Mirar más adentro. Comentario del Evangelio para matrimonios: Lucas 9, 7-9

EVANGELIO
A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: -«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.

Palabra del Señor.

Mirar más adentro.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nos cuesta mucho ver los dones de Dios, porque éstos van directamente a lo más profundo de nosotros. El Hijo de Dios está entre los hombres y no le reconocen. El tan esperado Mesías.

Sin embargo, estamos muy pendientes de nuestros deseos y de hacerlos realidad, de lo de fuera. El problema es que si el deseo es nuestro y no coincide con la voluntad de Dios, lleva consigo la frustración, porque no nos llena. Ese es el modelo del hombre de hoy, rodeado de cosas y de experiencias excitantes, pero vacío por dentro. Herodes es el prototipo de la frivolidad llevada al máximo, dedicado a sus placeres, su poder… Ve en Jesús una posibilidad de entretenimiento, una curiosidad, pero nunca vería en Él un don de Dios, porque está cegado por su concupiscencia. Por eso, cuando por fin conoce a Jesús el día del juicio, le pide que haga un milagro y el Señor no abre la boca. Él sabe que Herodes no busca la Verdad.

Herodes quiere conocer a Jesús para utilizarlo. Juega con su poder sobre las personas, como jugó con la vida de Juan el Bautista. Herodes no quiere conocer a Jesús para amarle, porque amar a alguien implica hacerse vulnerable, arriesgarse a que te haga daño. El que persigue el poder o huye del sufrimiento, no puede amar. Dios se hace vulnerable a nuestras ofensas, que le duelen, porque ha decidido libremente amarnos. Y se hace vulnerable al hacerse niño en Belén. Los esposos tenemos que apostar y hacernos vulnerables el uno al otro. A veces nos haremos daño, sí, pero también saborearemos el amor de comunión. Tenemos que construir una intimidad. Merece la pena apostar.

Señor, que toda nuestra curiosidad y nuestros deseos estén orientados hacia nuestro interior para buscarte, conocerte, amarte y vivir según Tu voluntad.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

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