PEREGRINACION A FATIMA “PROYECTO AMOR CONYUGAL” 01-03 SEPTIEMBRE 2023
Queridos matrimonios:
Proyecto Amor Conyugal, organiza una peregrinación a Fátima el fin de semana del 1 al 3 de septiembre de 2023. Nos acompañarán José Luis y Magüi.
Está abierto a todos los matrimonios y familias de todas las Diócesis.
CHECK-IN: 1 septiembre 2023
Llegada cada familia en coches particulares.
Llegada desde las 15:00 horas (Horario portugués). Check in en el hotel que se os asigne en FATIMA.
CHECK-OUT: 3 septiembre 2023
Salida del hotel aproximadamente a las 15:00 h.
Precio: 120 € por adulto y 65 € niños de 3 a 12 años.
El precio incluye :
2 noches de hotel en pensión completa. (sin bebidas)
Equipo de monitores que cuidarán a nuestros hijos a partir de 3 años (Sin pañales) en charlas o eventos específicos para matrimonios.
Entrada a los distintos encuentros en las salas alquiladas del Santuario.
Equipo de auriculares y radioguía para el Vía Crucis.
Identificadores, documentación,
INSCRIPCIÓN: El plazo de inscripción se abrirá el próximo 7 de julio de 2023 a las 20:00 horas.
PLAZAS LIMITADAS. Se confirmará según el orden de inscripción.
ACTOS: Charlas José Luis y Magüi, Misas y rosarios en la Capelinha, Testimonio Cenáculo para jóvenes, Via Crucis «en vivo»…
Se enviará un email con instrucciones de pago para confirmación de inscripción
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EVANGELIO
¡Señor mío y Dios mío!
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».
Palabra del Señor.
Confesión brutal.
Celebramos hoy la fiesta de Tomás apóstol. La primera parte de su intervención en el relato de este pasaje, es cosa de Tomás, pero en cambio, el final es cosa de Espíritu Santo. Así tenemos la oportunidad de comparar en este Evangelio la acción de los hombres y la acción del Espíritu. En la primera parte aparecen las dudas, no solo de fe, sino las dudas con respecto a la comunidad de los apóstoles a la que pertenecía Tomás. Suponemos que no sentaría muy bien entre ellos sus dudas sobre el testimonio del que le hacían partícipe. En cambio, en la segunda parte, aparece una confesión de fe brutal: “Señor mío y Dios mío”. Una confesión que destaca sobre todo porque es la primera vez que alguien se dirige a Jesús como “Dios”. Y esto sólo puede ser por obra del Espíritu.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Andrés dejó de creer en el matrimonio después de haber vivido una experiencia decepcionante con sus padres separados. Pensaba que era mejor no casarse. Almudena, su novia, en cambio, sí quería casarse. Para ella era el único camino válido para su relación. Andrés fue conociendo a Cristo de la mano de Almudena. Le sobrecogió una entrega como la Suya, especialmente en la Pasión. Y ¿qué es lo que convenció a Andrés para casarse con Almudena? Descubrió que el matrimonio es un sacramento que surgió del Dios que resucitó a Cristo. Si aquella fuerza superó un límite tan infranqueable como el de la muerte ¿Qué no iba a poder superar un sacramento como el del matrimonio salido del mismo costado del Señor? Andrés no conocía a nadie que hubiera vivido un matrimonio de verdad, pero aun así creyó en la sobrenaturalidad del sacramento del matrimonio y por eso ahora, casado ya con Almudena, Andrés es feliz, por haber creído sin ver.
Madre,
Que no seamos incrédulos con las cosas de Cristo, porque Él ha pagado un precio muy alto para transmitirnos la verdad y la vida. Creamos en aquellos que le testimonian con su vida de esposos. Señor mío y Dios mío.
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EVANGELIO
El que no carga con la cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí.
El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
Palabra del Señor.
Digno de mí.
“No es digno de mí”, ¡Tremenda frase! Dios nos da gratuitamente y por amor una dignidad absolutamente inmerecida: La de ser creados a Su imagen y ser Sus hijos por el bautismo. Pero parece ser, que puedo dejar de ser digno de Dios, si no me comporto como Su hijo. Si no reconozco que Dios es lo más importante, y si no soy capaz de vivir para el esposo, perderé mi vida. Ya no tendrá ningún valor, porque habré perdido la dignidad que Dios me dio.
Si vivo para mi esposo y lo acojo como ministro de sus gracias para mí, recibiré una recompensa digna de un esposo cristiano.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Lola: Papá, Mamá, si yo me porto mal ¿Por qué os enfadáis?
Madre: Hija, porque te queremos y no queremos que te hagas daño a ti misma.
Lola: El otro día, en el cumple de mi amiga, había una niña que se estaba portando mal, y los padres de mi amiga decían que era una mal educada. ¿Eso quiere decir que sus padres no le educan?
Padre: Una niña que se porta mal, deja en mal lugar a sus padres. Si sus padres le están dando una buena educación y ella no la aprovecha portándose bien, esa niña no se merece tener unos padres que se esfuercen tanto por ella ¿No crees?
Madre: Sí, no se merece tener unos padres buenos, porque además, los otros padres piensan que no son unos buenos padres y sí lo son.
Padre: Muy bien hija. Eso se expresa con la frase: “No es digna de tener unos padres como los que Dios le ha dado”.
Lola: Entonces, cuando nosotros no nos portamos bien, no somos dignos de tener un Padre como Dios.
Padre: Así es. Por eso, debemos imitar al Señor, y que todo el mundo vea que somos hijos de Dios, porque actuamos como Él. Y Él lo que hizo fue servir a los demás.
Lola: ¡Ah! Mamá, ¿Puedo poner la mesa y servir yo la cena?
Madre: Vale hija. Esta noche dejaremos que tú seas la más parecida a Dios, de la casa.
Lola: ¡Biennnn! ¡Gracias Mami!.
Madre,
Señor, queremos ser dignos de ti, queremos seguirte. Dame la fe y la fuerza para perder la vida por mi esposo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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EVANGELIO
Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Jesús le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Y dijo Jesús al centurión:
«Vete; que te suceda según has creído».
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
Palabra del Señor.
Súper poderes.
En este Evangelio destacan dos cosas: La fe del centurión, que llega a provocar “admiración” en Jesús, y la compasión y misericordia del Señor que “tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”. Son las dos cosas que casi “obligan” (y sin casi) a actuar a Dios. Nuestra debilidad y nuestra fe. Menudas dos armas ha dejado en nuestras manos. Son como “súper poderes”.
Mi debilidad no me gusta, por pura vanidad, pero bendita debilidad ¡Feliz culpa que mereció tal Redentor! (San Agustín).
Aterrizado a la vida matrimonial:
Teresa: Estoy cansada de mi debilidad y de mis pecados. No estoy contenta conmigo misma porque sigo cayendo en los mismos pecados una y otra vez. No quiero hacerlo, los odio, pero caigo y te hago daño, y voy minando nuestra relación.
Ignacio: No te preocupes, Teresa. ¿Tú sabes que tu debilidad es la que atrae a Dios? Él está con los más débiles. Nos empeñamos en parecer fuertes y perfectos, y esto produce una reacción de rechazo en cualquier relación. A Dios tampoco le gusta que nos creamos fuertes y perfectos. Así que, en tus momentos de debilidad aprovéchate de que Dios está más pendiente de ti.
Teresa: Quizás el problema es que me falta fe. “El amor todo lo cree” ¿No es cierto?
Ignacio: Creo que has dado en el clavo. Dios puede hacer milagros según la medida de tu fe y de la mía. Pidamos juntos la fe y dejémonos conquistar por el amor de Dios que vendrá a nosotros. Él no se puede resistir a la debilidad y la a la fe.
Madre,
Tú tienes fe en que Dios va a hacer grandes cosas en nuestro matrimonio. Por eso, como en Caná, nos dices que hagamos lo que Él nos diga. Llenaremos nuestras vasijas del agua del nuestros esfuerzos, y Tú Madre, estás segura de que Él lo va a convertir en el mejor vino. Alabado sea el Señor. No somos dignos de que entre en nuestro hogar, pero Él va a hacer el milagro. Bendito sea por siempre.
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EVANGELIO
Si quieres, puedes limpiarme.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 1-4
Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
«No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Palabra del Señor.
¿Qué nos distancia?
La lepra de hoy en día, es el pecado que corroe nuestro corazón: Corroe nuestra paciencia, nuestra fidelidad, nuestra misericordia… y nos va aislando el uno del otro. A veces nos llegamos a evitar como si fuéramos “apestados”.
El Señor me recuerda algo muy importante para aplicar en mi matrimonio: No es la impureza la que nos distancia, sino la falta de misericordia. Si Tú Señor, que eres puro, acoges con tanto cariño, ¿por qué a mí, que no lo soy, me cuesta acoger a mi esposo cuando peca?
Aterrizado a la vida matrimonial:
Matrimonio Tutor ¿Por qué te quieres separar de tu esposo?
Luisa: Porque es un egoísta, un vanidoso y un soberbio.
Matrimonio Tutor: Y ¿Eso es motivo para separarte de él?
Luisa: Sí, porque me hace sufrir mucho y ya no puedo más.
Matrimonio Tutor: Piénsalo bien ¿Qué te hace sufrir, tus pecados o tu falta de misericordia para acogerle tal como es?
Luisa: Buena pregunta…
Matrimonio Tutor: Sí, está bien que lo reconozcas. Es la falta de misericordia la que nos distancia de nuestro esposo pecador. Es el momento de acercarnos a Jesús y suplicarle juntos de rodillas: Señor, si quieres puedes limpiar mi corazón y nuestro matrimonio.
Madre,
Rezamos un Ave María por todos los matrimonios, para los que su esposo ha dejado de ser una prioridad.