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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Arder de amor.
Pueden parecer duras las palabras de Jesús diciendo que ha venido a “prender fuego a la tierra”, pero es así, ha venido a prender el fuego de Su amor y está deseando que ocurra, que su amor llegue a todos los hombres del mundo. Lo vemos en la llama de su Sagrado Corazón, que es el fuego de Su amor y cuanto sufre al ver que ese fuego en ocasiones divide y separa en lugar de unir que es su mayor deseo. Nosotros a través de nuestro sacramento del matrimonio representamos a Cristo en la tierra haciendo arder a nuestro alrededor ese fuego a través de nuestro amor que tiene como objetivo la plena comunión entre nosotros y luz para todos los de nuestro alrededor. A veces ese fuego entre nosotros puede generar división a los que nos rodean viendo el cambio que produce en nosotros porque no lo entienden, pero que puedan decir como arde ese matrimonio en el amor de Cristo y como nos atrae hacía el amor de Dios.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Daniel: Almudena ¿te has fijado cómo han mejorado María e Iñigo desde la última vez que los vimos?
Almudena: Si, es imposible no darse cuenta, pero igual es un poco exagerado ¿no crees?
Daniel: Mirándolo fríamente sí, pero atrae bastante la manera que tienen de tratarse entre ellos.
Almudena: Ya, pero tú y yo estamos muy lejos de eso, además dedican demasiado tiempo a su matrimonio y a los demás y nosotros no estamos para esas cosas, tenemos una vida muy complicada.
Daniel: Tienes razón, pero solo con verles me dan ganas de intentar mejorar.
Almudena: Para llegar a estar así tendríamos que cambiar demasiadas cosas y creo que no estamos preparados. Además, solo con pensarlo me viene todo lo que nos separa en lugar de lo que nos une.
Daniel: Es verdad, pero me hacen ver lo que necesito cambiar para poder acercarme cada día más a ti y estar más unidos en lugar de distanciados.
Almudena: ¿De verdad estarías dispuesto a hacerlo por mí? A veces a mí también me viene a la cabeza que hacer para cambiar, pero no sé por dónde empezar.
Daniel: ¿y por qué no lo intentamos? Soy consciente que nos queda mucho para llegar a como están ellos, pero viendo que estamos los dos pensando en lo mismo podríamos hacerlo.
Almudena: ¡Genial! Pues vamos a por ello, voy a llamar a María e Iñigo para quedar con ellos y que nos empiecen a contar cómo podemos hacer para ir cambiando, necesitamos pedir ayuda porque solos no podemos.
Daniel: Por mi perfecto.
Madre,
Ayúdanos a adentrarnos en el fuego del Sagrado Corazón de Tu Hijo, para arder en su amor y saber amar en paz y unidad. Alabado sea el Señor.

