Una nueva dimensión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 10, 27-30

EVANGELIO
Yo doy la vida eterna a mis ovejas

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús: – «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor.

Una nueva dimensión.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las cosas del Señor saben de otra manera. Tienen una fragancia especial, la fragancia de Cristo. Tienen una belleza especial a pesar de que suelen ser sencillas. Cuando tenemos una relación con el Señor, le reconocemos en los acontecimientos y en las circunstancias, le reconocemos en las personas que le siguen.

Nuestra vida ha adquirido una profundidad especial desde que le seguimos, se ha impregnado de Su fragancia. Nuestro proyecto es el Suyo, lo que más nos gusta es hablar de Él, le escuchamos en el esposo y nuestro matrimonio va alcanzando una nueva dimensión. Como dice el Papa Francisco en Amoris Laetitia, descubrimos la caridad, “La belleza —el «alto valor» del otro, que no coincide con sus atractivos físicos o psicológicos— nos permite gustar lo sagrado de su persona…”. Es María quien nos guía y nos lleva hasta sólo Dios sabe dónde.

Somos sus ovejas, a veces más perdidas, a veces más dóciles, pero Suyas, y Él no nos dejará, nos llevará hasta la vida Eterna. Él nos va introduciendo en ese deseo de ser uno. Quiere que experimentemos lo que Él experimenta con el Padre. Todo lo del Padre es Suyo, y le ha dado lo que más vale. Lo que está en Su mano está en manos del Padre. Un mismo proyecto, un mismo Espíritu, la misma naturaleza, una única voluntad, y nosotros en Sus manos.

Tenemos sed de Comunión, Señor, una sed insaciable de ser uno. Yo en él/ella y él/ella en mí. Un solo corazón, una sola carne, un solo espíritu. Tenemos sed del amor verdadero, de la mayor meta a la que puede aspirar el ser humano, amarnos con Tu amor. Realmente, este Proyecto de Amor, sabe a ti, huele a ti.

Tú Señor, lo harás posible. En ti confiamos. Amén.

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