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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Esto quieres esto quiero.
Vamos que, si usamos demasiado la razón, podría ser que tuviéramos a Cristo delante de nuestras narices y llegásemos a escandalizarnos de Él. Usar la cabeza sí, pero no hay que entenderlo todo, o nos perderemos los milagros del Señor. Él es sobrenatural y se nos escapa al entendimiento por todos lados, así que, estemos abiertos al misterio y dejemos a Dios ser Dios.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Michel: Me dices que no te comprendo, y yo te intento comprender. No sé qué más hacer.
Asun: Pues yo ya no sé cómo explicarte lo que vivo para que lo entiendas, así que, mejor no darle más vueltas y centrar juntos nuestra mirada en Dios. Esto es un misterio para mí, pero si Dios quiere que viva esta incomprensión, pues yo también la quiero vivir.
Michel: Doy gracias a Dios por tu fe y le sigo pidiendo luz para interpretar mejor tu corazón. Pero si no me la quiere dar, pues yo tampoco la quiero, aunque tenga consecuencias negativas para mí.
Asun: Alabado sea el Señor.
Madre,
Esto quieres tú, esto quiero yo. Alabado sea el Señor, en Él confiamos