Paz en la tormenta. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 14, 27-31a

EVANGELIO
Mi paz os doy

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago.»

Palabra del Señor.

Paz en la tormenta.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La paz de Cristo es paz interior, calma en medio de la tormenta. Serenidad cuando todo a nuestro alrededor parece que se viene abajo. Es momento de dirigir nuestra mirada al Padre porque confiamos en Él. La paz de Dios, no es la del mundo sino que es fruto de acoger la voluntad del Padre, y muchas veces es una pequeña cruz o una gran cruz. En nuestra vida matrimonial vivimos muchos pequeños “Getsemaníes” a los que debemos responder con ese “Hágase tu voluntad y no la mía”. Solo el que se deja crucificar y carga con su cruz, consigue en su lucha contra el hombre viejo la paz originaria de una vida de amistad con Dios.

San Juan Pablo II en su catequesis del 02/01/80 dice refiriéndose a la mirada entre Adán y Eva antes del pecado: “Al verse recíprocamente, como a través del misterio mismo de la creación, varón y mujer se ven a sí mismos aún más plenamente… se ven y se conocen a sí mismos con toda la paz de la mirada interior, que crea precisamente la plenitud de la intimidad de las personas.”

Al mirar a nuestro esposo desde la mirada del Creador, la paz de la mirada interior nos une en una nueva intimidad entre ambos. Dios mira nuestro corazón. Si fuésemos capaces de mirar el corazón de nuestro esposo en plena tormenta, viviríamos la situación con la paz que Dios nos da. Cristo habita en nosotros y desde dentro nos empuja hacia lo alto, hacia el Padre. Dejémonos atraer por el Padre en el Espíritu Santo, acogiendo sus dones como fruto del Don que su presencia engendra en nuestro interior y escuchando qué nos quiere decir, qué quiere de esta cruz que permite sin ninguna duda para un bien mayor.

¡Qué lección tan admirable nos da hoy Jesucristo! Unas horas antes de ser crucificado, estaba deseoso de darnos paz. ¿Qué hago yo cuando veo venir la tempestad? No tiemble tu corazón ni tengas miedo, nos dice hoy Jesús.

Por tanto, dos formas de mirar: Desde el juicio de nuestros criterios o desde lo que en nuestro interior nos inspira el Espíritu del Padre de esa creatura que es nuestro esposo.
Visto desde fuera todo es una gran confusión, incomprensión, dolor, agitación… y todo esto lleva a una cadena de fatalidades: Críticas, dudas, ofensas…
Es necesario que participemos de la mirada del Padre que mira al que traspasaron. La mirada del Creador al Salvador, porque tras el dolor, hay algo mucho más grande. La resurrección. Preguntémosle al Padre: ¿Qué quieres de mí en esto? Entonces le escuchamos, aceptamos su voluntad y (cuando pase la tormenta), nuestro corazón se llenará de gozo y paz. Todo estará cumplido.

María Reina de la Familia, ruega por nosotros. Espíritu Santo transfórmanos.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

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