Un matrimonio que cambia el mundo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 6, 51-58

EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
– «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
– «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; El que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor.

Un matrimonio que cambia el mundo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

S. Juan Pablo II no vacila en decir que todos los sacramentos de la Nueva Alianza encuentran su prototipo en el sacramento del matrimonio como sacramento primordial (Audiencia 20/10/82). No fue casualidad que el Señor inaugurase su vida pública con el milagro de las bodas de Caná, como no lo fue que terminara con la última Cena. Dos banquetes de bodas enmarcan su misión salvadora. La Eucaristía es una entrega nupcial en la que Jesús se hace ofrenda de sí mismo.

A imitación de Cristo, en nuestra boda nos entregamos el uno al otro. ¿Lo hicimos una vez para siempre? O dicho de otra forma: ¿Es nuestro Sí a Dios a través de nuestro esposo de una vez para siempre, como el de la Santísima Virgen María?. ¿En nuestro matrimonio, día a día, nos hacemos a imagen del Esposo, ofrenda al Padre, en nuestra entrega hasta el extremo?.

La Iglesia nos dice que la Eucaristía es el alimento para el matrimonio, y los esposos no podemos participar en ella como si no estuviésemos unidos por la alianza conyugal. Lo que hace posible que los esposos nos ofrezcamos el uno al otro, es la ofrenda Eucarística de Cristo. Ambos unimos nuestra ofrenda nupcial a la ofrenda nupcial de Cristo por la Iglesia. Por tanto, en cada Eucaristía, en el momento del ofertorio, tenemos la oportunidad de renovar nuestro Sí entregándonos con Cristo Esposo, y a través de Él, ofreciéndonos al Padre.

En cada Eucaristía experimentamos cambios. Siempre sale uno mejor de como entró, con un buen sabor renovado, impregnado por el amor. Nuestra experiencia es que la Eucaristía nos ha ido transformando. Transformando en Él, porque miramos para atrás y vemos que hoy nos amamos más como Él que antes. Hay más alegría en nosotros, más vida. La vida tiene más sentido, tiene una profundidad que no tenía antes. Él nos va haciendo Suyos más y más, y nuestro hogar es cada vez más Su Reino.

Una entrega esponsal, la de Cristo, salvó el mundo. Alimentémonos de ella, de la Eucaristía, para que cambie nuestro matrimonio y así, con Él, contribuir a que cambie el mundo.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

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