Servir o presumir. Comentario para Matrimonios: Mateo 23, 1-12

Nota: Consulta calendario de misiones del Proyecto aquí: https://wp.me/P6AdRz-D1

EVANGELIO

Ellos dicen, pero no hacen.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor.

Nota: Anuncio en Granada (Moraleda de Zafayona): 12 de marzo de 2020 a las 20:00h. Parroquia Nuestra Señora de las Angustias.

Servir o presumir.

Toda exaltación de mí mismo es una forma de soberbia. Tengo una curiosa tendencia a justificarme y sin embargo, no aceptar las debilidades de los demás. El orgullo y la soberbia son el origen último de todo conflicto y causa de ruptura. Hay una frase del Evangelio que parece un poco un «pegote» en el contexto en el que está escrita, sin embargo tiene todo el sentido. Jesús habla de que «El primero entre vosotros sea vuestro servidor». Y es que, los dones que he recibido de Dios y que son los que me permite hacer las cosas bien, no son para restregárselos a mi esposo o para exigirle a otros que los tengan, ni para gloriarme por tenerlos. Son para ponerlos al servicio de los que no los tienen. No son para para lucirme o presumir. Son para servir.

Toda la gloria debe ir para Dios, que es el autor de todo, origen y fin de todo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Marta, ¿Quieres hacer el favor de dejar el móvil al menos mientras te hablo?
Marta: No estoy con el móvil. Estoy rezando. Tú como no rezas, pues así te va. Yo hoy llevo 3 rosarios y he estado dando catequesis a los niños.Ramón: Pues me parece muy poco coherente que reces tanto y no tengas ni la delicadeza de dejar el móvil cuando te hablo.Marta: Es que, para escuchar otra vez lo del entrenador de tu equipo y todos esos rollos inútiles, no tengo tiempo, la verdad.
Ramón: Nada, nada, tú reza, reza…
(Por la noche, en el examen de conciencia, Marta se da cuenta de que ella no es más que él porque rece más)
Marta: Perdona Ramón. Tenías razón. No debía estar con el móvil mientras me hablas. Tú eres muy importante para mí.
Ramón: Eso sí me admira de ti. Que siempre reconoces las cosas y pides perdón.Marta: No es cosa mía, es el Señor quien me lo hace ver y me empuja a pedirte perdón.

Madre,

Las personas que son de Dios, lo demuestran porque no se ensalzan a sí mismos, sino que ensalzan a Dios. Siempre señalan al que le pertenece toda la gloria. Alabado sea mi Señor.

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