Poner en práctica la Palabra. Comentario para matrimonios: Lc 6,43-49

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón lo habla la boca.
¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
Todo el que se viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

Poner en práctica la Palabra.

¡Qué importante es escuchar la Palabra de Dios! Jesús nos lo recuerda una y otra vez. Cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más importante, antes de decir amarás a tu Dios, dijo «Escucha Israel». Cuando Marta trató de afear la conducta de su hermana María por estar escuchando a Jesús en vez de ayudarla, le dijo que María había escogido la mejor parte. Y en este Evangelio nos lo repite de nuevo. Escuchar la Palabra de Dios es esencial para alimentar el espíritu. “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Pero no se trata solo de escuchar, además hay que poner la Palabra en práctica, es decir, llevarla al corazón y hacerla vida, vivir conforme la Palabra. Jesús califica como hombre prudente a quien obedece las enseñanzas de Jesús, escuchando su palabra y poniéndola en práctica, al que vive conforme a Su Palabra, y como necio a quien, escuchando Su Palabra, no la pone en práctica, A uno lo compara con quien construye sobre roca, al otro, con quien edifica sobre arena.
¿Y yo? ¿Qué hago? ¿Construyo mi vida, mi matrimonio, sobre roca, o sobre arena? ¿Escucho a Jesús y pongo en práctica Su Palabra? ¿Escucho a mi cónyuge? ¿Me creo que el Señor me habla a través de mi esposo? ¿Trato de agradarle en todo momento? ¿Realmente me esfuerzo en hacerme una sola carne con mi cónyuge? ¿Hago diariamente oración conyugal y comparto mi intimidad con mi esposo, buscando una verdadera comunión? Porque eso es lo que nos recuerda Jesucristo que es lo esencial del matrimonio como Dios lo pensó: «Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.» Esa es la voluntad de Dios para los esposos. Que construyan una verdadera comunión.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Luis (manda un audio a su esposa): Marisol, tengo que acompañar al jefe a una recepción y terminaremos tarde. No me esperéis para cenar.
(Al llegar Luis a casa, tarde, Marisol le está esperando)
Marisol: Hola, rey. ¿Has cenado? ¿Quieres que te prepare algo?
Luis: no hace falta, cariño. Gracias a Dios, me han dado algo en la recepción. Pero muchas gracias por ofrecerte.
Marisol: ¿Te parece que hagamos nuestra oración conyugal?
Luis: Marisol, cielo, es más de medianoche y estoy muy cansado. Lo que necesito es descansar y dormir.
Marisol: Es que ayer tampoco hicimos oración…
Luis: Están siendo días complicados.
Marisol: Por eso mismo, es el momento de perseverar y seguir apostando por la oración conyugal, aunque nos cueste esfuerzo, porque ya hemos visto el bien que nos hace. Creo que ahora estamos poniendo bien los cimientos de nuestro matrimonio, pues aunque no se ven los frutos de forma inmediata, nos están permitiendo construir firmemente sobre ellos. Echa la vista atrás y fíjate lo que hemos crecido como matrimonio desde que la hacemos.
Luis: Sí, la oración conyugal nos ha unido mucho.
Marisol: Y también hemos visto las consecuencias de dejar de hacerla.
Luis: Sí, volvían las discusiones por tonterías, y los enfados, y el amor propio nos impedía reconocernos como el don que somos el uno para el otro.
Marisol: Pues eso, que yo no quiero volver a eso de nuevo. Por eso te he esperado, aunque también yo estoy cansada, para hacer oración antes de acostarnos, pero no estar dos días sin oración conyugal.
Luis. Tienes razón, cariño. Es el tentador, que quiere evitarlo, porque sabe el bien que nos hace. Muchas gracias por tu esfuerzo y tu perseverancia. Realmente, la oración ha cambiado nuestro matrimonio, y tampoco yo quiero volver a lo anterior. Vamos a hacer la oración conyugal, seguro que el Señor nos regala después un descanso reparador.
(Y perseveraron en la oración conyugal, y cimentaron su matrimonio sobre roca, y su matrimonio creció y dio frutos abundantes).

Madre,

enséñanos a escuchar la Palabra de Dios y vivir siempre conforme a ella, como hiciste Tú, guardándola en Tu corazón y poniéndola en práctica. ¡Bendita seas, Madre! ¡Alabado sea el Señor!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *