Archivo por días: 18 agosto, 2018

Sólo quien Le imita. Comentario del evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 13-15

EVANGELIO

No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Jesús dijo:
«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.

Palabra del Señor.

Sólo quien Le imita.

Hoy nos invita el Señor a hacernos niños, para ser del reino de los cielos. Un esposo que confía, que se hace cada vez más inocente, que desea aprender del Padre y se esfuerza por imitarle ¿no es un esposo santo?. Así son los esposos del reino de los cielos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: (en oración con Carlos su esposo) Señor, otra vez he caído. He adoptado esa actitud prepotente, exigente, acusadora… con Carlos. Veo sin embargo cómo Tú no te resistes a la actitud de los niños, de los humildes y sencillos. Veo como Tú mismo que sí eres Grande, te comportas conmigo humillándote y haciéndote Pan con tal de rescatarme. Yo voy por encima de quien realmente soy mientras que Tú vas muy por debajo de donde te correspondería estar. Me avergüenzo de mi actitud, Señor. Perdóname, Señor. Perdóname, Carlos.
Carlos: Señor, no se lo tengas en cuenta, mira qué alma tan bonita tiene, que viene aquí ante nosotros con un corazón contrito y humillado. A mí me despierta una compasión enorme, y seguro que a ti más que a mí. Yo también me arrepiento y te pido perdón, porque la he mirado con desprecio mientras adoptaba esas actitudes, y porque me he resistido a quedar por debajo, con esa actitud soberbia de no admitir mis errores, intentando imponerme también y humillarla restregándole su pecado. No he sido niño, Señor, no he actuado como hijo del Padre. Yo también quiero aprender de ti, de ese amor que ama desde abajo, desde la humildad y la sencillez, que no se preocupa de sí mismo y hace lo que sea por el amado. Perdóname tú también, Ana.
(Y se confesaron al día siguiente y empezaron de nuevo, intentando ser hijos para aprender a ser esposos).

Madre,

Gracias por los medios que pones en nuestro camino para llegar al Padre. Haznos como niños: Confiados, inocentes, con deseos de aprender y que se esfuerzan por imitar al Padre. Por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.