El epitafio. Comentario para Matrimonios: Lucas, 17, 26-37

EVANGELIO

El día en que se revele el Hijo del hombre.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas, 17, 26-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará.
Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán».
Ellos le preguntaron:
«¿Dónde, Señor?».
Él les dijo:
«Donde está el cadáver, allí se reúnen los buitres».

Palabra del Señor.

 

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El epitafio.

¿Tu vida está gobernada por la rutina del día a día? Nos pregunta hoy el Señor. Hay tantos que no tienen un rumbo ni un proyecto de vida… Son muchos los que viven sin saber para qué, porque, dejarse llevar por las circunstancias de cada día ¿Eso es vida?
Si estoy en esa situación, es señal de que me falta enamorarme de mi vocación. Puede que no haya descubierto que he sido llamado por Dios para realizar algo GRANDE. Una misión que es Suya y que me supera en mucho. Y qué triste y qué grave sería que se acabase mi vida y no hubiera ni siquiera saboreado la belleza y la grandeza de mi vocación al matrimonio.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: (Tomando un café entre amigos) Andrés, cuando mueras ¿Qué te gustaría que pusiera en tu epitafio?
Andrés: Ni idea. ¡Qué cosas piensas! Anda, déjame que me da mal rollo hablar de muertos…
Pedro: Pues creo que deberías pensarlo. Por qué frutos de tu vida quieres que se te recuerde. Eso significa que tienes un objetivo en la vida y que dedicas la mayor parte de tus esfuerzos a él.
Andrés: Bueno… vale, pues ya que tú pareces tenerlo tan claro, dime: ¿Qué te gustaría que pusiera en tu epitafio?
Pedro: A mí me gustaría que dijese: Fue un gran esposo y padre, con la ayuda del Señor. Y firma: Mi esposa y mis hijos.
(Al día siguiente)
Marta: (Esposa de Pedro) Andrés… (por teléfono, entre sollozos) Pedro… ha muerto. Fue anoche, de repente.
Andrés: ¡Qué me dices! No me lo puedo creer. Pero si estuve ayer con él… y estaba tan normal… ¡No puede ser…!
(En el entierro)
En la lápida ponía: “Fue un gran esposo y padre, con la ayuda del Señor. María y sus hijos…”
Andrés: María, te acompaño en el sentimiento. Veo que has puesto el epitafio que a él le gustaba.
María: (Entre sollozos) ¿Ah sí? ¡No lo sabía! Alabado sea el Señor.
Aquel día, Andrés eligió ese mismo epitafio para él y se puso manos a la obra.

Madre,

Es cierto que la vida de esposos es dura, pero hermosa. Madre, ayúdanos a prepararnos juntos los esposos, para la llegada del Hijo del Hombre. Él, por Su misericordia, nos llevará a la plenitud. Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo.

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