Exaltar la cruz sin Cristo es de cínicos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 13-17

EVANGELIO
Tiene que ser elevado el Hijo del Hombre

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Palabra del Señor.

Exaltar la cruz sin Cristo es de cínicos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado (Evangeli.net). A nadie le gusta sufrir, pero el que no une el amor a Cristo con la cruz, nunca la entenderá, nunca dará fruto, no encontrará amor en ella y nunca resucitará ni dará vida con su sufrimiento.

La cruz no es una condición que me pone Dios. Él no me dice: Si quieres llegar al cielo, tienes que cargar unos años con la cruz, no. Dios me regala el cielo, pero no se puede entrar si no se sabe manejar la cruz. El centro de la doctrina de Cristo no es el dolor, sino el mandamiento del amor. El amor matrimonial y el amor a los hijos, nos pueden ayudar a entender este punto. Un esposo no se sacrifica primero y después ama al cónyuge, por el contrario, es el amor lo que mueve a renunciar al propio gusto y aceptar el modo de ser del amado. Una madre no sufre primero las incomodidades del embarazo y dolores del parto, se levanta en la noche a dar de comer al bebé, y una vez superados estos sufrimientos comienza a amarle. Es el amor de madre lo que mueve a sobrellevar las molestias. No se da primero el sacrificio para después amar. Porque amo y quiero el bien del amado, estoy dispuesto a renunciar al propio bien. Esto es la cruz.

En consecuencia, solo el que ama a Dios y desea entregarse a Él, toma la cruz como lo más normal del amor. En cambio, el que ve la cruz como una condición para amar a Dios, no le queda más remedio que “soportar” con paciencia las pequeñas o grandes tribulaciones.

Circula por internet (en evangeli.net y otros) la historia de un pueblo de Croacia en el que no hay constancia de ningún divorcio entre sus más de 24.000 habitantes. Los novios en el momento de su boda, juntan sus manos sobre la cruz. Esa cruz se la llevan a casa y lloran sobre ella sus sufrimientos, pero no se separan de ella, porque saben que la cruz es el símbolo de la alianza entre Dios y el hombre, entre Cristo y la Iglesia y por tanto, entre los esposos. En la alianza de los esposos permanece vigente la cruz, pero esa cruz no la llevan ellos, sino que la lleva Cristo. Cada sufrimiento, cada dolor, saben que es el Señor quien cargó, quien carga con él y no ellos. A los esposos solamente nos toca confiar.

No es la cruz el centro de nuestra unión, sino el amor. No es la cruz la que nos une al Señor, sino el amor. Él comparte su cruz con nosotros por amor, pero no lo olvidemos. Es Sú cruz. Así que fuera quejas y ¡A darle gloria!. Exaltemos hoy la cruz de Cristo.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

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