Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
La humildad descansa.
Querido Jesús, sí, estoy cansado y agobiado. Quiero ir a ti para que me alivies. Lo necesito. Me dices que aprenda de ti, que eres humilde y manso de corazón. Y me sale pensar, ¿qué tiene que ver la humildad con que se me quite el agobio? Pero te escucho. La humildad es andar en verdad, es reconocer que yo no puedo y que Tú lo puedes todo. Que si Tú permites lo que está pasando es porque de aquí quieres sacar un bien mayor. Es hacer todo lo que yo pueda, pero confiar en que lo que suceda, será lo mejor, aunque no sea mi plan. Si Tú lo has permitido, será por algo.
La humildad eres Tú, Jesús. Que no te miras a ti mismo, a tus planes, a tus criterios, sino que miras a Tu Padre y, en Él, al prójimo, para amar, acoger, disculpar,…
Así que Señor, pongo todo en Tus Manos. Yo haré lo que pueda y el resultado lo dejo en Tus Manos. Confío Ti. En ti descanso. Soy tu hijo, me amas con locura. Que se haga Tu Voluntad y no la mía, mi querido Jesús.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Belén: ¡Javier, no es justo! ¡Estoy agotada, llevo un día horroroso de trabajo, los niños están insoportables y tú encima exigiendo!
Javier: ¿Cómo que exigiendo?, ¿es que has visto cómo hablas? ¡Estás insoportable! ¡Ahí te quedas!
(Tras rezarlo ante la cruz)
Belén: Javier, lo siento. Estoy cansada y no sé qué hacer. ¿Cómo salgo de ésta?
Javier: Belén, perdóname. Te quiero con locura. Yo también estoy agobiado. ¿Sabes lo que estaba rezando? Cuando el Señor dice “venid a mí los que estáis cansados y agobiados…”. Viendo su humildad me doy cuenta de que he estado sólo pendiente de mí mismo, exigiéndote sin ponerme en tu lugar. Por favor, cuenta conmigo.
Belén: Esas palabras de Jesús dan mucha luz. Si llevamos su yugo juntos, con Él, confiando en Él, se hace ligero. Yo sola no puedo, todo se me viene encima. Pero con Él y contigo, saliendo de mi misma, de mis criterios, puedo abrazar esta situación que me supera como Él lo haría, amando donde me duele. Aunque no entienda. Y esto cura. Muchas gracias, cariño.
Javier: Muchas gracias a ti, que me ayudas a salir de mismo y a llegar al Señor. Muchas gracias, Señor, en Tus Manos nos ponemos. Tú sabes más.
Madre,
Ayúdame a escuchar a tu Hijo y a hacerle caso. Con vosotros nada temo. ¡Bendito y alabado sea Dios!
