Archivo por meses: octubre 2025

Gracia, Gracia. Comentario para matrimonios: Lucas 14,1-6

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1-6

En sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos:
«¿Es lícito curar los sábados, o no?».
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo:
«¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?».
Y no pudieron replicar a esto.

Gracia, Gracia.

Hoy vemos al Señor curando en sábado, porque su Misericordia quiere alcanzarnos en todo momento. Y nos dice que está presto para curarnos y salvarnos.
Por tanto, ¿por qué no nos dejamos? ¿por qué nos resistimos a la Gracia? El Señor está deseoso de que la acojamos. En la oración, en los sacramentos, y especialmente, quiere curarnos en el sacramento de la confesión.
En el sacramento del matrimonio tenemos la gracia de poder detectar mi pecado cuando «miro mal a mi esposo». Cuando estoy viendo que mi esposo «lo hace todo mal», nos dice el Señor: «La lámpara del cuerpo es el ojo», así que, acudamos a la confesión para curar nuestro interior, reconciliémonos con Dios y después con mi esposo.
¡Gracias Señor por darnos los sacramentos! ¡Gracias por el matrimonio!

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Carmen: ¡Hola Carlos! ¿Como estás? ¿Qué tal el día?
Carlos: Bien.
Carmen: (piensa… ya está otra vez seco y borde, como siempre llegará cansado y pensando en sus problemas de trabajo…)
¿Y el día bien?
Carlos: Sí.
Carmen: (piensa… desde luego, ¿ya podía preguntarme qué tal yo, no? Voy a hacer la cena, a ver si me ayuda) Carlos, voy a hacer la cena, ¿qué quieres cenar?
Carlos: Me da igual, lo que te parezca.
Carmen: (piensa… ¡pero bueno, este es el colmo! ¡Ni siquiera me ayuda a pensar qué cocinar! Es que no me ayuda ni en eso…
Señor ayúdame Tú, porque yo no puedo. Voy a rezar.
Y el Señor le dijo: «La lámpara del cuerpo es el ojo»
Bueno, Señor, es verdad que estoy viendo todo lo malo, así que seré yo la que debo limpiar mi corazón y mi mirada.
Iré a confesarme. ¡Gracias Señor!
Carmen: Carlos, he ido a confesarme porque estaba viendo en ti todo lo malo, voy a preparar la cena tan rica que te gusta, y así la disfrutamos juntos, ¿te parece?
Carlos: ¡Claro que sí mi amor! Qué bendición la Fe que tienes y lo perseverante que eres en la Fe. ¡Qué maravilla tenerte Carmen!

Madre,

Tú eres ejemplo de humildad y de acoger la Gracia de Dios. Gracias por ser Madre y modelo nuestro para llegar a tu Hijo, Nuestro Señor. ¡Alabado sea por siempre el Señor!

La unión es el fruto. Comentario para matrimonios: Lucas 13, 31-35

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Evangelio del día

Lectura del
santo evangelio según san Lucas 13,31-35

En aquel día, se acercaron unos fariseos a decir a Jesús: «Sal y marcha de aquí, porque Herodes quiere matarte». Jesús les dijo: «Id y decid a ese zorro: “Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día mi obra quedará consumada. Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido. Mirad, vuestra casa va a ser abandonada. Os digo que no me veréis hasta el día en que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”»

La unión es el fruto.

!Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Que terrible si el Señor me dijera esto cómo se lo dijo a Jerusalén! Podemos pensar que yo nunca he hecho tal cosa: matar o apedrear; pero ¿y si resulta que sí lo hago? ¿Cómo? Matando y apedreando a mi esposo cuando no le acojo, no le amo, le veo como una molestia e incluso un impedimento para “amar a mi Dios”.
El amor de Dios siempre da como fruto la unión. Si algo me separa de mi esposo, no es de Dios. Es el demonio quien siembra separación. Dios quiere reunirnos bajo sus alas, como la gallina reúne a sus polluelos y les da calor y protección.
Tengámoslo claro, difícilmente veremos a Dios si no lo descubrimos en nuestro esposo, porque es el que viene en el nombre del Señor para ser nuestra ayuda adecuada.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Carlos: Marta, esa cara de felicidad ¿a que se debe?
Marta: cariño, es impresionante como la gracia ha cambiado mi mirada sobre ti. Antes te veía como un freno, como un impedimento para crecer en mi relación con Dios.
Carlos: ¿y ahora? ¿qué ha cambiado? Porque es verdad que te noto distinta.
Marta: que alegría me da que te hayas dado cuenta. Pues sencillamente que he descubierto que eres un don de Dios para mí, que nos envía el uno al otro para ser camino hacia Él. Que eres la tarea y la ayuda que Dios me da para crecer en santidad, en unión con Él creciendo en amor y unión contigo para llegar a la comunión y al cielo.
Carlos: ¡Qué maravilla! ¡Me encanta! Yo también me apunto a esta tarea. Además voy a intentar ponértelo más fácil, que se que a veces te lo pongo complicado. Gracias cariño. Que bendición eres. Te quiero.
Marta: yo también te quiero, y yendo juntos ¡esto va a ser la bomba!

Madre,

enséñame a descubrir en mi esposo el don de Dios para mi. ¡Alabado sea por siempre el Señor!

La puerta estrecha libera. Comentario para matrimonios: Lucas 13,22-30

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,22-30

En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
“Señor, ábrenos”; pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos»

La puerta estrecha libera.

¿Son pocos los que se salvan? Señor, yo también te podría hacer esa pregunta, como diciendo, ¿me tengo que esforzar mucho? Y Tú respondes «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha… muchos intentarán entrar y no podrán». En ese momento vería que esto va en serio, que no puedo jugar con mi vida eterna. No puedo seguir conformándome con lo justo, haciendo todo según mi medida, pensando que con eso será suficiente,…
Señor, Tú me quieres con locura. Lo has demostrado dando la vida por mí. Y me dices que confíe en Ti, que te escuche y que haga lo que me dices. Que la felicidad está en permanecer en tu Amor, y que eso se hace escuchándote y cumpliendo tus mandamientos. Negándome a mí mismo, abrazando la cruz de cada día y siguiéndote, amando como Tú amas. Eso es pasar por la puerta estrecha, liberarme de todo mi amor propio, de todo lo que me esclaviza, y dejarme llenar por tu Amor.
Señor, ¡qué maravilla es tu puerta estrecha, que me libera de lo que me esclaviza y me llena del Amor verdadero para empezar ya aquí en la tierra a participar de la felicidad del Cielo!

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Manu: María, gracias, muchísimas gracias.
María: ¡Uy! ¿Por qué me das las gracias de repente?
Manu: Porque he descubierto el amor de Dios gracias a ti y empiezo a tocar la felicidad. Antes me enfadaba contigo cuando me pedías hacer oración, ir a Misa,… Y cuando me pedías cambiar mis planes, en los que sólo pensaba en mí aunque no me daba cuenta, por planes de los dos, me enfadaba más. Ahora veo que todo eso no me hacía feliz. Todo lo contrario. Cada vez estaba más ciego, más centrado sólo en mí, más enfadado contigo. Gracias a ti y al Señor eso ya no me esclaviza y me encanta rezar juntos, hacer nuestros planes,… Me siento libre y con mucha paz. ¡La famosa puerta estrecha es una pasada!
María: ¡Ja, ja! A mí me pasa lo mismo. ¡Es una maravilla esta puerta estrecha! Antes de entrar se hace dura pero en seguida nos va llenando de la paz y del amor de Dios, de amor por ti, ¡y eso es lo que quiero!, ¡qué grande es el Señor!

Madre,

Muchísimas gracias por mostrarnos la verdad, por enseñarnos a amar. ¡Que nos dejemos guiar por ti hacia tu Hijo! ¡Alabado sea el Señor!

Reza, elige, sana. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 12-19

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Reza, elige, sana.

Primero reza, después elige y, finalmente sana. Así también nosotros debemos hacer… Primero rezar, solo a través de la oración los esposos podremos descubrir cuál es la voluntad del Señor en cada momento de nuestra vida, saber qué quiere para nuestro matrimonio. A continuación, elegir: por un lado, hemos de entender que el Señor nos ha escogido para esta gran vocación y Dios nos capacitará para ello; y, por otro lado, hemos de elegir AMAR en todo momento… no nos quedemos en los fallos y errores que comete nuestro esposo, miremos más allá, veámosle como lo que Dios quiere que llegue a ser y así ayudarle a conseguirlo. Finalmente sanar, debemos dejar que el Señor nos cure y, a la vez, nosotros ir sanando y construyendo nuestro matrimonio.
Dicen que la familia que reza unida, permanece unida; pues así debemos hacer, pongamos a Dios en medio de nuestra familia y oremos juntos.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pablo: Raquel, me han llamado para ver si queremos ir a ayudar en el próximo retiro de Proyecto Amor Conyugal… Sinceramente, no lo acabo de ver porque somos un poco desastrillos. Perfectos perfectos, tampoco somos, y además no es que vayamos muy sobrados de tiempo.
Raquel: Entiendo lo que dices Pablo… Oye, ¿qué te parece si lo ponemos en oración? Tengamos esta intención durante el día de hoy y ofrezcámoslo en la Santa Misa, además, esta noche, rezando la Palabra del Señor, seguro que lo veremos más claro.
(Al finalizar el día…)
Pablo: Señor, ¡gracias por esta esposa que me lleva a Ti constantemente! Qué bonito ver cómo Jesús, antes de tomar una decisión, siempre hablaba con el Padre para que le mostrara el camino.
Raquel: Ya ves qué sencillo, no se trata de ser los “mejores” humanamente hablando, sino estar dispuestos a que el Señor nos capacite para ello. Eso sí, con mucha oración, así no seremos nosotros, sino que será el Espíritu Santo quien esté en nosotros y seamos un reflejo de Su Amor.
Pablo: A veces me cuesta ver que Dios nos llama a algo más grande y me quedo en lo que somos ahora. Vamos a dar gracias al Señor y a pedirle que nos ayude a perseverar en la oración.

Madre,

¡Cuánto te necesitamos como ejemplo para estar siempre en consonancia con lo que Dios quiere! ¡Alabado sea el Señor!

Mirar como Cristo. Comentario para Matrimonios: San Lucas 13, 10‐17

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 10‐17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente: «Hay seis días para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días y no en sábado». Pero el Señor le respondió y dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre y lo lleva a abrevar? Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?». Al decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

Mirar como Cristo.

Lo primero que nos llama la atención de este Evangelio es que es Jesús el que ve a la mujer encorvada y la llama y la libera. . Esta mirada atenta y compasiva es una clave para la vida matrimonial: el amor conyugal se renueva cuando estamos atentos al otro y le miramos con la mirada con la que le mira Dios..Hay momentos, además, en que el esposo/a puede estar “encorvado” por sus cargas diarias, sus rencores, sus miedos, sus silencios, y es ahí, donde Dios nos pide que salgamos a su encuentro para, con la ayuda del Espíritu Santo, sanarle y liberarle.
Esta mirada misericordiosa hacia el otro, debe ser continua. No debemos esperar al momento «correcto» para actuar ( aunque sea “sábado”, debemos hacerlo). Estamos llamados a ser rápidos en el
amor estando siempre alertas, y, si en algún momento vemos que se va “encorvando” nuestro cónyuge, a semejanza de lo que nos enseña Jesús, ser rápidos en mirar con compasión, acercarse, tenderle la mano con ternura y ayudar a levantarse.
Jesus pone de manifiesto que la caridad —el amor verdadero— está por encima de la norma. La norma sólo tiene sentido si conduce a El. Por ello los cónyuges estamos llamados en el matrimonio, a que, por encima de mis razones y de mis criterios, busquemos la comunión. En esa comunión, los esposos no se atan a lo que “se debe hacer”, no se resignan a un amor mediocre, sino que aman como Jesús: con libertad, ternura y verdad, y esa forma de amar, cura, endereza, levanta

Aterrizado a la vida Matrimonial:

(Marta y Juan comentan el Evangelio)
Marta : qué esperanza da este evangelio, 18 años de enfermedad y se cura..
Juan : Sí, Jesús la ve y no espera a que ella le pida nada, solo la mira, la llama y la libera. Ojalá que siempre tengamos esa mirada entre nosotros. Muchas veces lo que nos pasa es que vamos a lo nuestro y no vemos ni cómo está el otro..
Marta:es verdad que el otro muchas veces no lo pone fácil. Está “encorvada” con el trabajo, la casa, los chicos… que ni se da cuenta.Pero mira qué hermoso: Jesús la toca y la hace ponerse derecha. Su toque la endereza.Quizá en el matrimonio eso significa tocar el corazón del otro con ternura, no con reclamos.
Juan: y qué diferencia entre Jesús y el jefe de la sinagoga. El jefe de la sinagoga se enoja porque la cura en sábado. Cuántas veces nosotros también ponemos “sábados»: “ahora no se lo merece” “estoy cansado”, “no tengo tiempo”, “ya lo hablaremos mañana”…
Marta: es cierto, cuantas veces posponemos el amor, el perdón, la palabra amable…porque esperamos que sea el otro el que salga a nuestro encuentro. Jesús no espera el día perfecto sino que ama y libera cuando se encuentra con alguna necesidad .
Juan: que grande es el Señor.
Marta : ¿te parece que a partir de ahora vayamos a Misa también durante la semana para dejarnos mirar por Cristo y nos cure de nuestras “ encorvamientos “ ?
Juan: buenísima idea cariño , ¡que haría yo sin ti !

Madre,

Enséñanos a amar por encima de las normas, a preferir la comunión antes que la razón, y a poner siempre tu caridad como medida de nuestras palabras y gestos. Bendito sea Dios que nos enseña tanto