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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan, a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».
¡Listos para amar!
Jesús nos invita a vivir con la cintura ceñida. En aquel tiempo, ceñirse la cintura significaba disponerse para el trabajo, el servicio o la misión, porque la túnica suelta impedía moverse con libertad. Hoy, ese gesto nos interpela a nosotros: despojarnos de toda holgura interior, de todo apego que frene nuestra entrega: la búsqueda de nuestros propios placeres, la defensa obstinada de nuestros criterios, nuestro amor egoísta, etc. Vivamos en gracia, imitando a Cristo, que no vino a ser servido, sino a servir y a entregar su vida. Los cristianos sabemos que a imagen de Cristo, no vivimos para solo vivir la vida sino para entregarla y encontrar en ello el gozo de vivir para lo que fui creado: amar. Vivamos, pues, despiertos y vigilantes, dispuestos a entregarnos en todo momento, a tiempo y a destiempo, por amor a Cristo y a quien Él nos ha confiado, nuestro esposo/a. ¡Bienaventurados seremos si, cuando el Señor venga a buscarnos para llevarnos a la Patria eterna, nos encuentra así: ceñidos, vigilantes y entregados en el amor! ¡Listos para amar!
Aterrizado a la vida Matrimonial
(Clara y Paco están en silencio de noche en el salón. Los niños están dormidos y sólo se escucha el tic tac de un reloj)
Clara: ¿En qué piensas Paco? Llevas un buen rato en silencio.
Paco: Hoy, uno de los compañeros del trabajo me hizo una pregunta que me dejó tocado. Me dijo: “Si te quedara una semana de vida, ¿qué harías?”
Clara: ¿Y qué le respondiste?
Paco: Al principio, nada… Me quedé pensando. Luego me di cuenta de que, si solo me quedara una semana, me gustaría dedicarla a lo esencial: a ti, a los niños, a Dios, a amaros mucho mejor… Y entonces entendí algo.
Clara: ¿El qué?
Paco: Que si eso es lo verdaderamente importante, ¿por qué dejo lo importante siempre para después? ¿Tengo que estar a una semana de morir para vivir lo que de verdad importa? Me di cuenta de que me entrego demasiado a lo caduco… el trabajo, preocupaciones, demasiado tiempo viendo chorradas en el móvil, incluso el baloncesto que tanto me gusta…si… pero en definitiva, nada de esto me podré llevar a la vida eterna, en cambio nuestro amor, la entrega a nuestros hijos, la fe…
Clara: Pues qué bien que te hayas dado cuenta de todo eso mi amor. Tenemos que estar tan atentos…. A veces corremos tanto detrás de lo que se acaba, que olvidamos cuidar lo que no muere: el amor, la entrega, la unión con Dios, en definitiva, lo que nos hará alcanzar la vida eterna.
Paco: Sí, Clara… Ojalá, si algún día me dicen que me queda una semana de vida…
Clara: ¡Ay Paco hijo!
Paco: ¡Bueno! O si me vuelven a hacer la pregunta, no sienta que tengo que cambiar nada o muy poco. Querría decir que ya estoy viviendo como debo.
Claro: Pues hagámoslo Paco, porque escucha… shhh (y se oye el tic-tac del reloj): el tiempo pasa… y no espera, ¡vamos!
Madre,
Tu vida fue una continua disponibilidad al querer de Dios. Sin excusas, sin demoras, siempre lista para entregarte, amar y servir. ¡Quiero vivir con tú y dar Gloria a Dios! ¡Alabada seas por siempre!

