Siervos de la unificación. Comentario para Matrimonios: Lucas 12,49-53

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Siervos de la unificación.

El pecado divide mi interior y afecta mi relación con Dios y con los demás llevándome a convivir superficialmente con el mal. Una división que genera el caos.
Jesús, en cambio, trae un fuego purificador que revela esa división y exige tomar partido; su mensaje provoca conflicto porque no puedo amar a Dios y al pecado al mismo tiempo. Trae la división que restituye el cosmos.
El engaño es creer que la lucha, en nombre de Jesús, es contra mi esposo, o contra mis hijos o hermanos.
Benedicto XVI escribió: “El amor es el fuego que purifica y une razón, voluntad y sentimiento, que unifica al hombre en sí mismo gracias a la acción unificadora de Dios, de forma que se convierte en siervo de la unificación de quienes estaban divididos: así entra el hombre en la morada de Dios y puede verlo”
Su amor me unifica y me capacita para servir a la unidad de quienes están divididos, permitiéndome entrar en comunión con Él.
Qué bella es nuestra vocación de esposos.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

(Óscar llega a casa agobiado y agotado de reuniones claves para su futuro profesional y recibe el reproche de Ana).
Ana: “Sabes lo mal que lo estoy pasando y no eres capaz de llamarme en todo el día y encima llegas tarde “
Oscar: “Voy a la cocina a traerte un vaso de agua”
(Mientras va a la cocina Oscar siente que le hierve la sangre).
Oscar: “Dios mío hazme ver el dolor de Ana. No dejes que me regocije en el mío. Que Tu espíritu gobierne mis pensamientos, mis sentimientos y mi mirada. Que seas Tú quien la consuele. Me pongo al servicio de tu hija”.
(Vuelve al salón y se sienta a su lado).
Oscar: “Cariño, perdóname si no he estado a tu lado como necesitas. ¿Qué tal estás?”
Ana primero reacciona con frialdad, pero él no se defiende ni la corrige; la escucha. Finalmente, ella se siente acogida y logra calmarse. Va desahogándose y poco a poco se tranquiliza hasta apoyarse en su hombro en silencio.
En ese momento Oscar siente como si sus problemas empequeñecieran. Su mente se aclara. Se le abren alternativas que no se planteaba al entrar en casa. Siente una paz que le hace ver todo con una nueva perspectiva. Ese abrazo con Ana, ese silencio juntos le llevan a intuir la verdad sobre su matrimonio, su trabajo y su propia vida. Siente una fuerza que lo integra por dentro y lo capacita para consolar a Ana y afrontar sus miedos.

Madre,

Tú que unes los corazones divididos, ruega por nosotros. ¡Bendita seas!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *