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EVANGELIO
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En eso le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
«¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados».
Algunos de los escribas se dijeron:
«Éste blasfema».
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate- y echa a andar»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados – entonces dice al paralítico -: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa»».
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Palabra del Señor.
¡Ese poder!
Mateo se refiere al perdón de los pecados como un poder que Dios da a los hombres. Concretamente lo recibe la Iglesia a través del ministerio sacerdotal. Si la Iglesia no tuviera este poder, no sería Sacramento de Cristo aquí en la tierra. Pero sí, ¡Qué sí! Que nosotros también alabamos a Dios porque ha dado a los hombres ese poder. Si no… Dónde estaríamos…
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Alberto: Perdona, Blanca. Menuda semana te llevo dando con mi soberbia.
Blanca: Te perdono, Alberto. He tenido la oportunidad de ofrecerme por ti. Te veía muy tributado y cegado. Pero gracias a Dios, has vuelto a los brazos del Padre y a los míos.
Alberto: Sí. Ya me he confesado. Ha sido una gozada. Es verdad que antes de la confesión siempre cuesta un poco dar el paso, pero ¡Qué maravilla es ser perdonado por Dios! Me ha sobrecogido el momento en que el sacerdote me imponía las manos y por el poder que se le ha concedido en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, me decía que me perdonaba los pecados.
Blanca: Es una experiencia que, si se vive con fe, es milagrosa.
Alberto: Alabado sea Dios.
Madre,
Cuánto valoramos el Sacramento del Perdón. Sin él ¿A dónde iríamos? Gracias, Dios mío. Gracias, gracias, gracias…
Perdonar es un acto extra de amor, que supera el agravio sentido, supera al propio orgullo.
Jesús nos anima a perdonar siempre y las veces que haga fata (incluso 70 veces 7).
Quien perdona Dios lo exalta, pues quien se humilla será enaltecido.