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Se compadeció… Comentario para Matrimonios: Lucas 7,11-17

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7,11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

Se compadeció…

Qué enternecedor ver cómo Jesús se compadece de esta pobre viuda y cuánta esperanza nos ha de inspirar el saber que el Señor se compadece de nosotros también. A veces, podemos caer en la tentación de pensar que Dios está ocupado en “otras cosas” más importantes que nosotros, y nada más lejos de la realidad; Él nos quiere infinitamente y quiere que seamos felices viviendo el plan que tiene pensado para nosotros, para nuestro matrimonio, y le duele cuando nos alejamos de este plan. Y ¿cuándo nos alejamos? Pues cada vez que pensamos, hacemos o decimos cualquier cosa desde nuestros propios criterios y no desde el amor, entonces volvemos a esa Pasión del Señor, le volvemos a flagelar, a clavar esa corona de espinas, a clavar en la Cruz.
Pidámosle pues al Señor que nos ayude a compadecernos, en primer lugar, de nuestro esposo y también por supuesto de nuestros hijos, familiares, amigos… A veces nos puede resultar más fácil compadecernos de los demás, pero debemos ser consecuentes con nuestra vocación y tener una unidad de vida, empezando esa actitud en nuestro propio hogar.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Bosco: Cariño, ¿te has dado cuenta de cómo han ido hoy nuestros hijos vestidos al colegio? Creo que tendrías que estar un poco más pendiente de los detalles y ayudarles a arreglarse un poquito más por las mañanas.
Belén: ¿En serio, me vas a reprochar cómo van vestidos los niños? Ya sabes que a esas horas no me da la vida para hacer más cosas y, la verdad, es que nunca puedo contar contigo. Cuando me doy cuenta ya te has marchado y, a veces, me siento muy sola.
(Por la noche, en la oración conyugal…)
Bosco: El Señor, con este evangelio, me ha mostrado que primero debo estar pendiente de ti y los niños y, después, de los demás, de mi trabajo… ¿De qué sirve hacer grandes cosas o grandes proyectos si, al final, en casa no lo hago primero? Perdóname, de verdad, no era consciente de lo sola que te he dejado. Voy a esforzarme por estar más pendiente de ti y de los niños, pero necesitaré tu ayuda y, si es posible, sin reproches, que sino por mi orgullo ya sabes que me cuesta mucho más.
Belén: Cariño, me encanta que seas capaz de ver qué te dice el Señor y también de decírmelo después. ¡¡Te quiero tanto!!

Madre,

Te pedimos que nos ayudes a ser capaces de ver las necesidades de nuestro esposo (y todas las personas que tenemos cerca), para poder vivir como el Señor, con el corazón dispuesto a darse en todo momento. Alabado sea el Señor.

Imitar a María en la cruz. Comentario para Matrimonios: San Juan 19, 25-27

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Juan 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

Imitar a María en la cruz.

Desde la Cruz, Cristo no nos olvida. Su Amor sigue fluyendo incluso en el dolor. Cuando todo le era arrebatado —la vida, la dignidad, la compañía— aún le quedaba algo que dar: a su madre, y nos la entrega a nosotros como madre también.
María no se apartó de la Cruz, aunque le desgarraba ver a su Hijo morir de forma cruel e injusta. Permaneció firme, ofreciendo su dolor con amor.¿Te imaginas ver morir a tu hijo? ¿O ver a tu esposo “crucificado” por sus pecados o heridas? Y sin embargo, María no huyó. Nosotros, en cambio, muchas veces escapamos del sufrimiento cuando se manifiesta en el otro. Nos cuesta abrazar la cruz cuando el matrimonio se vuelve difícil.
Pero el dolor, unido a Cristo, deja de ser castigo sin sentido y se convierte en ofrenda y redención. Como María, podemos ofrecer nuestras lágrimas, cansancio o decepciones por el alma del otro. Esa es la grandeza del amor conyugal: amar también en la cruz, no sólo en la alegría.
Hoy, el Señor nos recuerda que sí se puede estar junto al que sufre, y que María es modelo y madre en nuestro camino matrimonial. Con Ella, aprendemos a permanecer, a amar, a ofrecer.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Montse: Qué contenta estoy, Vicente, desde que hemos venido de la Peregrinación; cuántas bendiciones hemos recibido estos días, manifestándose en nuestros hijos.
Vicente: Totalmente; ver para creer. Ahora veo claro que la vida la tenemos que ver en perspectiva y no hacer un mundo de cada obstáculo que nos surge en el día. Cuántos quebraderos de cabeza nos hubiéramos ahorrado y especialmente con nuestros hijos.
Montse: Eso es, nos faltaba Fe y he aprendido cómo abandonando nuestros hijos a Su cuidado y apoyándonos en Ella con nuestra oración y ayuno, Ella presentará todo a Su Hijo y Él es incapaz de negarLe nada.
Vicente: Qué sencillo es todo y que complicado lo vemos a veces. Si me dices hace unos años que hoy iba a confiar tanto en nuestra Madre, te diría que estás loca. Te quiero agradecer tu paciencia en llevarme a Ella pese a mi incredulidad y mi actitud negativa hacia todo lo que me venía de ti y de tu fe. Debí de ser una auténtica cruz para ti todo ese tiempo y sin embargo, ahí estuviste junto a mí y con nuestra Madre, ofreciéndolo en silencio . No sé qué hubiera sido de mí y de los niños, si no hubieras abrazado esa cruz.
Montse: Le tenemos que dar gracias a la Virgen por cómo ha protegido y lo sigue haciendo diariamente , a esta gran familia que tanto la quiere. Le tenemos que pedir que nos ayude a no soltarnos nunca de Tu mano,

Madre,

Hoy te conmemoramos como Señora de los Dolores centrándonos en los siete dolores que nos recuerda la Iglesia. Bendita y alabada seas por siempre.

RETIRO MATRIMONIOS MADRID 28 – 30 NOVIEMBRE 2025

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RETIRO MATRIMONIOS GRANADA (CON NIÑOS)   28 – 30 NOVIEMBRE 2025

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RETIRO MATRIMONIOS JAÉN 14 – 16 NOVIEMBRE 2025

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