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Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11,27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Lo que es mejor.
Está muy bien hacer cosas buenas y decir cosas bonitas, pero hoy Jesús en el Evangelio apunta a que no nos quedemos en lo bueno, sino que busquemos lo mejor: escuchar la palabra de Dios y cumplirla. Y es precisamente a éstos, a los que escuchan la palabra y la cumplen, a los que Jesús llama bienaventurados. Como María, nuestra Madre, Ella es «la Bienaventurada», no solo porque llevó a Jesús en Su seno, sino muy especialmente porque escuchaba la Palabra de Dios y la cumplía.
Jesús nos vuelve a insistir hoy en la necesidad de escuchar la Palabra de Dios, imprescindible para conocer Su plan para nosotros. No hay otra forma. Si no dedicamos tiempo a estar con el Señor, acallando los ruidos del mundo y estando atentos a Su voz, buscando esa intimidad que Él quiere tener con cada uno de nosotros, y que se fragua en la oración, es imposible escucharle y conocer Su voluntad. Y para nosotros, esposos, nada mejor que la oración conyugal. Es nuestra herramienta para tener intimidad con Él y conocerLe, y la oportunidad de escuchar lo que Dios quiere para nuestro matrimonio. Pero no basta con escuchar Su Palabra, sino que luego hay que cumplirla, hay que llevarla a nuestra vida y ordenar todo lo que hagamos a Su voluntad. Por eso Jesús llama bienaventurados a los que –primero- escuchan la palabra de Dios, y –después- la cumplen. Esposos, este es nuestro camino para la buena ventura, es nuestra autopista a la felicidad, porque nuestro Padre del cielo sabe qué es lo mejor para nosotros, sus hijos.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Susana: Miguel, nos han invitado a una cena de gala en el casino el sábado de la semana que viene. ¡No sabes la ilusión que me hace!
Miguel: Susana, ¿no es el día que tenemos la reunión del grupo de matrimonios en la parroquia?
Susana: Sí, es verdad, no había caído en la coincidencia. Pero bueno, es una vez, no pasa nada porque faltemos un día.
Miguel: No sé. Tenemos un compromiso con la comunidad. Y además, nos está viniendo muy bien ir a las reuniones con el resto de matrimonios del grupo, nuestro matrimonio ha crecido mucho desde que vamos.
Susana: Ay, Miguel, por una vez que no vayamos… estoy soñando con ir a esa cena desde hace años, y ahora ha surgido la oportunidad.
Miguel: Susana, ¿qué te va a aportar eso? Mira, si te parece lo llevamos esta noche a la oración conyugal, y vemos lo que el Señor nos dice.
(aquella noche, en la oración conyugal…)
Susana: Jesús, en este Evangelio me dices que Tu Madre es bienaventurada por escuchar la palabra de Dios y cumplirla. Yo tengo ilusión de ir a esa cena de postín, no veo en ello nada malo; pero a través de Miguel, me has recordado que coincide con nuestra reunión de matrimonios. Y en este Evangelio me has mostrado la importancia de oír Tu palabra y cumplirla, para hacer Tu voluntad, y me haces ver que hay algo mejor que esa cena, porque en las reuniones del grupo nos vamos formando y profundizando en el matrimonio como Dios lo pensó, y nos ayuda mucho a crecer en nuestra vocación matrimonial. Además, es verdad que cada vez que vamos, vengo renovada e ilusionada con nuestro matrimonio. Señor, gracias por darme a mi esposo, mi ayuda adecuada.
Miguel: Gracias Señor, por mi AA, y por hacernos ver en nuestra oración lo que es mejor.
Madre,
Tú, que eres la Bienaventurada porque escuchas la palabra de Dios y la cumples, enséñanos a rezar y tener intimidad con Dios, y a escuchar Su Palabra, a guardarla en nuestro corazón y a decir siempre sí a Su voluntad. ¡Bendita y gloriosa seas, Madre! ¡Alabado sea por siempre Nuestro Señor!








