Donde lo divino se casa con lo humano. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 1, 18-23

Donde lo divino se casa con lo humano.

Jesús significa en Hebreo “Dios Salva”.

(Texto extraído en gran parte del comentario de Mons. Munilla sobre el Catecismo el día de la Inmaculada)

Los caminos de la inocencia y de la penitencia:

Dios nos salva por dos caminos, el camino de la inocencia y el de la penitencia. El camino de María es el perfecto camino de la inocencia, desde el que ha sido dócil a la gracia de Dios. Hay otras personas que también se han salvado por este camino, una vez limpiados del pecado original: Es el caso de Santa Teresita de Lisieux que decía no tener conciencia de haber actuado nunca en contra de la voluntad de Dios.

A nosotros nos toca claramente el camino de la penitencia. Aun así, Dios también nos salva por preservarnos de los pecados. Por eso no podemos jactarnos ni vanagloriarnos de aquellos pecados que no cometemos, porque ha sido la gracia de Dios la que nos ha preservado de ellos. Hay un refrán que dice: A veces Dios puede “castigar” la soberbia encubierta con pecados torpes patentes. A veces Dios permite (más que castigar) que caigamos en pecados más ostensibles y escandalosos para que seamos más humildes, que no miremos a nadie por encima del hombro.

Nosotros también somos preservados de muchos pecados, y tenemos que dar gracias a Dios por ello.

María es modelo de pureza y castidad:

La concepción de Jesucristo no fue virginal porque la sexualidad sea mala o impura. La sexualidad es santa como todo lo que ha salido de las manos de Dios y forma parte de su plan. Jesús fue concebido virginalmente porque convenía a su naturaleza divina. Es verdadero hombre y por eso nació de las entrañas de María, pero también es verdadero Dios y por eso fue concebido por concurso del Espíritu Santo.

CIC 2337 “La castidad (y la pureza) significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual.”
Es decir, la castidad es la integración de la sexualidad en la vocación de cada uno.

Dios creó al hombre de forma que el cuerpo fuese expresión de su interioridad. El cuerpo es el espejo del alma. El pecado, separa el amor de lo corporal por la distorsión que introduce n el corazón del hombre. El cuerpo llega a ser algo que nos aparta del interior del ser humano para ser algo que suscita nuestras pasiones. La dignidad de la sexualidad consiste en volver a darle al cuerpo el sentido que tiene de expresión del alma de la persona.

María es por tanto símbolo de la pureza y de la castidad, Maria es canal de las gracias derramadas por Dios para con nosotros: ¡alegraos os ha nacido el Salvador! El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Dios está con nosotros gracias a Maria.
¿Y tú? ¿Al igual que María dejas que Dios esté con vosotros en vuestro matrimonio, siendo símbolo de pureza y castidad conyugal, canal de la gracia de Dios?
Proclamemos con Maria las grandezas del Señor, que se alegre nuestro espíritu en Dios nuestro Salvador, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por nosotros.

En Cristo encarnado se unen dos cosas, lo divino y lo humano, en nuestro matrimonio debe ser así, si no, no le dejaremos a Dios construir nuestro amor, no le dejaremos estar vivo entre nosotros y hacer obras grandes. En los santos y especialmente en la Virgen María, tenemos una religiosidad equilibrada, que glorifica a Dios a la misma vez que dignifica al hombre. Dios hace al hombre santo, Dios hace el matrimonio santo, por tanto, cuanto más creemos en Dios, mas es Él el centro de nuestro corazón y nuestro hogar, más dignifica y santifica nuestro matrimonio. En María vemos el lugar en que lo humano y lo divino se desposaron. En Jesús se ha casado la humanidad con la divinidad.

Una anécdota: Sobre la bandera azul con esas 12 estrellas doradas que representa a Europa. Cuando en 1949 se instituyó en Estrasburgo el primer consejo de Europa se convocó un concurso artístico para elegir el modelo de la bandera común. De los 101 proyectos que se presentaron, en 1955 se eligió el elaborado por un ferviente artista católico. La inspiración fue la de plasmar el pasaje bíblico del apocalipsis: Una corona de 12 estrellas sobre su cabeza sobre fondo azul. Él no reveló la auténtica inspiración. Precisamente un 8 de diciembre, día de la Inmaculada, en una votación del Consejo de Europa la votaron por unanimidad sin saber su verdadero sentido.

Por mucho que queramos negar a Dios o apartar a nuestra Madre, ella será siempre nuestra bandera, siempre será Madre de una manera gratuita. Así es Cristo, la raíz de nuestra cultura, así es María, Madre de nuestras raíces y nuestra cultura aunque no se le quiera reconocer.

Oramos con el Salmo: Desbordo de gozo con el Señor. Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio. Y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

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