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No hay mayor milagro que el amor que nos ha traído. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 13-16

No hay mayor milagro que el amor que nos ha traído.

San Juan Pablo II (Catequesis 13/04/83)


Queridísimos hermanos y hermanas: ¡El hombre necesita de reconciliación! Con el pecado quebrantó la amistad con Dios, y se encontró solo y desesperado, porque su destino no puede cumplirse fuera de esta amistad. …

Por esto aspira a la reconciliación, aún siendo incapaz de realizarla por sí. … El «alegre anuncio» que la fe nos trae es precisamente éste: Dios, en su bondad, ha salido al encuentro del hombre. Ha obrado, de una vez para siempre, la reconciliación de la humanidad consigo mismo, perdonando las culpas y creando en Cristo un hombre nuevo, puro y santo.

En Getsemaní Él acepta la voluntad del Padre… «El cáliz que me dio mi Padre, ¿no he de beberlo?» (Jn 18,11). … ¿Por qué el Padre eligió el sacrificio como medio de liberación de la humanidad?… La respuesta de la revelación es precisa: lejos de ser un acto de crueldad o de severidad rigurosa, el gesto del Padre, que ofrece al Hijo en sacrificio, es la cumbre del amor: «Tanto amó Dios al mundo que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna»… «En esto está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados» (1Jn 4,10).

El Padre ha querido un sacrificio de reparación por las culpas de la humanidad, pero Él mismo ha pagado el precio de este sacrificio, entregando a su Hijo. Con este don ha mostrado en qué medida Él era Salvador y hasta qué punto amaba a los hombres. Su gesto es el gesto definitivo del amor.

Nunca debemos olvidar que nuestra reconciliación ha costado al Padre un precio tan alto. ¿Y cómo no darle gracias por este amor que nos ha traído, con la salvación, la paz y la alegría?


Este es el alto precio que Dios ha pagado para que nuestro matrimonio sea posible, para que sea además un camino de santidad y para que caminemos hacia una unión eterna.

Si nos olvidamos de esto, mereceríamos peor destino que Corazaín, Betsaida o Cafarnaúm. Al fin y al cabo, ellos aún no habían visto el milagro de la redención. Tampoco nos exime de responsabilidad no conocerle, porque estamos en esta vida para buscarle y encontrar la perla escondida.

Damos gracias a Dios, como propone el Papa, “por este amor que nos ha traído, con la salvación, la paz y la alegría.”

Rezamos la oración del Papa Francisco por el Sínodo de la Familia.
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/