PA SJPII Catequesis 791010 El significado de la soledad originaria del hombre

Proyecto Amor Conyugal

JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 10 de octubre de 1979

El significado de la soledad originaria del hombre

 

Interpretación del texto:

Dios dice “No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda semejante a él”.

El primer hombre es definido como “varón” sólo después de crear a la mujer. Por tanto la soledad la experimenta el hombre genéricamente hablando.

Esta soledad tiene dos significados, uno que se deriva de la naturaleza misma del hombre y otro de la relación varón-mujer.

El hombre, por su naturaleza, está solo, y esto es anterior (en el sentido de su existencia y no temporal) al hecho de que sea varón y mujer. El texto yahvista vincula la creación del hombre con la necesidad de trabajar y dominar la tierra. Después en el segundo relato, se nos sitúa en el jardín del Eden, en el estado de felicidad original.

el Señor Dios «trajo ante el hombre (varón) todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo las llamaría». el significado primitivo de la soledad originaria del hombre está definido a base de un «test» específico, o de un examen que el hombre sostiene frente a Dios (y en cierto modo también frente a sí mismo). Mediante este «test», el hombre toma conciencia de la propia superioridad, es decir, no puede ponerse al nivel de ninguna otra especie de seres vivientes sobre la tierra.

Como dice el texto, “entre todos ellos no había para el hombre (varón) ayuda semejante a él».

El hombre creado se encuentra frente a Dios en la búsqueda de la propia identidad. Viendo el resto de criaturas del mundo constata lo que él no es. Pero el hecho de no poder identificarse con ninguno de los otros seres vivientes (animalia) tiene un aspecto positivo, aun cuando no es una definición completa de quién es él.

El texto yahvista nos permite descubrir el autoconocimiento es una manifestación primitiva de la humanidad. El hombre saliendo de sí, reconoce su peculiaridad. Además de esta soledad por la esencia de su naturaleza diferente al resto de los animales, el hombre se siente subjetivamente solo. En cierto modo el hombre se distingue del mundo en el primer acto de autoconciencia, que le afirma a sí mismo como persona, con la subjetividad que le caracteriza.

 

Comentarios del encuentro:

El “test” antes y después del pecado:

La experiencia de la soledad originaria, tal como aparece en el Génesis, la vive el hombre antes del pecado. Hoy en día, en cambio, al hombre le cuesta reconocer el valor de la persona frente al resto de criaturas del mundo. Por eso hay hambre en el tercer mundo y soledad y tristeza en los países de mayor desarrollo.

El hombre empieza por no hacerse a sí mismo ese test, ante Dios, de quién es, qué le diferencia como persona, y qué valor tiene el resto del mundo frente a la dignidad personal del ser humano. De alguna forma, el hombre huye del autoconocimiento.

Así, del mundo, recibimos un “test” diferente al que el hombre tuvo frente a Dios en la experiencia de la soledad originaria. Se ensalza lo material, se iguala el hombre a los animales y demás creaturas, y se pretende superar la soledad interior del hombre, la que se produce como consecuencia de no compartir su subjetividad con una mujer en las profundidades de la intimidad personal, por otros medios contrarios a los que nos muestra Dios en el test original ante Él.

El hecho de igualar al ser humano con otros seres vivientes y presentarnos como posibilidad de combatir las tristeza a base de consumir otros elementos de la tierra que nos dominan en lugar de dominarlos, hace que inconscientemente infravaloremos a la persona e intentemos dominarla, utilizarla…

Esta cultura, distorsionada por un “test” adulterado, afecta gravemente a la relación conyugal. Los esposos necesitan de una conversión diaria, que consiste en revivir el test de Dios, para tomar conciencia de la dignidad del ser humano frente al mundo y la inutilidad del resto de criaturas para combatir la experiencia de la soledad originaria que subsiste en lo más profundo de sus raíces.


 

El autoconocimiento:

El hombre, única creatura con capacidad de autoconocimiento, debe salir del ruido e irse a su verdad originaria, encontrarse a sí mismo. Tomar conciencia del orden de todo lo que existe: Primero Dios, después el Hombre, los ángeles y finalmente los animales y demás creaturas. Alterar el orden es no andar en la verdad. Cuando se pone a Dios como referente de la verdad inalterable, se reconoce la verdad del mundo. Cómo cambia la realidad del mundo cuando la ilumina Dios.

Esa experiencia del test del hombre frente a Dios, es aplicable también a hoy en nuestra vida, para discernir la voluntad de Dios.

Si quitamos a Dios, se pierde el sentido de la existencia también del mundo, y el mundo domina al hombre. Nuestra vocación es dominar al mundo desde el amor.

Dominar el mundo es también la llamada al trabajo. El hombre viene a dominar la Tierra a través del trabajo. Para dominar la Tierra hay que trabajarla. Lo que cambia el pecado original son las condiciones del trabajo, pero el trabajo existe desde antes del pecado.

 

 

COMENTARIOS DEL PADRE CARLOS GRANADOS:

Veo que habéis desarrollado mucho la idea del «test», que es muy interesante. En terminología bíblica a este «test» se le llama «prueba» y está presente desde el árbol del Edén, pasando por Abraham, las pruebas del desierto… El papa como habéis visto vincula esta terminología de la prueba con la soledad originaria del hombre. El texto bíblico dice que Dios llevo ante el hombre a todos los animales «para ver qué» nombre les ponía. Es terminología de prueba: Dios pone a prueba al hombre «para ver qué» hace, cómo responde, cómo es capaz de confrontarse con el camino del amor. Esa soledad originaria y el poner nombre a los animales era una prueba para el hombre, tenía que ser capaz de captar una trascendencia que se abría y que no se podía agotar en el nombre de ningún animal.

En fin, lo que decís sobre el test me parece interesante y creo que habéis cogido un punto nuclear de la catequesis.

 

COMPROMISO

  • Rezar conjuntamente
  • Hacer un test frente a Dios para discernir su voluntad frente a las decisiones. Es Dios el que establece el orden de las cosas e ilumina el bien y el mal.

 

Copia íntegra de la catequesis de JPII:

JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 10 de octubre de 1979

El significado de la soledad originaria del hombre

  1. En la última reflexión del presente ciclo hemos llegado a una conclusión introductoria, sacada de las palabras del libro del Génesis sobre la creación del hombre como varón y mujer. A estas palabras, o sea, al «principio», se refirió el Señor Jesús en su conversación sobre la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mt 19, 39; Mc 10, 112). Pero la conclusión a que hemos llegado no pone fin todavía a la serie de nuestros análisis. Efectivamente, debemos leer de nuevo las narraciones del capítulo primero y segundo del libro del Génesis en un contexto más amplio, que nos permitirá establecer una serie de significados del texto antiguo, al que se refirió Cristo. Por tanto, hoy reflexionamos sobre el significado de la soledad originaria del hombre.
  2. El punto de partida de esta reflexión nos lo dan directamente las siguientes palabras del libro del Génesis:: «No es bueno que el hombre (varón) esté solo, voy a hacerle una ayuda semejante a él’ (Gén 2, 18). Es Dios Yahvé quien dice estas palabras. Forman parte del segundo relato de la creación del hombre y provienen, por lo tanto, de la tradición yahvista. Como hemos recordado anteriormente, es significativo que, en cuanto al texto yahvista, el relato de la creación del hombre (varón) es un paisaje aislado (Cf. Gén 2, 7), que precede al relato de la primera mujer (Cf. Gén 2, 2122). Además es significativo que el primer hombre (‘adam), creado del «polvo de la tierra», sólo después de la creación de la primera mujer es definido como varón (‘is). Así, pues, cuando Dios Yahvé pronuncia las palabras sobre la soledad, las refiere a la soledad del «hombre» en cuanto tal, y no sólo del varón [1].

Pero es difícil, basándose sólo en este hecho, ir demasiado lejos al sacar las conclusiones. Sin embargo, el contexto completo de esa soledad de la que nos habla el Génesis 2, 18, puede convencernos de que se trata de la soledad del «hombre» (varón y mujer), y no sólo de la soledad del hombrevarón, producida por la ausencia de la mujer. Parece, pues, basándonos en todo el contexto, que esta soledad tiene dos significados: uno, que se deriva de la naturaleza misma del hombre, es decir, de su humanidad (y esto es evidente en el relato de Gén 2), y otro, que se deriva de la relación varónmujer, y esto es evidente, en cierto modo, en base al primer significado. Un análisis detallado de la descripción parece confirmarlo.

  1. El problema de la soledad se manifiesta únicamente en el contexto del segundo relato de la creación del hombre. En el primer relato no existe este problema. Allí el hombre es creado en un solo acto como «varón y mujer» («Dios creó al hombre a imagen suya… varón y mujer los creó», Gén 1, 27). El segundo relato que, como ya hemos mencionado, habla primero de la creación del hombre y sólo después de la creación de la mujer de la «costilla» del varón, concentra nuestra atención sobre el hecho de que «el hombre está solo», y esto se presenta como un problema antropológico fundamental, anterior, en cierto sentido, al propuesto por el hecho de que este hombre sea varón y mujer. Este problema es anterior no tanto en el sentido cronológico, cuanto en el sentido existencial: es anterior «por su naturaleza». Así se revelará también el problema de la soledad del hombre desde el punto de vista de la teología del cuerpo, si llegamos a hacer un análisis profundo del segundo relato de la creación en Génesis 2.
  2. La afirmación de DiosYahvé «no es bueno que el hombre esté solo», aparece no sólo en el contexto inmediato de la decisión de crear a la mujer («voy a hacerle una ayuda semejante a él»), sino también en el contexto más amplio de motivos y circunstancias, que explican más profundamente el sentido de la soledad originaria del hombre. El texto yahvista vincula ante todo la creación del hombre con la necesidad de «trabajar la tierra» (Gén 2, 5), y esto correspondería, en el primer relato, a la vocación de someter y dominar la tierra (Cf. Gén 1, 28). Después, el segundo relato de la creación habla de poner al hombre en el «jardín en Edén», y de este modo nos introduce en el estado de su felicidad original. Hasta este momento el hombre es objeto de la acción creadora de DiosYahvé, quien al mismo tiempo, como legislador, establece las condiciones de la primera alianza con el hombre. Ya a través de esto, se subraya la subjetividad del hombre, que encuentra una expresión ulterior cuando el Señor Dios «trajo ante el hombre (varón) todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo las llamaría» (Gén 2, 19). Así pues, el significado primitivo de la soledad originaria del hombre está definido a base de un «test» específico, o de un examen que el hombre sostiene frente a Dios (y en cierto modo también frente a sí mismo). Mediante este «test», el hombre toma conciencia de la propia superioridad, es decir, no puede ponerse al nivel de ninguna otra especie de seres vivientes sobre la tierra.

En efecto, como dice el texto, «y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera» (Gén 2, 19). «Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero —termina el autor— entre todos ellos no había para el hombre (varón) ayuda semejante a él» (Gén 2, 1920).

  1. Toda esta parte del texto es sin duda una preparación para el relato de la creación de la mujer. Sin embargo, posee un significado profundo, aún independientemente de esta creación. He aquí que el hombre creado se encuentra, desde el primer momento de su existencia, frente a Dios como en búsqueda de la propia entidad; se podría decir: en búsqueda de la definición de sí mismo. Un contemporáneo diría: en búsqueda de la propia «identidad». La constatación de que el hombre «está solo» en medio del mundo visible y, en especial, entre los seres vivientes, tiene un significado negativo en este estudio, en cuanto expresa lo que él «no es». No obstante, la constatación de no poderse identificar esencialmente con el mundo visible de los otros seres vivientes (animalia) tiene, al mismo tiempo, un aspecto positivo para este estudio primario: aún cuando esta constatación no es una definición completa, constituye, sin embargo, uno de sus elementos. Si aceptamos la tradición aristotélica en la lógica y en la antropología, sería necesario definir este elemento como «género próximo» (genus proximum) [2].
  2. El texto yahvista nos permite, sin embargo, descubrir incluso elementos ulteriores en ese maravilloso pasaje, en el que el hombre se encuentra solo frente a Dios, sobre todo para expresar, a través de una primera autodefinición, el propio autoconocimiento, como manifestación primitiva y fundamental de humanidad. El autoconocimiento va a la par del conocimiento del mundo, de todas las criaturas visibles, de todos los seres vivientes a los que el hombre ha dado nombre para afirmar frente a ellos la propia diversidad. Así, pues, la conciencia revela al hombre como el que posee la facultad cognoscitiva respecto al mundo visible. Con este conocimiento que lo hace salir, en cierto modo, fuera del propio ser, al mismo tiempo el hombre se revela a sí mismo en toda su peculiaridad de su ser. No está solamente esencial y subjetivamente solo. En efecto, soledad significa también subjetividad del hombre, la cual se constituye a través del autoconocimiento. El hombre está solo porque es «diferente» del mundo visible, del mundo de los seres vivientes. Analizando el texto del libro del Génesis, somos testigos, en cierto sentido, de cómo el hombre «se distingue» frente a DiosYahvé de todo el mundo de los seres vivientes (animalia) con el primer acto de autoconciencia, y de cómo, por lo tanto, se revela a sí mismo y, a la vez, se afirma en el mundo visible como «persona». Ese proceso delineado de modo tan incisivo en el Génesis 2, 1920, proceso de búsqueda de una definición de sí, no lleva sólo a indicar —empalmando con la tradición aristotélica— el genus proximum, que en el capítulo 2 del Génesis se expresa con las palabras: «ha puesto el nombre», al que corresponde la «diferencia» específica que, según la definición de Aristóteles, es noûs, zoon noetikón. Este proceso lleva también al primer bosquejo del ser humano como persona humana con la subjetividad propia que la caracteriza.

Interrumpimos aquí el análisis del significado de la soledad originaria del hombre. Lo reanudaremos dentro de una semana.

Notas

[1] El texto hebreo llama constantemente al primer hombre ha’adam, mientras el término ‘is («varón») se introduce solamente cuando surge la confrontación con la ‘issa («mujer»).

«El hombre», pues, estaba solitario sin referencia al sexo.

Pero en la traducción a algunas lenguas europeas es difícil expresar este concepto del Génesis, porque «hombre» y «varón» se definen ordinariamente, con una sola palabra: «homo», «uomo», «homme», «hombre», «man».

[2] An essential (quidditive) definition is a statement which explains the esence or nature of things.

It will be essential when we can define a thing by its proximate genus and specific differentia.

The proximate genus includes within its comprehension all the essential elements of the genera above it and therefore includes all the beings that are cognate or similar in nature to the thing that is being defined; the specific differentia, on the other hand, brings in the distinctive element which separates this thing from all others of a similar nature, by showing in what manner it is different from all others, with which it might be erroneously identified.

«Man» is defined as a «rational animal»; «animal» is his proximate genus, «rational» is his specific differentia. The proximate genus «animal» includes within its comprehension all the essential elements of the genera above it, because an animal is a «sentient, living, material substance» (…) The specific differentia «rational» is the one distinctive essential element which distinguishes «man» and every other «animal». It therefore makes him a species of him own and separates him from every other «animal» and every other genus above animal, including plants, inanimate bodies and substance.

Furthermore, since the specific differentia is the distinctive element in the essence of man, it includes all the characteristic «properties» which lie in the nature of man as man, namely, power of speech, morality, gobernment, religion, immortality, etc. realities which are absent in all other beings in the physical world». (C. N. Bittle, The Science of Correct Thinking. Logic. Milwaukee 1947, pp. 7374.


 

El caso:

A Raúl y Paula les suena el despertador de lunes a viernes cada mañana a las 7:00 am se levantan, preparan el desayuno, Paula entra antes a trabajar por lo que se arregla ella y se va, es Raúl quien arregla a los niños y los lleva al cole. Por las mañanas parece faltar tiempo siempre, siempre surge algún imprevisto que si no hay pantalón de deporte, el niño no quiere tomarse el cola-cao, la niña que se levanta quejosa…

Por fin primer objetivo cubierto, ya los niños en su cole, ahora hacia el trabajo.

Cada día el trabajo parece que se duplica solo, la sensación de siempre tener algo pendiente y de vez en cuando sus complicaciones correspondientes de cada trabajo: clientes, jefe, objetivos… (a cada día le basta su contrariedad)

Paula recoge a los niños a las cinco que salen del cole y se dirige a casa con ellos para seguir entregándose: merienda, tarea, baños, mientras prepara cena, lavadas…

Raúl llega a casa, son las 20:00 pero no viene solo, viene de la mano de su trabajo, se lo trae consigo, no lo puede evitar. Por lo que atender ahora el hogar es un poquito mas complicado, su corazón está dividido.

El objetivo es acostar a los niños y desconectar descansando, están agotados los dos y deseando ese momento donde se retrepan en el sofá frente a la tele para distraerse, un ratito de evasión, para no pensar. ¿Quizás el mejor momento del día?

Los fines de semana hay que comprar, planes familiares, planes con amigos…los días pasan, los meses pasan, los años pasan. Raúl y Paula sienten una especie de vacío en su interior. Miran el mundo a su alrededor y se preguntan:

¿Quién soy?

¿Cuál es la razón de mi existencia?

¿Para qué estoy en esta vida?

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