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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 10-17
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:
«¿Por qué les hablas en parábolas?».
Él les contestó:
«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías:
«Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure.»
¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»
Lógica del mundo o de Dios.
¿Qué nos ocurre cuando no entendemos a nuestro esposo? Nos ocurre como en el evangelio, que “miran sin ver y escuchan sin oír ni entender”. Sabemos que la lógica del mundo y la de Dios, a veces, hasta pueden ser antagónicas, pero nosotros somos hijos de Dios y, por tanto, debemos utilizar Su lógica para poder escuchar, hablar, comprender… a nuestro esposo.
El Señor concede a Sus amigos el don de poder conocer los secretos del reino de los cielos, pero debemos querer estar cerca Suyo, conocerle, profundizar esa relación con Él… En nuestra relación esponsal pasa lo mismo, nuestro cónyuge quiere que le conozcamos de verdad y, para ello, debemos querer amarle (amar es un acto de la voluntad), conocerle, profundizar en nuestra relación (rezando juntos).
Cuando aprendamos a ver el mundo a través de la mirada de Dios, tendremos esa visión sobrenatural en la que nuestras virtudes actuarán de potenciadores para “conocer los secretos del reino de los cielos”, y, por tanto, también para conocer de verdad a nuestro cónyuge.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Judit: Últimamente, cada vez que te cuento algo, parece que hablo chino…
Bernat: Cielo, lo siento, no sé qué quieres decirme, qué quieres que interprete o que lea entre líneas… No hablas chino, pero descifrarte me resulta complicado…
Judit: Es verdad que, últimamente, vamos muy estresados con el horario de trabajo, con los campamentos de los niños, mirando la posible casa de veraneo… y, llegamos agotados al final del día y, entonces, no hacemos oración conyugal.
Bernat: Como los horarios nos han cambiado estos días, te propongo que la oración la hagamos por la mañana en vez de por la tarde-noche, ya que si no, no lo haremos. ¿Te parece que nos levantemos 30 minutos antes para poder hacerla?
Judit: ¡Cómo se nota que tienes el don de la organización! Me va a costar un poquito, pero realmente vale la pena, porque sino, ya sabemos cómo acabaremos este verano… Cada verano se convierte en un invierno espiritual y esto no puede ser. Además, sería bonito intentar ir a misa, entre semana juntos ¿te parece?
Bernat: Los martes y jueves empiezo un poco más tarde y podríamos ir los dos juntos a las ocho de la mañana para empezar bien el día.
Judit: ¡Te quiero muchísimo! Gracias por cuidarnos y por proteger nuestro matrimonio cuidando nuestra relación con Señor.
Bernat: ¡Yo te quiero más!
Madre,
Te pedimos que nos ayudes a desembotar nuestro corazón para ver, oír, entender… como Tú lo haces. Gloria al Señor que nos capacita para aprender de Su lógica.

