Reeducar el alma. Comentario para Matrimonios: Lucas 5, 12-16

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 12-16

Sucedió que, estando Jesús en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó diciendo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y enseguida la lepra se le quitó.
Y él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo:
«Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírlo y a que los curara de su enfermedades.
Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración.

Reeducar el alma.

Jesús cura al leproso, pero después le envía a ofrecer su purificación. Hablemos de esto, de la purificación.
No basta con el perdón de Dios. El pecado deja una huella en nosotros, un desorden, que hay que purificar, de manera que pasaremos toda la vida purificando y lo que no quede purificado aquí, deberá purificarse en el purgatorio.
La labor de purificación es de Dios, pero nosotros tenemos que colaborar con nuestras buenas disposiciones. Nuestra alma requiere de una reeducación natural y sobrenatural que necesita de nuestra colaboración.
La unión con Dios y con Su pureza infinita, requiere de nuestro acercamiento a ella.
Se da la circunstancia además de que cuanto más nos acercamos a la Luz, más apreciamos nuestras impurezas, como el que ve el agua aparentemente cristalina con un microscopio, así que, igual hay más de lo que vemos ahora.
Esposos, trabajemos esa purificación nuestra para que el Amor de Dios pueda reinar entre nosotros y así poder alcanzar la tan ansiada Caridad Conyugal.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Marina: Arturo, hoy quiero pedirte perdón por todo lo que te he exigido en este tiempo, por mi sed insaciable de vivir la comunión entre nosotros.
Arturo: No te preocupes Marina. Me he merecido todas y cada una de tus correcciones.
Marina: El problema principal no está en que tú te corrijas, sino en que yo purifique mi alma para poder estar más cerca del Señor y que Su Amor pueda actuar entre nosotros.
Arturo: Entiendo. Pero ¿Tienes experiencias de ello o es que lo has leído?
Marina: Llevo un tiempo probándolo y es totalmente cierto. ¡Funciona! ¿No has percibido que llevamos un tiempo mucho mejor?
Arturo: Sí. Llevamos una racha maravillosa.
Marina: Incluso tú, ¿No me amas más?
Arturo: Sí. Espectacular.
Marina: Pues sólo he hecho eso. Trabajar mi purificación reordenando poco a poco mi alma con la gracia de Dios.
Arturo: Qué maravilla. ¡Gloria a Dios!

Madre,

Ayúdanos a nuestra purificación que queremos llegar a la Caridad Conyugal aquí y al cielo allí. Alabado sea Dios que nos purifica con Su gracia.

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