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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 19-28
Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?»
Él confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió: «No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Por donde no vemos.
Está empezando un nuevo año y es el momento de pasar a la otra orilla, un momento de cambios, como los que anunciaba Juan el Bautista. Y emprendemos estos cambios en los que Dios nos quiere siempre avanzando hacia Él, con ilusión. Vamos con esa docilidad al Espíritu Santo que nos hace a veces tener que responder donde no vemos.
Vayamos este año todos juntos hacia el Señor en este camino nuevo que se nos abre en 2025 con más fuerza y más ilusión que nunca por donde el Espíritu Santo quiera llevarnos.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Pablo: Vanesa, te he comprado salmón para cenar esta noche, que sé que te gusta.
Vanesa: (Muy asombrada) ¿Salmón, Pablo? ¡No me lo puedo creer! Nunca ha sido santo de mi devoción. Al que le gusta el salmón es a ti, no a mí.
(Por la noche en la oración)
Pablo: Señor, perdoname porque me he sentido dolido contra Vanesa por su respuesta cuando le había comprado salmón expresamente para ella. No entiendo nada, porque lo he hecho con cariño y porque otros años le he visto tomar con gusto tostas de salmón con mantequilla.
Vanesa: Señor, perdóname porque no entendí cómo Pablo me conoce tan poco que ni siquiera sabe lo que me gusta. No he sabido aprovechar este momento de no entender nada para amarle más en lugar de criticarle en mi corazón.
Pablo: Espíritu Santo, gracias por ponerme este momento de incomprensión para que me dé cuenta de lo que me impide amar, que es mirarme a mí mismo. Espero saber aprovechar mejor la próxima circunstancia de desconcierto que me pongas por delante.
Madre,
Alabado sea el Espíritu Santo que nos lleva adonde nos conviene ir.