Archivo por meses: octubre 2025

Eso nunca sale bien. Comentario para matrimonios: Lucas 10, 38-42

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada»

Eso nunca sale bien.

Por nuestra naturaleza caída, tenemos tendencia a juzgar al otro; y tanto es así, que incluso intentamos que Jesús nos de la razón. De este modo, podemos descubrirnos como Marta, preguntándole al Señor que qué opina de lo que hace o no hace nuestro esposo, porque a mi me parece que debería cambiar y hacer lo que estoy haciendo yo y como lo estoy haciendo yo. Marta no entendía cómo María no estaba en lo que ella consideraba lo importante y sobretodo no entendía cómo al Señor está actitud parecía darle igual. Destaquemos dos aspectos claros aquí:
El primero es que a Jesús no le gusta que nos acusemos el uno al otro de ninguna manera y el segundo es que se equivocó Marta con lo que era importante para el Señor. ¿Cuál es esa mejor parte de la que habla Jesús y que se había quedado María? La intimidad con Él. A lo mejor haces muchas cosas, incluso dentro de la Iglesia, te entregas con matrimonios, catequesis, pero Él antes que a tú trabajo, tu misión, te quiere a ti, y quiere tener contigo esa intimidad que nadie nos podrá quitar, que se fragua sólo por la oración, y que nos hará ordenar todo lo que hagamos, a Su voluntad, para Su Gloria y no a la nuestra y para la nuestra. Mira a ver qué te pide a ti Jesús y no juzgues lo que hace o no hace el otro, eso nunca sale bien.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Rosa: madre mía César tengo tantas cosas que hacer que me faltan horas en el día. Esta mañana estaba tan nerviosa pensando en cada tema, que ni pude hacer oración, y así llevo un tiempo….muy dispersa.. no te lo había dicho.
César: pues eso no puede ser bonita mía. Nada es más importante que la oración. En la oración encontrarás la fuerza y la dirección para hacer todo lo que haces siempre en Él Señor. Nunca pospongas nada por ese rato a solas con Él.
Rosa: qué razón llevas. Encima había empezado a pensar que a ti todo lo que tenemos que hacer te da un poco igual y que eres demasiado tranquilo con lo que yo considero importante…ya te estaba juzgando……lo siento.
César: te quiero Rosa. Estaré más atento a ayudarte que ahí tengo que mejorar un poco, pero sin la oración no vamos a ninguna parte ¿verdad?
Rosa: verdad. Todo sea para Su Gloria
César: ¡Que así sea!

Madre,

Tú vivías siempre unida íntimamente al Corazón de tu Hijo. Ayúdame a mi a vivir en Él, contigo. ¡Alabada seas por siempre!

Apaleados pero no vencidos. Comentario para matrimonios Lucas 10,25-37

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10,25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
“Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».

Apaleados pero no vencidos.

Para alcanzar la vida eterna, nos lleva el Señor a las escrituras, cómo debemos amar a Dios y al prójimo, Jesus da un paso más y nos aclara quién es el prójimo, es el que siente misericordia y la pone en obras. En nuestro matrimonio tenemos al prójimo en casa para amarlo en toda circunstancia, no nos encontraremos a nuestro esposo apaleado por unos bandidos pero seguro que sí por su pecado, cuando ha caído en la tentación y su debilidad lo tiene machacado. En ese momento, que puede parecer que menos se lo merece, es cuando más necesita que lo amemos. ¿pasaremos de largo? ¿incluso le haremos más daño aún? Solo con la Gracia de Dios podemos ir creciendo en misericordia pidamos la Gracia de nuestro Sacramento para ser ayuda adecuada de ese corazón herido.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Rocio: Luis te quiero pedir perdón porque está tarde estaba nerviosa y te he tratado mal, te he gritado y he perdido los nervios, es como si no fuese dueña de mi. Y te quiero dar las gracias porque me has acogido y eso me ha hecho calmarme y poder recuperar el control.
Luis: Lo cierto es que podía ver en tus ojos la ira en estado puro, me daba hasta miedo. Lo has tenido que pasar muy mal.
Rocío: ¡Que te quiero!, yo gritandote y tu pensando en mi. ¿como lo haces?
Luis: Pues por Gracia de Dios, también recuerdo el consejo de nuestro matrimonio tutor de no mirarme a mí, e imaginarte tirada en el camino como en la parábola del buen samaritano, necesitada de cuidados.
Rocío: Doy gracias a Dios por ti cariño.

Madre,

Gracias por mostrarnos el camino de la caridad conyugal. Bendita seas por siempre. Amen

Fe y humildad. Comentario para matrimonios: Lucas 17, 5-10

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

El camino de la fe es la humildad.

Muchas veces nos miramos como los autores de las obras que Dios hace a través de nosotros. El Señor, en este Evangelio, nos pone en verdad: «siervos inútiles» que sin Él no podríamos hacer nada. Pero también, que Él quiere contar con nosotros. En el matrimonio podemos adoptar igualmente una posición de superioridad frente a nuestro esposo, usando los dones que Dios nos ha dado casi como armas que emplear contra nuestro esposo, provocando una division que a veces termina en una ruptura del matrimonio. ¿Qué tenemos que no nos haya sido dado? Miremos al Señor, que se abaja hasta nosotros para llevarnos con Él, y hagamos nosotros lo mismo con nuestro esposo.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Ana : ¡Hola Miguel! ¿Qué tal el día?
Miguel: Muy bien, Ana. Date un poco de prisa, que tenemos la catequesis y vamos justos de tiempo.
Ana: Sí. Mira sobre eso quería que habláramos…
Miguel: Te veo muy seria ¿qué ha pasado?
Ana: Nada malo, no te preocupes, pero esta mañana estuve un rato en el Santísimo, y el otro día después de la reunión con los pastorcillos, que hablaron de cómo vivir las catequesis, me di cuenta de que no lo estábamos haciendo bien.
Miguel: Pues mira, me pasó algo parecido. Siempre vamos con prisa, como hoy; hay veces que las vemos el día anterior y no las vivimos, y con la oración conyugal nos pasa igual, cuántas veces la descuidamos.
Ana: Sí. Aunque es verdad que hemos cambiado mucho en la forma de mirarnos y tratarnos, creo que deberíamos comenzar a vivirlas bien. Si hemos visto cambios haciendo poco, imagínate si lo vivimos a tope.
Miguel: Pues sí, me gusta la idea; hasta ahora hemos ido a por el 5 raspado, ahora tenemos que ir a por el 10.
Ana: Siempre con ayuda del Señor, no se te olvide, que nosotros somos siervos inútiles.
Miguel: ¡Eso sin duda! Vamos y hablamos con nuestros pastorcillos y a ver cómo nos pueden ayudar.

Madre,

Tú siempre nos muestras con tu humildad el camino para llegar a tu Hijo. No nos dejes de tu mano para que no nos desviemos y que así podamos un día cantar de alegría juntos las maravillas que el Señor ha hecho en nosotros. ¡Gloria a Dios!

Corazones hacia el cielo. Comentario para matrimonios: Lc 10, 17-24

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según San Lucas 10, 17-24:

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.» En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.» Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»

Nuestros corazones apuntan al cielo.

El Señor en este evangelio nos vuelve a poner en verdad, para que no perdamos la vista de lo importante, la vista siempre al cielo, a Cristo. Dirijamos nuestra mirada a la fuente y no a las consecuencias. Cuántas veces nos podemos recrear en el cambio de tantos matrimonios cuando colaboramos en un retiro de Proyecto Amor Conyugal y cómo el Señor nos resitúa para que enfoquemos hacia Cristo como origen y fin de lo que vivimos. “¿Dónde estáis poniendo vuestra alegría? ¿En el “éxito“ que tenéis en la misión que os he encomendado? No pongáis ahí vuestra alegría porque en ocasiones no veréis esos frutos poned vuestra alegría en que vuestros nombres están escritos en el cielo”. Una alegría que brota del interior, porque estamos llenos del Espíritu Santo, estamos habitados por el Espíritu Santo y nuestro amor de esposos es el reflejo del Amor de Cristo y viviendo así en verdad convertiremos nuestros hogares en verdadero Reino de Dios y así daremos fruto y seremos Luz para todos los que nos rodean. Podemos fijarnos hoy en San Francisco de Asís, siendo un hombre de alto reconocimiento entre los suyos, lo dejó todo para dar su vida a los más pobres con la alegría de saberse escrito su nombre en el cielo.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Inma: Pablo, hoy mientras rezaba el evangelio, pensaba… ¿de verdad vivimos la alegría de ser de Cristo en nuestro matrimonio?
Pablo: Qué buena pregunta, Inma. A veces lo vivimos… pero creo que muchas veces dejamos que las preocupaciones del día nos roben esa alegría. Pero cuando rezamos juntos, cuando vamos a misa, cuando sirves con tanta ternura, sí siento esa alegría… siento que Cristo está en nosotros.
Inma: A mí me pasa igual. Cuando tú me abrazas con paciencia, incluso cuando he estado insoportable… ahí siento esa alegría que no depende de si el día fue bueno o malo.
Pablo: ¿Sabes cariño? Creo que cuando más perdemos esa alegría es cuando nos miramos más a nosotros mismos que a Él. Pero cuando lo ponemos a Él en el centro… todo cambia. Incluso nuestras dificultades adquieren sentido.
Inma: Sí… me doy cuenta de que cuando rezo por ti, mi corazón cambia. Me lleno de gratitud por tenerte,. Ahí está la alegría de ser de Cristo: en darnos, en servir, en perdonarnos.
Pablo: Qué bonito lo que dices… Te propongo algo: cada vez que sintamos que uno pierde la alegría, nos recordemos mutuamente esta promesa de Cristo que nuestros nombres están inscritos en el cielo.

Madre,

Gracias porque por la infinita misericordia de tu Hijo Jesús, nuestros nombres están inscritos en el cielo. ¡Qué consuelo sabernos conocidos y amados por Dios! Bendito y alabado seas Señor.

Ver y Creer. Comentario para matrimonios: Lucas 10,13-16

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Ver y Creer.

El Señor quiere por encima de todo nuestra salvación, es más, nos llama de manera urgente a vivir la santidad, y en nuestra vida nos muestra milagros diarios: En nuestro matrimonio, en nuestra familia, en nuestros amigos, incluso en el trabajo. ¡Nos los muestra con una claridad nítida!
¿Por qué nos acostumbramos? ¿O por qué no queremos ver, ni queremos oír? Entonces, como le decía Abraham a Epulón, ¿ni aunque resucite un muerto creeremos?
El Señor nos dice: ¡Reconocedme! Reconocedme en la Eucaristía, en la confesión, en nuestro día a día.
Y tú, esposo, ¡ay Corazain! ¡Reconóceme en tu cónyuge! Pues a ti te muestro mi rostro en las alegrías, en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida. ¡Conviértete y créelo!

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pablo: Cristina, este viernes no me apetece nada ir al grupo de catequesis. Total, si con lo que discutimos, no tiene sentido que vayamos, es un engaño.
Cristina: Ya, tienes razón, discutimos mucho y no nos sirve de nada. Creo que voy a llamar a Gustavo y Teresa para avisarles de que no vamos a ir.
(a pesar de todo, ellos son fieles a la oración y el Señor les ilumina)
Pablo (tras el rato de oración): Sabes qué, después de este ratito de oración, el Señor me ha hecho ver que, aunque tenemos nuestras caídas, nos está ayudando mucho ir a este grupo y compartir este camino con otros matrimonios. Hemos visto muchos milagros, el primero en nuestro matrimonio, y no podemos quedarnos como si nada.
Cristina: Es verdad Pablo, lo de no ir al grupo de catequesis… ¡es una tentación! Si miramos hacia atrás, vemos que cada vez nos está acercando más al Señor y Él está transformando nuestro matrimonio, algo que era impensable antes de contar con Él. Vayamos a la catequesis, que seguro que el Señor nos quiere decir algo esta vez a través de San Juan Pablo.
Pablo: ¡Pues vamos! ¡A seguir viendo milagros!

Madre,

Te damos gracias por acercarnos a la Verdad, llévanos siempre de la mano. ¡Albado sea el Señor!