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RETIRO MATRIMONIOS VITORIA 14 – 16 MARZO 2025

RETIRO MATRIMONIOS VITORIA 14 – 16 MARZO 2025

Según tu dignidad. Comentario para Matrimonios: Juan 1, 1-18

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Evangelio del día

Comienzo del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Según tu dignidad.

Los que hemos conocido a Jesús, hemos vivido un nuevo nacimiento. Ya no procedemos de la carne y de la sangre, porque es la gracia recibida por los méritos de Cristo la que ha hecho que tengamos una nueva vida como hijos de Dios.
Esta nueva vida nos confiere una categoría mucho mayor. Esta nueva dignidad, debería llamarnos con eficacia por el interés de permanecer en ella y no perderla.
De nosotros depende ser de los que acogen esta gracia tan enorme y la mantienen o de los que no la acogen y la pierden comportándose como indignos hijos de Dios.
Soy hijo de Dios, sólo tengo que creérmelo y comportarme como tal, y me asistirá la gracia de Cristo.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Leonardo: Andrea, le he pedido al Señor que me muestre tu verdadera dignidad. Necesito fe para poder verla del todo. Estoy seguro que si me revela el misterio de la dignidad que Dios nos ha querido dar, nuestra relación mejoraría drásticamente.
Andrea: Bueno, ya lo sabes. Nos ha dado la dignidad de ser hijos de Dios. ¿Qué más necesitas?
Leonardo: Lo sé con la cabeza, pero no con el corazón. Si fuese consciente de lo que eso supone, nunca podría tratarte mal. ¿Podrías hablarle tú mal al Papa si estuviera aquí físicamente presente?
Andrea: ¡No, por Dios! Le trataría como merece Su Santidad.
Leonardo: En cambio, alguien que no fuese católico, igual podría no tratarle con tanta reverencia, porque no sabe ante quién está.
Andrea: Ahora lo entiendo. Si nos reconociésemos con la auténtica dignidad que tenemos nos completaríamos y nos trataríamos de acuerdo a esa dignidad.
Leonardo: Exacto. ¿Se lo pides conmigo al Señor que juntos tendremos más fuerza?
Andrea: Vale. Se lo pediremos cada día de este año que empieza.

Madre,

Gracias por este maravilloso año, en el que hemos recibido gracia tras gracia. Alabado sea el Señor por tanto.