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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».
Salir al encuentro.
Cuánta esperanza y cuánto gozo nos deben provocar estas palabras de Jesús, el saber que vino al mundo en rescate de cada uno de nosotros y muy especialmente de las almas más perdidas, aquellas por las que tanto se alegra una vez le han abierto sus corazones y encuentran el camino de vuelta a la casa del Padre.
Y nosotros, ¿somos conscientes que somos mediación del Señor cuando nuestro esposo se pierde y se aleja del rebaño? ¿cómo respondo cuando mi esposo está cegado por su pecado? ¿salgo rápido a su encuentro movido por ese deseo de consolar a Jesús colaborando en Su plan de salvación o pierdo la paciencia, le juzgo, huyo de él…?
Jesús va a buscar esa oveja, no espera que ella vuelva, sino que sale a su encuentro y eso debemos hacer nosotros con nuestros esposos: entregarnos sin medida, a pesar de las circunstancias, porque cuando el esposo menos se lo merece es cuando Jesús más me necesita.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Juan Ramon lleva un tiempo muy estresado en el trabajo y, cuando llega a casa, descarga todos sus nervios con Rocío.
Juan Ramon: ¡Hola, ya he llegado a casa! ¿Está la cena hecha? Qué cansado estoy, la verdad que así no podré aguantar mucho, estoy baldado…
Rocío: (piensa por dentro) ¡Ya vuelve con su humor de perros! Cada día igual. Me voy a encerrar en la cocina a preparar algo que así no me molestará.
Por la noche, en el momento de la oración conyugal.
Juan Ramon: Señor, quiero pedirte que me ayudes a ser manso y humilde, pero sabes que el trabajo que hay en esta época del año me supera. Te ruego vengas en mi búsqueda, como esa oveja perdida del Evangelio de hoy, quiero volver a Ti pero necesito ayuda.
Rocío: Señor, hoy me muestras que quieres que sea tu mediación con Juan Ramon, quieres que vaya a su encuentro en Tu nombre, dándole mi cariño y mi sonrisa… quieres que, cuando él llegue a casa cansado y malhumorado, yo no me esconda, sino que vaya a su búsqueda para que se sienta amado por Ti a través mío. Perdona Señor, porque muchas veces hago lo contrario… huyo y le dejo solo. Te pido que me ayudes a perseverar en el camino del Amor desinteresado.
Juan Ramon: Te quiero Rocío, mi ángel, eres el motor de mi vida.
Madre,
Te pedimos que, como ocurrió con San Juan Diego, podamos ser tus guardianes y permanecer siempre a tu lado.
¡Gloria al Señor que prepara nuestros corazones para Su llegada!
