Entender el Origen cambia nuestro destino. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 1-4

EVANGELIO
Señor, enséñanos a orar

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
-«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo:
-«Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.» »

Palabra del Señor.

El Origen cambia vuestro destino.

Cuando un matrimonio llega a una cierta madurez cristiana, pueden llegar a vivirse mutuamente como hermanos, hijos de un mismo Padre. Esto no significa que dejen de vivir la entrega conyugal de los cuerpos expresión y realización de su unión íntima. Es un vínculo, el de la unión a un mismo Padre, que se suma y hace más fuerte su vínculo conyugal.

Ya hemos comentado en varias ocasiones, que para ser buenos esposos, primero hay que aprender a ser buenos hijos. Si no descubrimos que todo lo hemos recibido del Padre, que todo nos lo ha dado el Padre, y que nos ama infinitamente, nunca llegaremos a responder a Su llamada al Amor (con mayúsculas). Nunca llegaremos a amar y desear el plan de Dios que es nuestra unión en una sola carne. Por eso, San Juan Pablo II iluminaba esa sucesión de experiencias del hombre en el génesis que empezaban por la soledad originaria con Dios como antesala de la unión hombre-mujer, que sería la segunda experiencia.

La lección del Señor, es por tanto muy útil para los esposos. No hay mejor manera de iniciar la oración que llamando a Dios “Padre” y tomando conciencia de ello. Él nos ama como hijos, y no tenemos nada que temer. Como decía Santa Teresa, solamente esa idea de un Dios que es Padre, es suficiente para caer en contemplación. Entender quién es Él y quién soy yo a su lado, y que Él quiera ser mi Padre, con todo lo que conlleva: amor, entrega, sufrimiento, hacernos herederos suyos, cuidarnos, enseñarnos, perdonarnos, acogernos… ¿Todo un Dios pendiente de mí de esta manera?

Si los esposos tenemos tal Padre y nos hacemos realmente conscientes de ello, debería cambiar nuestro modelo de relación en su totalidad, pues antes que esposos, somos hermanos. Entender nuestro Origen, cambia nuestro destino. Si esto no hace diferente nuestro matrimonio de los matrimonios paganos, es que no lo hemos descubierto. Tobías en su oración con Sara, lo tenía muy presente: ‘Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación»… ¡Bendito seas, Dios de nuestros padres… Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de apoyo… Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, …para constituir un verdadero matrimonio.’

Conscientes de ser hijos de un mismo Padre, santifiquemos juntos su nombre, alabémosle por este regalo mutuo, y pidámosle que venga su reino en nuestro hogar, es decir, que su plan, su sueño para nuestra unión conyugal, venga a nosotros y se haga según su voluntad: Un verdadero matrimonio. Para ello es necesaria la Eucaristía (el Pan) y el perdón (la confesión) y el perdón mutuo, porque somos pecadores y sin el perdón no es posible la comunión.

San Juan Pablo II comenta en la Carta a las Familias, que la familia debe rezar unida y cada miembro debe rezar por los demás, uno por uno, en la medida de la importancia que tiene esa persona para ti. En nuestro caso, evidentemente, la mayor medida la reservamos para el/la esposo/a.

Esposos!, oremos hoy con más conciencia al Padre: Padre nuestro…

Oramos también por el Sínodo de la Familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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