Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
EVANGELIO
¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».
Palabra del Señor.
Mientras llora.
Es cierto que estamos rodeados de enemigos que nos van sitiando en nuestra vida y nos quitan la paz. Son todas esas tareas que hay que hacer, mensajes que hay que leer, aparentes obligaciones que no son tales. Estamos constantemente bombardeados por estímulos que me distraen de lo importante, exigencias que me autoimpongo o me impone la sociedad, normas que se multiplican, quejas… Si me dejo, estos enemigos pueden destruir mi alegría, mi paciencia, mi bondad… y mis méritos sobrenaturales. Pueden literalmente arrasar con todo lo que Dios quiere para mi vida hasta no dejar piedra sobre piedra. Esto viene, efectivamente, cuando no reconocemos a Dios en nuestra vida. Entonces, le podemos hacer llorar. ¿Puede que esté el Señor mirando mi vida mientras llora?
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Carlos: No consigo pararme. Son tantas cosas las que se me vienen encima, experimento tal agobio, que no consigo sentarme en paz ante el Señor cada día.
Ana María: Carlos, lo sé. Llevo tiempo queriendo ayudarte, porque veo que tus responsabilidades te comen. Pero si tuvieses 2 horas más al día, también las llenarías.
Carlos: Pues eso… pero no sé qué puedo hacer.
Ana María: Te propongo que, cuando recemos juntos, reces tú en alto todo el rato, o si es una oración más meditativa, reces por escrito. De esa manera te centras más en la oración y no dejas que se cuelen los enemigos que te quitan la paz.
Carlos: Me parece una idea maravillosa, Ana María. Creo que eso puede hacer que me centre realmente en el Señor y le dedique ese rato sólo a Él.
Ana María: ¿Empezamos ya?
Carlos: Un segundito que tengo que enviar una cosa rápida…
Ana María: Carlos… ¿Empezamos ya?
Carlos: Sí, perdona. Ya empezaba mal. Te quiero, Ana María.
Madre,
No dedicarle tiempo al Señor, no tenerle presente, nos quita la paz y hace llorar al Señor. No queremos hacerle llorar, queremos consolarle. Danos la gracia para ser fieles a nuestros ratos de oración y trabajar para tener presente al Señor cada día más. Alabado sea el Señor que nos ama.
Vivimos en un mundo tan convulso y estresante, que a veces olvidamos que Nuestro Padre, está ahí siempre, para echarnos un cable.
No nos olvidemos de El.
Amen.