amarle, entendiendo que es víctima de su envidia o de su juicio hacia mí para satisfacer su anhelo de dignidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Tú vas de chulita como si te lo supieses todo porque lees más que yo sobre santos. Pero eso no te hace santa, guapa. Eso te engríe, porque la ciencia hincha y la caridad edifica ¿te enteras? Así que, a ver si te centras menos en decirme lo que tengo que hacer y te centras en aplicar lo que aprendes.
Mayte: Perdona, Paco. Creo que te he violentado corrigiéndote sin pedirte permiso. Me pareces un hombre maravilloso y te admiro por muchísimas razones. Que no te parezca por favor que te estoy despreciando por intentar ayudarte en este momento de dificultad que estás viviendo. No sabes cuánto te comprendo porque yo he estado en tu misma situación infinidad de veces.
Paco: No perdona tú, que te he juzgado injustamente. Efectivamente estaba siendo arrastrado por mis pasiones desordenadas y he aprovechado tu corrección para volcar las consecuencias de mi tristeza contra ti. Tú sí que eres maravillosa y te agradezco mucho que quieras ayudarme. Además, te necesito y tengo mucho que aprender de ti todavía.

Madre,

Somos pecadores y necesitamos que entre nosotros reine la misericordia de Dios. Por nuestro Sacramento tenemos la gracia de participar del Amor de Cristo por nosotros. Ayúdanos a aprovecharla para acoger Su Amor misericordioso y vivirlo entre nosotros. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.