Archivo por meses: octubre 2025

Amor que saca de razón. Comentario para Matrimonios: Lucas 18, 9-14

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según San Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Amor que saca de razón.

El fariseo se compara y “agradece lo bueno que es”, entrando en un mundo de obligaciones y logros, donde todo tiene un precio… y los demás, su desprecio.
El publicano se cuestiona a sí mismo y confía en la bondad de Dios: la antesala para entrar en una vida de don y gratuidad.
Y nosotros, matrimonios de Proyecto Amor Conyugal, ¿qué somos? ¿Fariseos agradecidos por “estar bien” y haber “llegado ya” … o queremos más?

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Luis: Hoy, en la oración, Dios ha despertado algo muy profundo en mi alma.
María: ¿Y eso?
Luis: Cuando hicimos el retiro de Proyecto Amor Conyugal, comenzamos un camino que nos rescató. Pero siento que Cristo me pide algo más. Vivimos una fe buena, responsable… pero quizá demasiado razonable. Buscamos nuestro bien, y eso no está mal. Pero…
María: ¿Pero?
Luis: ¿Y Su corazón? Me doy cuenta de que estoy centrado en nuestro bienestar. ¿Y cómo está Su corazón?
María: Qué grande es Dios… acabas de confirmar algo que me venía rondando en la cabeza y le pedí una señal. Y acabas de dármela.
Luis: ¿Sí?
María: Sí. Ese vivir tan pendientes de “nuestro” camino espiritual nos ha llevado a cierto egoísmo… Incluso, a veces, juzgamos a quienes no viven como nosotros.
Luis: Sin darnos cuenta, estamos viviendo el matrimonio según nuestros planes. Tenemos que dejarle espacio a Él. Salir de nuestra lógica, estar más pendiente de Él y responder a lo que nos pide.
María: Venga, vamos a rezar, para que nos muestre los “próximos pasos”.
Luis: Jajaja, se nota que acabas de salir de una reunión de trabajo.

Madre,

Enséñanos a “querer más” porque nuestro deseo es de infinito y solo tu Hijo puede saciarnos. Sea por siempre bendito y alabado Jesús, que con Su Sangre nos redimió.

La paciencia del Señor. Comentario para matrimonios: Lc 13,1-9

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9.

En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».

La paciencia del Señor.

En este Evangelio vemos como unos van a decirle a Jesús lo que, según ellos, otros han hecho mal, y es muy probable que en su corazón incluso les hayan juzgado y condenado. Esta escena nos puede resultar familiar. ¡En cuántas ocasiones voy a contarle a Jesús, en tono de acusación, el dolor que siento ante algo que ha hecho mi cónyuge! A decirle lo que, a mi parecer, ha hecho mal. Pero vemos como Jesús no se detiene en la acusación, sino que aprovecha la ocasión para, con una respuesta contundente, hacernos reflexionar. ¿Crees que tu cónyuge es más pecador que tú? ¿Quizás porque no has caído en el mismo pecado, te crees mejor? Pues Jesús nos dice: no lo eres, así que conviértete, o si no tú también perecerás.
Pueden parecer unas palabras duras, pero al tiempo, el Señor nos invita a la conversión con Su infinita paciencia. Porque, aunque sepa que, por nuestra tibieza, por comodidad, por egoísmo, por la razón que sea, podamos llevar mucho tiempo sin dar el fruto que Él espera de nosotros, siempre quiere darnos otra oportunidad, como a la higuera de la parábola. Tiene Su esperanza puesta en nosotros, y no nos da por perdidos. Por eso le pide al Padre una nueva oportunidad para nuestro matrimonio. Si Él no da por perdido mi matrimonio ni a mi esposo ¿le voy a dar por perdido yo? No, Señor. Yo quiero colaborar contigo para que mi matrimonio dé frutos abundantes.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Vicente: ¿Por qué tienen que ser tan difíciles las cosas, Marta?
Marta: ¿Por qué lo dices, Vicente?
Vicente: Porque aunque ahora vamos a Misa prácticamente todos los días, y hacemos habitualmente la oración conyugal, no veo que nuestra vida sea más fácil que antes. Al revés, diría que las cosas se complican cada vez más. Ahora nuestros hijos protestan porque dicen que estamos menos con ellos.
Marta: Bueno, Jesús nunca dijo que las cosas fueran a ser más fáciles, humanamente hablando; recuerda que nos dijo que no vino a traer paz, sino división. Y que sólo seremos dignos de Él si cargamos con nuestra cruz de cada día.
Vicente: Sí, es verdad, pero sería más fácil si las cosas externas ayudaran.
Marta: ¿Estás seguro? Mira, rezando hoy mi oración personal, me ha llamado la atención que en la parábola de la higuera que no da fruto, el Señor diga expresamente que, para ver si da fruto, echará estiércol en el terreno que cave alrededor. No dice abono, dice estiércol.
Vicente: ¿Y? No caigo en lo que quieres decir.
Marta: Pues que para que dé fruto, no pone alrededor florecitas o adornos bonitos, sino estiércol, que huele mal, que son desechos, pero tiene nutrientes. Y me ha hecho ver que, para que demos fruto como matrimonio, el abono que nos pone son algunas dificultades, pruebas, porque sólo con ellas podemos crecer en nuestro amor. No crecemos cuando todo parece que viene rodado, sino cuando tenemos que luchar juntos para superar los obstáculos que se nos presentan.
Vicente: Ya comprendo, el estiércol simboliza todo eso que no nos gusta, pero que el Señor permite para que podamos fortalecer nuestro matrimonio.
Marta: Sí, algo así.
Vicente: Gracias, Marta, por iluminarme y hacerme ver lo que nos quiere el Señor, incluso cuando nos manda pruebas. Te quiero.
Marta: Gracias al Señor, que nos ayuda a crecer en nuestro amor. Yo te quiero más.

Madre,

enséñanos a reconocer también en las dificultades la voluntad de Dios, a tener fe en que es nuestro Padre bueno y nos manda siempre lo que más nos conviene, aunque no lo entendamos, y como hacías Tú, decir siempre sí a Su voluntad. ¡Bendita y gloriosa seas, Madre! ¡Alabado seas por siempre, Señor!

¿Lloverá el fin de semana? Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 54-59

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,54-59

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: “Va a caer un aguacero”, y así sucede. Cuando sopla el sur decís: “Va a hacer bochorno”, y sucede. Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo? Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla».

¿Lloverá el fin de semana?

Cada vez confiamos más en la predicción del tiempo que, como mínimo con una semana de antelación, nos dice si lloverá o hará sol con bastante fiabilidad. Así podemos organizar todos nuestros planes de fin de semana. Ya no tenemos que mirar a poniente, ni estar pendientes de si sopla el viento del sur… Lo tenemos mucho más fácil, nos lo dan todo masticadito y no tenemos que preocuparnos por pensar mucho. Asi que también nos es mucho más difícil saber lo que es justo o injusto, y nos dejamos llevar por lo que la sociedad y los gobiernos dicen que es lo mejor para nosotros. ¡Qué tremendo error! El Señor nos dice que no saldremos de allí hasta que no paguemos nuestra última monedilla. Esposos ¿cuánta deuda tenemos pendiente por no vivir coherentemente el Evangelio?

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Eduardo: Loles, ¿qué tal has pasado el día? Menudo chaparrón ha caído, y yo que no me había llevado paraguas. Vengo empapado
Loles: ¡Anda, Eduardo! Corre a darte una ducha calentita y te cambias, que te vas a resfriar y además lo estás dejando todo mojado.
Eduardo: ¡Ay! que gusto ya sequito. ¿Te ayudo con la cena?
Loles: Muchas gracias, ya está casi acabada. Estaba aquí pensando y dándole gracias al Señor. ¿Te acuerdas cuando decía que eras mi hombre del tiempo? Estabas enganchado a las noticias y al programa del tiempo. Todo el día mirando el móvil, salíamos perfectamente preparados para la lluvia o el frio, pero nunca teníamos tiempo para la oración o charlar tranquilos en familia.
Eduardo: Sí que me acuerdo, cuanto hemos cambiado desde que hicimos el retiro de Proyecto Amor Conyugal y decidimos comenzar con la oración conyugal diaria. Y tú ya no ves esos programas de cotilleos y chismes que tanto daño hacen.
Loles:¡Uf! Ni me lo recuerdes, ahora cuando voy a ver a mi madre y los tiene puestos no puedo entender cómo he podido perder tanto tiempo con estas cosas. ¿Sabes que hasta me he confesado por haber estado tantísimas horas delante de la televisión?
Eduardo: ¡Qué bonita eres! Tienes un alma preciosa, vamos a cenar ya que estoy deseando comenzar la oración conyugal.

Madre

Gracias por todo, sabemos que tú nos guías con mano amorosa hasta la presencia de Tu Hijo, dándonos a cada uno lo que necesitamos en cada momento. Te pedimos por todos los matrimonios y familias que atraviesan momentos de oscuridad, aquí nos tienes para ayudarte a llevarles hasta Él. ¡Bendito y alabado sea!

Arder de amor. Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 49-53

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Arder de amor.

Pueden parecer duras las palabras de Jesús diciendo que ha venido a “prender fuego a la tierra”, pero es así, ha venido a prender el fuego de Su amor y está deseando que ocurra, que su amor llegue a todos los hombres del mundo. Lo vemos en la llama de su Sagrado Corazón, que es el fuego de Su amor y cuanto sufre al ver que ese fuego en ocasiones divide y separa en lugar de unir que es su mayor deseo. Nosotros a través de nuestro sacramento del matrimonio representamos a Cristo en la tierra haciendo arder a nuestro alrededor ese fuego a través de nuestro amor que tiene como objetivo la plena comunión entre nosotros y luz para todos los de nuestro alrededor. A veces ese fuego entre nosotros puede generar división a los que nos rodean viendo el cambio que produce en nosotros porque no lo entienden, pero que puedan decir como arde ese matrimonio en el amor de Cristo y como nos atrae hacía el amor de Dios.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Daniel: Almudena ¿te has fijado cómo han mejorado María e Iñigo desde la última vez que los vimos?
Almudena: Si, es imposible no darse cuenta, pero igual es un poco exagerado ¿no crees?
Daniel: Mirándolo fríamente sí, pero atrae bastante la manera que tienen de tratarse entre ellos.
Almudena: Ya, pero tú y yo estamos muy lejos de eso, además dedican demasiado tiempo a su matrimonio y a los demás y nosotros no estamos para esas cosas, tenemos una vida muy complicada.
Daniel: Tienes razón, pero solo con verles me dan ganas de intentar mejorar.
Almudena: Para llegar a estar así tendríamos que cambiar demasiadas cosas y creo que no estamos preparados. Además, solo con pensarlo me viene todo lo que nos separa en lugar de lo que nos une.
Daniel: Es verdad, pero me hacen ver lo que necesito cambiar para poder acercarme cada día más a ti y estar más unidos en lugar de distanciados.
Almudena: ¿De verdad estarías dispuesto a hacerlo por mí? A veces a mí también me viene a la cabeza que hacer para cambiar, pero no sé por dónde empezar.
Daniel: ¿y por qué no lo intentamos? Soy consciente que nos queda mucho para llegar a como están ellos, pero viendo que estamos los dos pensando en lo mismo podríamos hacerlo.
Almudena: ¡Genial! Pues vamos a por ello, voy a llamar a María e Iñigo para quedar con ellos y que nos empiecen a contar cómo podemos hacer para ir cambiando, necesitamos pedir ayuda porque solos no podemos.
Daniel: Por mi perfecto.

Madre,

Ayúdanos a adentrarnos en el fuego del Sagrado Corazón de Tu Hijo, para arder en su amor y saber amar en paz y unidad. Alabado sea el Señor.

¿Anestesiados o despiertos? Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 39-48

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 39-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le preguntó:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor le dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: «Mi señor tarda en llegar», y empieza a pegarles a los criados y a criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más se le pedirá».

¿Anestesiados o despiertos?

Vivimos rodeados de prisas, distracciones y responsabilidades que muchas veces nos alejan de lo más importante: nuestro amor y nuestra vocación de esposos. Estas distracciones nos anestesian y vivimos olvidando o sin saber muy bien quién soy, qué hago en esta vida y cuál es mi meta final.
Si mi vida y mis actos no responden a estas preguntas, ando perdido, sin rumbo, sin sentido, puede que haga muchas cosas dejándome llevar por las prisas, la corriente, el ruido, las compras… pero… ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿soy lo que Dios espera de mí? ¿Estamos siendo los esposos que Dios espera que seamos?
Una cosa tenemos clara, que nuestro último día llegará, no sabemos cuándo, pero sabemos que el Señor quiere encontrarnos amando porque somos hijos de Dios, estamos en esta vida para amar y nuestra meta es el cielo. Para poder amar el Señor nos da muchos dones. San Juan Pablo II, que hoy celebramos, decía en una catequesis que “Dios nos confía talentos y dones; seremos juzgados por el uso que hacemos de ellos, por la fidelidad con que los administramos en nuestra vida personal, familiar y social.” (Audiencia General, 1994) Que cuando llegue el Señor nos encuentre administrando estos dones con alegría y responsabilidad. Ser fieles y prudentes implica cuidarlos y entregarlos para el bien de nuestro esposo y de nuestra familia, haciendo en cada momento lo que tenemos que hacer.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pablo: Teresa, ¡no te lo vas a creer! Me ha saltado en el móvil una alerta de que hoy lo he usado demasiadas horas… Me da vergüenza hasta decirte cuanto…
Teresa: pues… te confieso que a mí también me salió y ni te lo dije. ¡Madre mía la cantidad de tiempo que perdemos sin darnos cuenta! Es dramático porque nos despista, nos dispersa, y así es imposible tener presencia de Dios durante el día… con tantos mensajes, memes, videos…
Pablo: si, pero lo que más me preocupa es que el tiempo es algo que Dios nos ha regalado, es un don de Dios y como tal nos va a pedir cuenta de cómo lo hemos administrado… ¿qué le diremos?
Teresa: Esto se acabó. El demonio nos tiene engañados, anestesiados y nos roba el tiempo, un tiempo que es para Dios, por eso se empeña tanto en robárnoslo.
Pablo: ¡Totalmente! Bueno, pues ya que estamos, revisemos todo lo que Dios nos da, no nos vaya a pasar lo mismo con la fe, nuestro matrimonio, las virtudes, la gracia de Dios… ¡manos a la obra Teresa, mucho se nos va a pedir!

Madre,

Que no nos engañen, que despertemos de nuestras anestesias y tomemos conciencia de los dones que el Señor ha puesto en nuestras manos. Todo es Suyo y a Él se lo entregamos. Todo para Su Gloria por los siglos de los siglos. Amén