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Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 9, 27-31
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:
«Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron:
«Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
«Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
¿Capaz de callarlo?
Jesús ordena a los ciegos que no comenten con nadie que han sido sanados por Él. Dice San Gregorio Magno que con ello quería enseñarle a sus discípulos la actitud de la propia ocultación. Me imagino si yo curase a un ciego ¿Sería capaz de no comentarlo con nadie? Sí, ya, ya, que ha sido Dios quien lo ha hecho por mediación mía y todo lo que quieras, pero ¿Sería capaz de callarlo?
Si estoy tan convencido de que todo lo hace Dios, que nunca alardee de lo que es Suyo. Hoy me dice eso: ¡Cuidado con que lo sepa alguien!
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Carla: ¿Por qué no me habías contado que la conversión de ese matrimonio había sido por aquella conversación que tuviste con ellos?
Alfonso: ¿Por qué no me habías dicho que te encontrabas mal ayer y cargaste con todas las tareas tú sola?
Carla: Me encontraba mal pero el Señor me sostenía y Él sabía que tú habías tenido un día duro.
Alfonso: Pues por eso mismo yo no te conté lo de este matrimonio, porque todo fue obra de Dios y no fue mérito mío.
Madre,
Que las obras que Dios hace a través de mí, o sea, todas las buenas, queden entre Dios y yo. Alabado sea el Señor que nos auxilia.
El comentario de hoy nos pide algo muy difícil: que cuando seamos instrumento de Dios y hagamos una buena obra no se lo contemos a nadie, como quería Jesús. Supongo que eso forma parte de la relación íntima que Dios quiere establecer con cada uno de nosotros. Si hago algo bueno y le doy gracias a Dios porque sé que en realidad lo ha hecho El, siento la alegría de la relación de amor entre los dos, pero si lo pregono, es como cotillear detalles de esa relación, y corro el peligros de que me atribuyan el mérito a mí, y eso sería como ser infiel al amor de Dios. Así que la próxima vez que mi esposo me dé las gracias por algo, tendré que acordarme de no decir «de nada», sino «ha sido gracias a Dios, que me está enseñando a quererte mejor».
Yo seguro q tampoco lo callaría pero cuánto me queda para llegar plenamente a la . FE verdadera cómo se la pido a JESUS