Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 32-38

Esposos para la construcción del Reino.

Después de curar Jesús a los ciegos, cura a los mudos. Empezamos con la ceguera. No vemos nada y Jesús nos muestra la verdad. El siguiente paso es atreverse a hablar de ello. Algo (o más bien alguien) nos intenta convencer de que hacemos el ridículo, nos van a ver raros o mil razones para no dar testimonio. Pero la mies es mucha. De nosotros depende la curación de miles, millones de matrimonios y familias que viven aún en la ceguera autodestruyéndose.

Evidentemente, la acción eficaz que es causa del «mucho fruto» es la gracia de Dios. Por tanto, 2 cosas: 1ª No tengáis miedo. 2ª La comunión con él en la oración, es imprescindible. -. La oración que Jesús pide a la Iglesia se refiere a la petición de incrementar el número de quienes están al servicio de su Reino.[…] Así, primero nace dentro de nuestro corazón el asombro por una mies abundante que sólo Dios puede dar; luego, la gratitud por un amor que siempre nos precede; por último, la adoración por la obra que él ha hecho y que requiere nuestro libre compromiso de actuar con él y por él.- (S.S. Francisco, 16 de enero de 2014, Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones).

Después de que expulsó al demonio, comenzó a hablar el mudo. Así sucede con nuestra alma: aspira dones espirituales muy elevados y nosotros la tenemos callada con un demonio que le impide hablar todas las cosas buenas de Dios. Este demonio seguramente es nuestro orgullo, soberbia, miedos…
Permitiremos dejar hablar a nuestra alma todas esas Palabras que nos han curadoy dado Vida, que quiere transmitir de Dios, sobre la unión.

Cristo no se olvida de nosotros. Él desea seguir curando, pero «le faltan» pies y manos, «le faltan» corazones y bocas, «le falta» quien lo quiera acoger. Para que en las diferencias, el esposo y la esposa, alcancen una unidad dinámica, no fusional, que los saca de sí y les pone en un camino hacia una misma meta: Dios. Dios nos hace una sola carne cuando nuestra libertad empieza donde la libertad del cónyuge, integrando en la unidad todos los elementos que forman este amor en el alma y en el cuerpo.

Esta compasión que siente Jesucristo por tantos matrimonio y familias perdidas, que viven juntos apoyándose en su débil voluntad, dando lugar a vínculos muy líquidos, que les crean inquietud y grandes angustias. Alguien nos preguntaba este fin de semana ¿Por qué Dios permite esto?. Evidentemente Dios no lo quiere, pero ha de respetar nuestra libertad, pero si lo permite es para que se muevan nuestros corazones por Su compasión y hagamos algo por ellos. Dios necesita obreros que le asistan, entregados y generosos.

Pidamos a Cristo que nos envíe hombres y mujeres que no teman dar su vida para seguir a Cristo incondicionalmente, anunciando la belleza del matrimonio y la familia, el Proyecto de Amor, que Dios tiene para ellos y está deseando realizar en sus vidas, abrazándoles y sosteniéndoles. Dios busca matrimonios que quieran acoger este don.

De ti depende.

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