El subidón que da el Amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 14-17

EVANGELIO

¿Es que pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-17

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercaron a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan».

Palabra del Señor.

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El subidón que da el Amor.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El sopor, en el Génesis, es ese trance entre que el hombre estaba solo y que renace como la unión de dos, cuando Dios le presenta a Eva, y él la acoge como un don, como una ayuda. Dios los une, y se hacen una sola carne, pero ya no hay vuelta atrás. Ni el hombre, ni la mujer, vuelven a plantearse la vida que tenían cuando estaban solos, sino que ya tienen todos sus pensamientos, deseos e ilusiones puestas en construir esa unión, que está por hacer. A vino nuevo, odres nuevos.

Caná, de hecho, es anuncio y anticipación del don del vino nuevo de la Eucaristía para los esposos. Sacrificio y banquete en el que el Señor nos alcanza, nos renueva y nos transforma. Esa transformación, la experiencia de la entrega del Esposo en la Eucaristía, en cada sacramento, cuando los esposos acogemos la Palabra del Esposo, nos proporciona una alegría en el corazón, una satisfacción, una plenitud… Ese momento donde ambos experimentamos el corazón del otro y juntos el de nuestro Señor, nos hace vivir lo que San Juan Pablo II llamaba la mayor fiesta de la humanidad: Ese experimentar a mi esposo como un don para mí, una ayuda adecuada, carne de mi carne.

Por eso los esposos no podemos estar tristes cuando estamos con Cristo, porque Él es quien da la felicidad con su sola presencia.

Aterrizado a la vida matrimonial:
Llegaron un poco distanciados a la Eucaristía. Pero se confesaron y vivieron juntos con intensidad la celebración de la entrega de Cristo Esposo. Salieron nuevos, ¿No os ha pasado nunca?
Llegaron a casa, se reconciliaron y todo se había sanado. Se había recuperado su comunión. Se entregaron el uno al otro y se hicieron una sola carne, y vivieron una plenitud en su unión que parecía la mayor que habían vivido nunca. Otra vez tenían fuerzas para afrontar juntos cualquier dificultad. Es la alegría del amor nuevo que Cristo promete a los que se consagran a Él. Alabado sea el Señor, que nos restaura y hace el milagro en nosotros. Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los esposos que ama el Señor.

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