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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según S. Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.
Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar la nube.
Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido; escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de los que habían visto.
Testigos de Su gloria.
En este pasaje del evangelio, vemos cómo nuevamente el Señor se aparta del mundo para orar; físicamente va en búsqueda del Padre en la montaña. Es muy significativo ver esa necesidad de estar en completa armonía con el Señor constantemente, así debería ser nuestra vida.
Hoy celebramos la Transfiguración del Señor y ¿qué significa? Según Santo Tomás de Aquino, la gloria divina de Cristo se traslució por un momento a través del cuerpo humano de Jesús. ¿Somos conscientes de lo que debió suceder en ese momento?
Jesús se dejó acompañar por estos tres discípulos, porque tendrían su corazón dispuesto a poder ver y comprender todo lo que iba a suceder; les quería iluminar el corazón para que, como si se tratara de una anticipación de la resurrección de Jesús, siempre pudieran saber dónde está la luz momentos de penumbras.
Para crecer en nuestro matrimonio necesitamos de la oración, necesitamos ir en búsqueda del Padre para ir acomodando nuestro corazón al del Señor, poco a poco ir comprendiendo a qué estamos llamados. De esta forma, podremos ayudar a nuestro cónyuge a llegar a la santidad, que es algo inalcanzable por nuestros medios pero, con la Gracia de Dios, podremos llegar al cielo juntos y ser testigos de Su gloria.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Sergio: Susana, ¡cómo me gusta verte ayudando a los matrimonios cuando lo necesitan!
Susana: ¿A qué te refieres?
Sergio: Pues que cuando vamos a ayudar a algún retiro de Proyecto Amor Conyugal o quedamos con algún matrimonio que está en apuros, el Señor me concede una Gracia muy especial por la que puedo verte a través de Sus ojos, te veo brillar, veo a lo que estás llamada, y esto hace que cada vez me sienta más unido a ti.
Susana: Sé a qué te refieres cariño, a mí me pasa lo mismo cuando te veo hablar de Dios a los esposos que aún no le conocen. ¿Sabes qué? Que cada día en la oración, le pido al Señor que me ayude a verte así siempre, cada minuto que pasamos juntos.
Sergio: ¿Te imaginabas que podríamos llegar a vernos de este modo el día que nos casamos?
Susana: Pues la verdad que no… pero ahora, viendo cómo el Señor ha ido transformando nuestros corazones, soy consciente que Su amor no tiene límites y así debe de ser mi amor por ti.
Madre,
Ayúdanos a dejarnos moldear por el Señor, como tú siempre haces, para ser capaces de vernos con Sus ojos .
Alabado sea el Señor, que nos permite ser testigos de Su Gloria.

