La eterna entrega. Comentario para Matrimonios: Marcos 14, 12a. 22-25

EVANGELIO

Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 14, 12a. 22-25

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús tomó pan, y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Palabra del Señor.

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La eterna entrega.

Hoy celebramos que Jesucristo es el sumo y eterno Sacerdote, porque su entrega es eterna. Muchos nos hemos preguntado alguna vez, por qué era necesario que Cristo muriese en la Cruz. El Espíritu me ha hecho dar un pasito más en la comprensión de este misterio. Un tesoro escondido, no tiene ningún valor. Adquiere valor cuando se entrega a alguien para que lo administre y genere riqueza con él. Igual que la lámpara aporta valor cuando se coloca en el celemín y no sirve para nada debajo de la cama. Los dones de Dios son así, uno de los dones más valiosos que me ha dado Dios es yo mismo. Si me guardo este tesoro para mí, pierde todo su valor. En el momento en que me entrego, aporto lo mayor que tengo y por tanto genero vida con ello en esa medida.
La pasada es cuando se me entrega Dios, con la inmensidad de Su grandeza. El valor de Dios es inimaginable para nosotros, inabarcable por nuestra mente. Y lo más grande es que ¡Se me entrega a mí! Se da a mí. Por mi limitación y mi pecado, me es imposible entender cuánto me ha dado Dios entregándose a mí. Y la pregunta es ¿Hay alguna forma de darse totalmente que no sea entregando la vida? No hay amor más grande, ya lo decía Cristo. Era necesario que Cristo diese Su vida para darse a mí, para entregarme toda Su grandeza hoy en la Eucaristía. ¡Bendito y alabado sea por siempre! Él me hace grande.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: No puedo entender lo que ha hecho. Ha intentado quitarse la vida. ¿Cómo es posible? Me habría dejado sola, tirando de la familia. No puedo perdonárselo.
Matrimonio Tutor: Laura, tu esposo se ha equivocado, se ha dejado arrastrar víctima de una llamada de socorro, de un “no puedo soportar más, mi vida no merece la pena”. ¿Entiendes lo que es que una persona no dé valor a su vida y esté dispuesto a tirarla en lugar de darla? Él es un tesoro maravilloso que Dios le ha dado y eso es lo que puedes ayudarle a descubrir: Cuánto vale su vida para ti, tanto que estarías dispuesta a dar la tuya por amor a él. Tanto que Dios dio la Suya por él. Mírale con esos ojos que le dignifican, le reconocen su sacralidad, porque tu esposo es sagrado para Dios. Se ha equivocado, sí, pero eso no hace que se merezca despreciarlo, apartarlo, tirarlo. Dios sigue entregándose por él cada día. Ni más ni menos que Dios. Mira a Dios y pregúntale si quiere que te entregues por él y en qué medida.

Madre,

No hay mayor don de Dios Padre, que la entrega de Dios Hijo por mediación del Espíritu Santo que también se nos fue entregado. Yo no sé qué más queremos, de verdad. No caben las quejas, no cabe la tristeza, sólo cabe la alabanza y el agradecimiento. Sea por siempre bendito y alabado.

Un comentario en “La eterna entrega. Comentario para Matrimonios: Marcos 14, 12a. 22-25

  1. Maite

    Si, la grandeza de esa ofrenda, por nosotros.
    En cada Eucaristía, en la Consagración, Cristo se sigue ofreciendo por mi y por cada uno al Padre. Es una gozada ofrecer tambien en ese momento mi pequeña vida al Padre y después darla con El y para Él a cada prójimo, empezando por mi esposo y mis hijos. Estamos consagrados y podemis vivir también nuestra Misa.

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