Comentario del Evangelio para Matrimonios: Jn 6, 30-35

Nuestros planes.

Nos gusta hacer planes. Siempre estamos esperando cuando llegue… cuando consiga… No solo material, sino ser más comprensivo, menos egoísta, menos orgulloso…
En la Eucaristía podemos ofrecerle todo eso, que gracias a Su misericordia, no perdurará para siempre. Tenemos que aceptar nuestras limitaciones.
De repente, nos encontramos con alguien que lo tiene todo: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
Pero Él, en la cruz, tiene sed. ¿Cómo alguien que lo tiene todo, tiene sed? Y lo que es más extraño, le dan a beber y lo rechaza…

Señor, si Tú que lo tienes todo, rechazas el pan en el desierto y hasta un poco de vinagre y agua cuando tenías esa sed tan brutal desangrado en la cruz, nosotros también renunciamos contigo a nuestros deseos, planes, comodidades y seguridades. Renunciamos a tener un esposo (en genérico) perfecto, unos hijos perfectos, un trabajo perfecto, una familia política perfecta, nuestras seguridades! aquello a lo que nos aferramos, sentirnos protegidos… Aceptamos también que nosotros mismos no somos perfectos, ni mucho menos.

Comer el pan del cielo es creer en Jesús, creer en Jesús es seguirle, nadie cree en lo que no conoce y nadie conoce lo que no trata a fondo. Hacerlo parte de nuestro ser más íntimo, de lo más profundo, aceptar su camino y sus formas. Éste es el alimento verdadero que sustenta a la persona, que da un rumbo a la vida, y que trae vida nueva. Encontrarse con Él es empezar a vivir de una forma nueva, exigente conmigo mismo y benevolente con mi esposo/a.

Verdaderamente, Jesús habla de otra vida. Y nos espera en la Eucaristía para dárnosla y que nosotros la podamos vivir.

Señor, queremos sólo una cosa: A tu imagen, hacer la voluntad del Padre. No queremos resistirnos a la fuerza del Espíritu. Como San Esteban, miramos al cielo para encontrar allí la fuerza para morir y resucitar.

A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *