Dignos de la cruz. Comentario para Matrimonios: Juan 16, 20-23a

EVANGELIO

Nadie os quitará vuestra alegría
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo, vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Palabra del Señor.

Dignos de la cruz.

La conversión es nacer del Espíritu, y eso es como un parto doloroso. Es necesario que mi corazón se haga elástico para ensancharse lo suficiente como para amar lleno del Espíritu Santo. Todo ser humano merece ser fruto del amor y de un gran sacrificio, por eso somos recibidos con tanta alegría cuando nacemos. Los cristianos somos el fruto del Amor del Padre y de la Cruz del Hijo, y por eso somos recibidos por Dios con tanta alegría.

Que nuestro matrimonio sea fruto del amor y de perseverancia en la cruz de cada día, para que lleguemos a vivirlo con la misma alegría con que Dios nos ama.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Enrique e Isabel reconocen que su amor no habría sido igual si no hubieran sido probados en la cruz de cada día. Sí, los celos, los intentos de dominación mutua, las heridas que se provocaron con sus ofensas e infidelidades al compromiso de su matrimonio de entregarse en lo bueno y en lo malo, y otras muchas cruces similares, fueron las que forjaron su corazón para prepararlo para el amor. De todas aquellas ofensas e infidelidades tuvieron que pedirse perdón, humillarse el uno ante el otro, eso les ayudó a comprender su pequeñez y su necesidad del Espíritu. Por eso rezaban cada día, por eso se esforzaban, porque tenían la esperanza de que Él haría nacer en ellos un nuevo amor, más grande y verdadero, más pleno, más sincero. Y por su docilidad y mansedumbre, el Espíritu pudo actuar en ellos y se hizo eficaz la gracia de su sacramento en ellos. Sí se construyen los esposos santos.

Madre,

Ya tenemos claro nuestro objetivo. Podemos estar alegres. Nuestra alegría no depende de nadie, nada más que de nosotros mismos. Cristo nos ha salvado y nos ha enviado su Espíritu, y estamos alegres. Alabado sea el Señor. ¡Aleluya!

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